Declaración del Comité Central del PCE(r) (1984)

Cuando el régimen
inició su reforma, se prometían otros cuarenta años de dominación. Su objetivo
no era otro que salvar al régimen de Franco de la bancarrota en que se
encontraba y de alejar el peligro revolucionario, sin más que cambiar las
formas y adaptándolo a la nueva situación.
Creían que
utilizando a fondo la demagogia en combinación con los métodos terroristas de
siempre, iban a lograr desorganizar al movimiento de masas, iban a aniquilar a
los revolucionarios y así podrían seguir garantizando sus ganancias y descargar
el peso de la crisis económica sobre las masas trabajadoras.
Y a este juego
criminal se prestaron en cuerpo y alma todos los partidos y mafias sindicales a
cambio de un plato de lentejas o un puesto en el Parlamento.
Por el contrario,
nuestro Partido, señalaba entonces: “Del fascismo y del monopolismo no se puede
ir a la democracia burguesa porque ésta corresponde a la etapa de libre
competencia y de desarrollo del capitalismo; la historia no da marcha atrás”.
Apoyándonos en
estas tesis, absolutamente científicas, hemos venido durante años denunciando
en solitario el carácter fascista de la reforma, hemos propugnado el boicot a
todas las mascaradas electorales, hemos impulsado la lucha y la resistencia de
la clase obrera y las masas populares y, sobre todo, hemos apoyado
incondicionalmente a la guerrilla. Porque los comunistas tenemos claro que la
libertad del pueblo no puede ser obra de conciliábulos y cambalacheos entre
politicastros sino que hay que conquistarla con la lucha más consecuente.
No obstante,
haciéndose eco de la voluntad popular de verdaderos cambios políticos que
supusieran una ruptura con el régimen de Franco, en 1978 el PCE(r) elaboró el
Programa de los Cinco Puntos en el que se sintetizan esos objetivos mínimos:
1.- Amnistía y
libertades políticas y sindicales para todos
2.- Depuración de
fascistas y torturadores del aparato del Estado
3.- Medidas reales
contra el paro y la miseria del pueblo
4.- Fuera de la
OTAN y fuera bases yanquis
5.- Derecho a la
autodeterminación para las nacionalidades oprimidas por el Estado fascista
español.
Pero la democracia
de que hablaban los monopolistas, generalotes, obispos y toda la cohorte de
vendidos que les apoyaban, evidentemente no era la misma que el pueblo
reclamaba, y la respuesta fue decretar una política de exterminio contra
nosotros y contra todo aquel que no entrara por el aro. «Los terroristas
son el peor enemigo de la democracia», dijeron. Efectivamente, porque con
nuestra lucha por verdaderas libertades estábamos denunciando la maniobra; así
es que si no acababan con la resistencia, se descubriría el pastel y todo su
montaje se vendría abajo en poco tiempo. Y para su desgracia, se descubrió
pronto, porque a pesar de los crímenes, torturas y miles de detenciones, no lograron
acallar nuestra voz ni las armas de los guerrilleros… y el movimiento de
resistencia de las masas siguió creciendo.
Ya no podían seguir
dando más largas al asunto. “O buscan una salida política en base al Programa
de los Cinco Puntos o entramos en la guerra revolucionaria abierta”, decía
nuestro Partido. Sin embargo, ellos creían tener todavía un as en la manga y
decidieron jugarlo: así apareció Felipe. Venía prometiendo «cambio» y
diez millones se dijeron: a ver qué pasa, y le dieron su voto. Nuestro Partido,
no se hacía ilusiones pero decidió no darles ninguna excusa y señaló que el
cambio tenía que pasar por los Cinco Puntos. Los GRAPO, decretaron un alto el
fuego unilateral. Así se verían con más claridad las verdaderas intenciones del
cambio prometido. Y se vieron inmediatamente.
