Corrupcion y neocolonialismo en África

Darío Herchhoren
Llevo estudiando temas de África desde los años 60 del pasado siglo, y tengo la certeza de que a partir de la muerte de Patricio Lumumba ha habido un retroceso de los procesos de descolonización africanos que empezaron a aflorar a partir de 1933 con ocasión del triunfo del nazismo en las elecciones alemanas, y el posterior rearme alemán, con vistas a lanzarse a lo que fue la segunda guerra mundial.

Todas las potencias europeas  que habían adquirido inmensos territorios en África luego de la Conferencia de Berlín de 1885, donde se repartieron el continente negro; a la vista de lo que se avecinaba en Europa comenzaron por un lado a aflojar las presiones sobre sus colonias, con “mejoras” en las condiciones de vida de los colonizados, que pasaron de ser pésimas a ser solo malas, y por otro lado a incorporar a los nativos africanos a sus ejércitos sobre todo como suboficiales y oficiales en las escalas subalternas, es decir nunca más allá del grado de capitán, y todo ello motivado por el interés de desactivar los deseos de independencia que comenzaban a aflorar, precisamente a partir del aflojamiento de la presión que ya hemos mencionado.

Pero sin duda lo que cambió totalmente el rumbo de las antiguas colonias africanas, fue la situación de ruina económica y destrucción que sufrió Europa occidental, y el enorme poderío que adquirió la URSS y la aparición del bloque socialista.

A partir de 1945, que es el año de finalización de la guerra mundial, Inglaterra, Francia e Italia comienzan un período de pérdida de influencia en África, y ven impotentes como sus antiguas colonias se desprenden del poder imperial. Como abono de esta tesis, podemos ver que países como España y Portugal, que no participaron en forma directa en el conflicto mundial perdieron sus colonias muchos años después. En Portugal fue necesaria la Revolución de los claveles en 1974, para que Portugal perdiera sus colonias africanas de Angola, Mozambique y Guinea Bissau. España abandonó Río de Oro (actualmente Sahara occidental) en un acuerdo secreto y vergonzoso entre el rey emérito Juan Carlos (entonces príncipe de España) y el podrido rey Hassan II de Marruecos.

Con motivo de la creación en la ONU del Comité de descolonización unido a que los pueblos africanos defienden con las armas su derecho a la independencia, surgen nuevos líderes que llevan adelante políticas antiimperialistas. Kuame Nkruma en Ghana, Patricio Lumumba en el Congo, Samora Machel en Mozambique, Agostinho Neto en Angola, Siad Barré en Somalía, Ben Bella en Argelia, Amilcar Cabral en Guinea Bissau, Mengistu Haile Mariam en Etiopía y más tarde Nelson Mandela en un proceso donde se produce el traspaso del poder de los blancos a los negros, sudafricanos  por medios poco claros, donde el ejército sudafricano derrotado en Angola, se pone a las órdenes de aquellos a quienes antes persiguió, asesinó y torturó sin que se haya depurado, es algo que  nos llama la atención.

Todos estos hombres, que hemos mencionado fueron traicionados por sus compañeros de confianza, o traicionaron ellos mismos a sus pueblos, y muchos de ellos pagaron con su vida el haber sido consecuentes. En esto nunca debemos olvidar a hombres como Tomas Sankara o Patricio Lumumba, o Agostinho Neto.

¿Que ha pasado? Algo muy simple. Estos nuevos gobiernos africanos no pudieron resistir la enorme presión neocolonial sobre sus enormes riquezas minerales y fueron seducidos con enormes y gordas propinas que generosamente les daban las grandes compañías mineras que explotan el subsuelo africano. El caso sudafricano es paradigmático: Nelson Mandela mientras vivió era venerado por su pueblo como a una divinidad. Sin embargo hay una cara oscura en Mandela, ya que nada cambió para la inmensa mayoría negra sudafricana.

En Soweto siguen viviendo en barracones, sin agua corriente, pobres, sin escuelas suficientes, sin una sanidad para todos; mientras aumentan sin cesar las ganacias de las empresas mineras. ¿A cambio de qué se disfruta de “paz social” en Sudáfrica? Mandela ya no vive para contarlo y su sucesor Jacob Zuma ha sido acusado reiteradamente de corrupción y por primera vez en Sudáfrica hay una huelga general desde la independencia. Ya era hora. Habrá que buscar una escoba muy ancha para barrer tanta basura.

El enriquecimiento ilícito de las élites debe ser denunciado y deberán ser sometidos a procesos para depurar responsabilidades y buscar nuevos líderes no corrompidos. Como muestra basta un botón: un banco chipriota, el Banco Mauser, ha impreso ya para su venta bonos del tesoro (¿qué tesoro?) de Guinea Bissau, por valor de 5.000 millones de euros, y el estado de Guinea Bissau recibirá el diez por ciento de esa suma, pero dentro de 20 años deberá devolver los 5.000 millones de euros más sus intereses. ¿Cómo los pagará? Es imposible. Deberá contratar otro préstamo para pagar el anterior. Así funcionan las “ayudas” en el Tercer Mundo.

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