China se acerca al abismo de la recesión económica

El confinamiento de Shanghai no ha sido tan publicitado como la Guerra de Ucrania, pero sus consecuencias negativas para la economía mundial son más importantes. Cuando la economía china estornuda, los mercados mundiales se resfrían.

La absurda política china de “cero covid” es la mayor sacudida económica del año. El gobierno de Pekín ha fijado un objetivo de crecimiento del PIB del 5,5 por cien para este año, un objetivo de imposible cumplimiento, a pesar de que es el menor desde los años noventa.

En el primer trimestre la economía china sólo creció un 4,8 por cien, pero el dato es anterior a los últimos confinamientos, que afectaron a varios centros económicos de China, entre ellos Shenzhen y Shanghai.

El crecimiento del PIB puede ser mucho menor de lo que indican los datos oficiales del primer trimestre. Las cadenas de suministro se han vuelto a romper, obligando a las fábricas a cerrar al no poder ser abastecidas por sus proveedores y no poder suministrar a sus clientes.

La tasa de paro se acerca al 6 por cien y en marzo las ventas minoristas, principal indicador del gasto en consumo, cayeron un 3,5 por cien, su mayor descenso desde abril de 2020, cuando China empezaba a salir de la primera racha de confinamientos.

Las importaciones cayeron en marzo por primera vez en más de un año, las exportaciones se ralentizaron y la producción industrial se está frenando.

El sector inmobiliario, un pilar de la economía china, continúa su caída. Tras estabilizarse a principios de año, las ventas de viviendas nuevas cayeron el mes pasado a su nivel más bajo en dos años. La promoción de viviendas cayó un 20 por cien más en el primer trimestre.

Esta primavera hay que esperar una desaceleración de la economía china que, muy posiblemente, acabará en recesión en el segundo trimestre de este año, lo que será un acontecimiento histórico.

El gobierno empezará a poner en marcha una política económica expansiva cuyo impacto será limitado si no se acaban los confinamientos. El viernes el banco central anunció que reduciría el coeficiente de reservas obligatorias de los bancos en 25 puntos básicos por primera vez este año. La medida es decepcionante, una señal de que Pekín aún no está preparado para sacar la artillería pesada para rescatar su economía.

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