A los dos días
asesinaron a nuestro camarada Juan Martín Luna, y a partir de ahí se fueron
superando a sí mismos y a todos los anteriores cada día: enterraron la
demagogia electoral, empezaron las reconversiones, redujeron los fondos
destinados a los parados, «descubrieron» los altos valores de la
guardia civil, legalizaron la tortura, promulgaron nuevas leyes terroristas,
declararon la inocencia de los asesinos y torturadores de la policía y guardia
civil, tomaron militarmente barrios y ciudades; reprimieron a saco a los
obreros, a los jornaleros, a las mujeres y hasta a los minusválidos por
reivindicar su derecho al trabajo, nos ataron definitivamente a la OTAN y se
gastaron billones de pesetas en armamento; se negaron a toda negociación con la
guerrilla para encontrar una salida política y declararon oficialmente la
«guerra sucia». Y ahora, con el mayor descaro, Felipe declara que la
democracia está consolidada, que la transición ha terminado, que las reconversiones
se llevarán a cabo caiga quien caiga, que de la OTAN no se puede salir… y que
eso es lo que hay y todo el que no esté de acuerdo, es un enemigo de la
democracia y un terrorista y sobre él caerá todo el peso de la ley y de la
justicia… Es la política que siempre han practicado los sectores monopolistas
más reaccionarios. Es el programa de los Tejero y compañía.
Pero eso, lejos de
indicar fortaleza, no es más que el reconocimiento del fracaso total de la
maniobra reformista que ha llegado a su fin en un tiempo record sin haber
cumplido ni uno sólo de los objetivos que se habían propuesto y hoy se
encuentran más solos que nunca, sin ninguna carta que jugar y gobernando como
siempre lo ha hecho el fascismo en España: con el único respaldo de las
metralletas y por medio del terror.
Proceso de guerra revolucionaria abierta
En España, se ha
cerrado ya definitivamente toda perspectiva de democratización y de encontrar
una salida política que hiciera posible la defensa de los intereses obreros y
populares por medios pacíficos. Por el contrario, la reacción con sus
testaferros pesoístas al frente, ha declarado la guerra en todos los terrenos y
no deja al pueblo y a sus organizaciones de vanguardia más opción que rendirse
y someterse o responder en el mismo lenguaje. Ellos ya han definido claramente
cuál es su democracia y su libertad y han dicho: eso es lo que hay y si queréis
otra cosa, tendréis que pasar por encima de nuestros cadáveres. Efectivamente,
ya en España no puede haber libertades para el pueblo sin derrocar al régimen
fascista. Pero además, tampoco los problemas económicos de los trabajadores
tienen ya solución en el marco del sistema capitalista, de modo que hoy no se
puede poner freno al paro, a la miseria y a la explotación sin expropiar a los
monopolistas y poner el control de la economía en manos del pueblo y a su
servicio. Sólo por la vía revolucionaria se pueden encontrar las soluciones a
los problemas políticos, económicos, culturales, nacionales, etc. que padecen
las masas trabajadoras, y hacia ella se encamina el movimiento de masas con
paso decidido.
Y hay motivos más
que de sobra para estar seguros de que es la vía revolucionaria la única que va
a desarrollarse. Nosotros sólo vamos a detenemos en los tres aspectos que a
nuestro juicio son más destacables.
SE HA PRODUCIDO UN SALTO CUALITATIVO EN EL MOVIMIENTO DE
MASAS
Ese salto
cualitativo se concreta en que el movimiento de masas se ha liberado de toda
ilusión reformista y no espera nada de los de arriba; sólo confía en su lucha,
en su fuerza y en su unidad; y está resistiendo en todas partes.
