Clase contra clase

Catalunya, aparta de mí este cáliz (3)

Tan importante como el acontecimiento son las gafas que nos ponemos delante de los ojos para verlo de una determinada manera, y si el acontecimiento es lo suficientemente importante, como ocurre ahora con el “procès”, lo que nos ponemos es una venda para no ver nada.

Las gafas y la venda se transforman luego en lo que decimos en nuestros comunicados, entrevistas y artículos que no hablan del acontecimiento mismo sino de nuestras dioptrías, de nuestro astigmatismo y nuestras cataratas.

Las mejores gafas las venden de saldo en las ópticas y algunas de ellas iluminan el mundo exterior a nosotros siempre del mismo color. En el caso de los seudomarxistas es un color monocromo. No necesitan una venda porque sólo son capaces de captar el negro, del que no se aperciben que ni siquiera es un color sino la ausencia del mismo.

El negro es el color de los difuntos y sus allegados, que guardan riguroso luto desde que el marxismo les abandonó para siempre. Es el caso de los zombies de Izquierda Undida, muertos vivientes que se arrastran para seguir sirviendo a sus amos de siempre.

El monocromo se llama así porque es siempre el mismo. El servicio doméstico siempre ejecuta exactamente las mismas prestaciones porque así se lo demandan los jefes. No tiene voluntad propia. Hace lo que le dicen y, por lo tanto, repite una y otra vez lo mismo que las clases dominantes: la culpa no la tienen los opresores sino los oprimidos.

Entonces no ponen a sus gafas a mirar hacia Madrid sino hacia Catalunya y lo que las televisiones les muestran es que allá no hay más que burgueses, tipos como Artur Mas asediados por la corrupción, los recortes y todo tipo de agresiones contra la clase obrera. ¿Cómo podemos defender a sujetos que son partidarios de la Unión Europea y de la OTAN?

Son las viejas antiparras del repertorio trotskista, que abre una trinchera en donde la burguesía siempre está en un lado y los obreros en el opuesto. En caso de apuro es un truco que vuelve al callejón sin salida que se ha puesto tan de moda: “ni unos ni otros”, “ni DUI ni artículo 155”, “ni Rajoy ni Puigdemont”

Claro que si nos quitamos la venda de los ojos de los ojos lo que vemos es algo distinto, millones de personas en la calle que no tienen nada de burgueses y que están siendo apaleados hasta el punto de que en Catalunya está ocurriendo lo que siempre ocurre en un país fascista: que los derechos nacionales pasan a un segundo plano frente a la represión, la Audiencia Nacional y las cárceles.

Si el repertorio de los cortos de vista es corto, muy corto, el de los fascistas no lo es menos porque para eso ganaron la guerra en 1939 y quien quiera apearles del burro tendrá que hacer lo propio.

Da igual que Usted sea un burgués o un proletario; da igual lo que pretenda conseguir ni los medios que utilice para ello; es lo mismo que cante un rap o cuente un chiste. Si no se calla la boca, su destino no va a cambiar: es la Audiencia Nacional.

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