Cómo darle la vuelta a la tortilla sin que se caiga de la sartén

Es muy posible que los lectores ni siquiera se hayan enterado de que un atentado del Califato Islámico en Bagdad ha costado la vida a 250 personas. ¿Cómo es posible?, ¿no han visto las imágenes en televisión?, ¿no han hablado de ello los tertulianos?, ¿no se han convocado minutos de silencio a las puertas de los ayuntamientos?, ¿no hay comunicados de condena de los partidos democráticos?, ¿no han muerto seres humanos?, ¿hay violencias que no son condenables?, ¿no valen lo mismo todas las vidas humanas?

Los medios de comunicación que ejercen de portavoces del imperialismo han guardado silencio, en comparación con otros atentados, como el de Orlando. Pero además del de Bagdad, se han producido otros atentados, como los de Bangla Desh, Camerún y Somalia, de los que nadie dice nada nunca… salvo que muera un inglés, o un francés, o alguien con el pasaporte de un país cristiano y civilizado.

Comentando el atentado de Orlando, el editorial de un medio calificaba de “energúmeno” al matarife que lo cometió, añadiendo que “odiaba los valores de civilización de occidente”. Es la manera de llevar una batalla política a una nebulosa de tópicos y, además, sin tener ni idea de la persona que lo cometió. Es hablar por hablar.

Si se hubieran preocupado por conocer los detalles del crimen concluirían que, más bien, el atentado de Orlando, como todos los demás, es consecuencia directa e inmediata de esos “valores” que a “occidente” le gusta sacar a pasear continuamente. “Occidente” no es la víctima sino el culpable.

La falsificación sistemática del periodismo es como la de la misma historia, capaz de convertir a los terroristas en víctimas del terrorismo, y al revés, para lo cual no se necesitan pruebas de ningún tipo; basta con repetir el mismo discurso una y otra vez, de forma metódica, por la televisión, por la radio, por el cine, por internet, por la prensa…

Como escribe Said Boucetta en un periódico argelino (*), en Estados Unidos y Europa se cometen unos dos atentados mayores al cabo de un año, mientras que en África y Oriente Medio se cometen 20 en el mismo periodo de tiempo y el número de víctimas es mucho mayor. La proporción basta para indicar quiénes son y dónde vivían las auténticas víctimas del terrorismo en el mundo.

A partir de ahí, todo lo demás es hipocresía, dice Boucetta, un rasgo consustancial a la prensa y a la política “occidental”, para quienes cien musulmanes no valen lo que un cristiano. Vienen dando muestran de que, en realidad, cien musulmanes no valen absolutamente nada. Ni siquiera una columna, ni un obituario.

“Estamos en continentes diferentes”, comenta Buscetta. Evidente. También estamos en dos lados distintos de la barricada, hasta tal punto de que, además, en algunos países tienen la osadía de condenar a los que alzan la voz, acusándoles de “apología del terrorismo y humillación a las víctimas”.

A eso se le llama “darle la vuelta a la tortilla” cuyas dos caras son la intoxicación de unos y el silencio de todos los demás, esos que se lavan las manos como Pilatos, como que la cosa no va con ellos.

Todo les va a ir estupendamente hasta que en una de esas vueltas la tortilla se caiga de la sartén.

(*) http://www.lexpressiondz.com/article/0/0-0-0/244915.html

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