Por el contrario,
es un movimiento nuevo que, como no podía ser de otra forma, tiene un carácter
democrático y hace de la asamblea su organismo de discusión y de toma de
decisiones frente a los chanchullos y conciliábulos de partidos y mafias
sindicales. Ha adoptado métodos de lucha y de resistencia cada vez más
radicales y una creatividad admirable para utilizar todo lo que pueda ser útil
a la defensa de sus intereses: desde el piquete a la recogida de alimentos,
desde el secuestro a la pegatina, desde el comunicado de protesta a la
desobediencia de las órdenes anti-obreras, desde la huelga a la bomba… y no
hay más que mirar un poco lo que está ocurriendo en Sagunto, en Gijón, en Vigo
o Ferrol o entre los jornaleros andaluces, para ver que éste, es un movimiento
nuevo, de carácter antimonopolista y, por tanto, antifascista: que
políticamente está indisolublemente ligado al Partido y a la guerrilla popular
(aunque todavía no se haya producido una ligazón orgánica a gran escala). Se ha
producido pues, un salto cualitativo en el movimiento obrero y popular que lo
sitúa definitivamente en la vía revolucionaria. No le dejan otra salida.
VICTORIA POLÍTICA DEL PARTIDO Y DE LA GUERRILLA
La oligarquía ha
tenido muy claro desde el principio que sin aniquilar al Partido y a las
organizaciones guerrilleras populares, no podría imponer su democracia. De ahí que éste fuera un
objetivo primordial de la maniobra reformista y en él se han invertido cientos
de miles de millones: han gastado ríos de tinta en echar basura y crear
confusión, han destinado miles y miles de policías, guardias civiles y
chivatos, han creado cuerpos especiales de asesinos y torturadores, han
promulgado cientos de leyes, han firmado tratados internacionales de
colaboración antiterrorista, han pagado mercenarios, mafiosos, drogadictos y
ultras para formar grupos parapoliciales, han aireado a los cuatro traidores
«arrepentidos» para sembrar la desmoralización, en fin, todo lo
imaginable.
Pero a pesar de
todo, los comunistas, revolucionarios y patriotas no hemos arriado la bandera
en ningún momento y una vez más los hechos han confirmado que, -como decía
Lenin- “la línea política lo decide todo”. En esa lucha a muerte no ha
triunfado la policía y todo el aparato represivo, sino que ha triunfado el
Partido y las organizaciones guerrilleras; no ha triunfado la maniobra
reformista sino la línea política revolucionaria.
Lo cierto es que
hoy, a este lado de la barricada, junto a las masas obreras y populares señalándoles
el camino a seguir, sólo está el PCE(r) y las organizaciones guerrilleras. Lo
cierto es que hoy es imposible paralizar nuestra actividad político-militar a
pesar de cualquier éxito policial aislado. Lo cierto es que hoy el movimiento
revolucionario organizado empieza a recoger los frutos de tantos años de
sacrificio y de siembra y necesariamente nos vamos a desarrollar. Lo cierto es
que hoy millones de obreros y de gentes del pueblo están enfrentados al régimen
fascista y a los monopolios en la línea de resistencia que nuestro Partido
viene señalando. Lo cierto, en definitiva, es que el Partido y la guerrilla son
un hecho, que su influencia política es inmensa, que van a desarrollarse
inevitablemente y que son la garantía de que ya en ningún momento se vaya a
producir la desmoralización ni la paralización del movimiento de resistencia de
masas, sino que, por el contrario, se va a ir politizando, organizando y
adquiriendo carácter revolucionario.
LA ACTUAL CRISIS ECONÓMICA SÓLO TIENE UNA SALIDA
REVOLUCIONARIA
Todos los factores
políticos expuestos anteriormente, tienen una base económica objetiva, que
tiene unas leyes de desarrollo que escapan al control de los propios
monopolistas, de los pesoístas y de todos los técnicos y economistas de la
burguesía. Y esta base es que el sistema capitalista entero se encuentra sumido
en una crisis total. Crisis que en España, por su mayor debilidad económica,
multiplica sus efectos negativos por todas sus secuelas de limitación de
exportaciones, encarecimiento de las materias primas, reducción de los
mercados… y en consecuencia, reconversiones masivas de todos los sectores de
la producción, encarecimiento del cesto de la vida, aumento de los impuestos y
naturalmente, aumento incesante de la represión y el terror como única forma de
imponer a las masas todas esas medidas.
Pero en contra de
lo que dicen los voceros de los monopolistas, ésta no es una crisis cíclica
más, sino la última del capitalismo, porque ya no tiene ninguna posibilidad de
recuperación, sino que se irá agravando y pudriendo e irá generando una lucha
de clases cada vez más aguda que necesariamente acabará en la revolución
socialista.
Para los
monopolistas, el panorama no puede ser más negro porque el campo socialista
tiene hoy tal fuerza política y tal poderío económico y militar que no sólo les
va ganando terreno en todos los aspectos de las relaciones internacionales,
sino que les impide cualquier veleidad de provocar una guerra con vistas a un
nuevo reparto de los mercados porque de ella saldrían inevitablemente
derrotados por las fuerzas revolucionarias. Hoy los monopolios ya no pueden
exportar su crisis a los países menos desarrollados llevándose las materias
primas y esquilmándolos porque gran número de éstos han hecho su revolución y
exigen precios justos y, por otro lado, en los que aún siguen bajo la bota
imperialista no hay uno donde no exista un movimiento revolucionario y
guerrillero que les obliga a mantener un aparato propagandístico, policíaco y
militar de tal magnitud, que lo que aún se siguen llevando les resulta cada vez
más caro.
Ahora tienen la
crisis en sus propios países y la enfrentan, por un lado, explotando más y más
a sus propios obreros y pueblos, y por otro, peleando como hienas entre ellos
para arrebatarse los mercados unos a otros: guerra del acero, guerra por los
caladeros de pesca, chantajes monetarios como la subida del dólar… Es el
sálvese quien pueda. Hoy ya el capitalismo no tiene ninguna posibilidad de
salir de la crisis y por el contrario, va generando un movimiento revolucionario
encabezado por las organizaciones guerrilleras y el Partido de la clase obrera.
Y esa situación general, en España es aún más grave.
Aquí ya, gobierne
quien gobierne tiene que aplicar la misma política fascista. No tienen ningún
margen de maniobra, ni la más tímida posibilidad de demagogia ni de reformismo.
Aquí la crisis exige una salida revolucionaria.
Los objetivos del Movimiento Político de Resistencia
Nuestro Partido, en
su Congreso Reconstitutivo (1975) señalaba que “en España se han creado las
condiciones materiales para realizar el socialismo, pero la existencia del
fascismo, hace que la principal contradicción social sea la que enfrenta al
pueblo contra ese enemigo y contra el monopolismo”. Esto que decíamos entonces,
no sólo sigue siendo correcto sino que hoy, es cuando nuestro análisis cobra
toda su importancia, pues hoy más que nunca, la inmensa mayoría de la población
está enfrentada al Estado fascista y a los monopolios.
La clase obrera
encabezada por su Partido puede y debe unir en un sólo frente todo ese
descontento y transformarlo en un movimiento revolucionario. Para ello, es
imprescindible dotarlo de un programa que resuma los intereses obreros y
populares abriéndole la perspectiva de una salida a los graves problemas que padece.
Y en España, ya no pueden proponerse a las masas otros objetivos que no sean el
derrocamiento del estado fascista y la expropiación de los monopolios porque
hoy ya, inevitablemente, la solución de los problemas de las masas pasa por
ahí. Todo lo que no sea impulsar la lucha en esa dirección, es colaborar con el
enemigo y facilitarle las cosas.
Nuestro Partido
propone para que sea difundido lo más ampliamente posible y sometido a estudio
y discusión el siguiente Programa a todo el Movimiento Político de Resistencia:
1º.- Amnistía total
y libertades políticas y sindicales para todo el pueblo y sus organizaciones de
vanguardia.
2º.- Formación de
un Gobierno Provisional Democrático Revolucionario que lleve hasta sus últimas
consecuencias la disolución del Estado fascista y todo su aparato
burocrático-militar. Armamento del pueblo.
3º.- Derogación de
la Constitución fascista y todas las leyes terroristas. Convocatoria de
elecciones libres a una Asamblea Popular que elabore la nueva Constitución.
Formación de consejos obreros. Creación de tribunales populares.
4º.- Expropiación
de los monopolios: las multinacionales, el capital financiero, los
terratenientes, las instituciones reaccionarias y los contrarrevolucionarios.
5º.- Fuera de la
OTAN. Desmantelamiento de las bases yanquis y reintegración de Gibraltar a la
soberanía nacional. Devolución de Ceuta y Melilla. Anulación de todos los
tratados reaccionarios y onerosos firmados con los imperialistas. Por una
política internacional de paz y de apoyo a la lucha de los pueblos oprimidos.
6º.- Derecho a la
autodeterminación de los pueblos vasco, catalán y gallego y respeto total de
sus derechos nacionales. Independencia de la colonia africana de Canarias.
Este no es el
programa de la revolución socialista que la clase obrera y los comunistas
anhelamos, sino que tiene ante todo un carácter antifascista, antimonopolista y
antiimperialista. Pero hoy, el cumplimiento de este programa es un paso
inevitable en el camino hacia el socialismo.
Los métodos de lucha y organización
A la vista de los
hechos, la inmensa mayoría tiene ya muy claro que en España los votos no van a
traer nunca ni la más tímida mejoría ni el más pequeño de les cambios; que la
reacción no va a ceder nada por las buenas y menos, cuando se encuentra con el
agua al cuello; que ellos utilizan los votos sólo para justificar su política
terrorista.
Pero también está
claro que el engaño de los pesoístas no va a volver a repetirse nunca más. Por
el contrario hay que impulsar, aún más y en todas partes, la resistencia
activa, la desobediencia civil y la lucha armada. Hay que promover asambleas en
las que democráticamente se discutan los problemas, las reivindicaciones y la
lucha a seguir. Donde se tomen acuerdos y elijan comisiones de delegados que
negocien con la patronal al margen de las mafias sindicales.
Hay que formar
piquetes que extiendan la lucha. Hay que ganar la calle, organizar huelgas y
manifestaciones y buscar la solidaridad de toda la población.
Hay que castigar a
los esquiroles, ocupar las fábricas, sabotear la producción o las cosechas,
destruir los stocks. Para ello, es imprescindible que en cada fábrica, en cada
tajo se formen pequeños grupos clandestinos que siguiendo el ejemplo de la
guerrilla realicen acciones de comando y busquen el apoyo de las organizaciones
armadas.
Hay que sabotear e
impedir toda maniobra electoral, referéndums y demás intentos de las mafias
sindicales para imponer «democráticamente» los planes de sus amos.
Hay que impulsar la
desobediencia de las órdenes anti-obreras sobre despidos, cierre de
instalaciones, traslados, etc., negarse a pagar los impuestos y los precios
abusivos, expropiar alimentos…
Nuestros amigos,
simpatizantes y todos los revolucionarios, deben impulsar la lucha
independiente de la clase obrera y la resistencia de las masas, pero no pueden
perder de vista ni por un momento que hoy más que nunca, la clase obrera
necesita un Partido revolucionario que la oriente, organice y encabece la
lucha.
El PCE(r) ha
demostrado con creces ser el Partido de la clase obrera y tiene una gran
influencia entre las masas que han hecho suya nuestra línea política. Pero hay
que hacer que esa influencia se transforme en organización poco a poco llevando
una labor partidista y dando pequeñas tareas a todo el que esté dispuesto. Hay
que ir consolidando una amplia red de propaganda que haga llegar la voz del
Partido a las fábricas y a todas partes de forma segura. Hay que ir recuperando
y ligando al Partido a todos los amigos y simpatizantes y establecer conexiones
seguras con ellos. Hay que crear círculos de lectura, células y organismos del
Partido a todos los niveles sobre la base de la más absoluta clandestinidad.
Nuestros amigos y simpatizantes deben estar presentes y encabezar si es posible
la lucha en las fábricas y tajos, deben participar en todo tipo de organismos
verdaderamente populares como asociaciones de vecinos, comités anti-OTAN, las
AFAPP, asambleas de parados, comités de apoyo a Nicaragua, etc.; hay que ser
conscientes de que para dirigir a millones de obreros y trabajadores en la
lucha contra el fascismo y el monopolismo, necesitamos de un Partido
revolucionario fuerte, enraizado en las masas por todas partes. Pero además, la
clase obrera necesita organizar su propio ejército. Un ejército capaz de hacer
frente a las fuerzas terroristas del régimen y que allane el camino a los
trabajadores para alcanzar sus objetivos políticos socialistas. Frente a la
contrarrevolución armada de los monopolios, el método principal de lucha no
puede ser otro que la lucha amada.
Las organizaciones
guerrilleras son el embrión de ese futuro ejército popular porque su actual
debilidad se va a ir transformando poco a poco en fortaleza y en mayor
capacidad operativa con la afluencia de nuevos combatientes.
Nuestro Partido
desde hace más de siete años ha venido apoyando a las organizaciones
guerrilleras y argumentando su necesidad. Ha promovido la creación de los GRAPO
y a ellos ha enviado un sinfín de sus mejores cuadros y militantes, y va a
seguir haciéndolo puesto que hoy es inadmisible que nadie se autotitule de
comunista si no está dispuesto a empuñar las amas, pues ésta es la forma más
eficaz de combatir al terrorismo fascista.
Pero conseguir el
desarrollo de las organizaciones guerrilleras no sólo es tarea de los
comunistas, sino de todos: de los obreros y de los jóvenes, de las mujeres y de
los estudiantes, de los más comprometidos y de los menos comprometidos. Todos
somos necesarios y todos hemos de aportar nuestra contribución por pequeña que
sea. Unos empuñando las armas o facilitando informaciones diversas, ya sea de
patronos, chivatos, torturadores o depósitos de armas o dinero; otros
proporcionando escondrijos, refugios o medios de transportes.
Sólo con la
combinación de la lucha de resistencia de las masas y la actividad
político-militar de las organizaciones guerrilleras y revolucionarias es como
se irá fraguando un potente Movimiento Político de Resistencia dirigido por el
Partido, capaz de vencer.
No obstante, es
obligado decir para aquellos que se dejan tentar por las prisas o por el
idealismo aventurero que no hay que esperar victorias espectaculares inmediatas
ni grandes saltos. En las condiciones actuales, la guerra revolucionaria en la
que estamos ha de tener necesariamente un carácter prolongado. Por el momento,
hemos vencido a los políticos y se han creado las condiciones para la
incorporación de las masas a la lucha de resistencia y para el fortalecimiento
de las organizaciones armadas y del Partido. Pero ahora, hay que vencer a los
generales y torturadores y esa victoria, sólo se dará en un largo proceso de
desarrollo y fortalecimiento del Movimiento Político de Resistencia.
Todavía, y por
largo tiempo, las fuerzas militares y represivas enemigas son infinitamente
superiores, pero inevitablemente están condenadas al fracaso porque mientras
ellos se agotan, el Movimiento Político de Resistencia se va a desarrollar con
cada día que pase hasta alcanzar primero el equilibrio y más tarde la
superioridad. Entonces, habrá llegado el momento de la insurrección general y
de la victoria total que enterrará de una vez por todas a la reacción fascista
y al monopolismo.
Entonces, habrá
llegado la hora en que el pueblo sea dueño de su destino y emprenda la
construcción de una nueva sociedad sin explotadores ni explotados. Luchar por
ese brillante futuro merece todos los sacrificios y toda la entrega que sean
necesarias, es un deber de todo revolucionario, de todo obrero, de todo joven,
de toda mujer trabajadora, de todo antifascista, de todo demócrata, y no pueden
prolongar ni por un momento más su incorporación a la resistencia más
consecuente.
¡VIVA
EL PCE(r)!
¡VIVA
LA LUCHA ARMADA REVOLUCIONARIA!
¡ADELANTE
EL MOVIMIENTO POLITICO DE RESISTENCIA!
¡VENCEREMOS!
Declaración del Comité Central del PCE(r)
Madrid, marzo de 1984




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