Acabar con el capitalismo acabando con los tipos de interés

John Keynes
John Keynes fue un perro de presa de los monopolios. Su teoría económica, que estuvo de moda en la posguerra, fue elaborada para frenar la crisis general del capitalismo. Su obra más conocida, “Teoría general del empleo, el interés y el dinero”, la escribió en 1936 y acaba con unas conclusiones tituladas “Notas finales sobre la filosofía social a la que la teoría general puede conducir”.

¿A qué “filosofía social” se refería Keynes?, ¿a dónde conduce su “teoría general”? A lo que él, como tantos otros burgueses, aún hoy día, consideran como “socialismo”. Keynes es de los pocos que sabía que, ya en 1936, el capitalismo no tenía ningún futuro y que llegaría algo nuevo. A eso él lo llama “socialismo”. No es realmente socialismo, pero da el pego.

Keynes pretende que el capitalismo acabe de una manera elegante y lo llama “eutanasia dulce” porque cree que su “socialismo” llegará de esa manera, sin violencia (si es que se puede decir que la muerte no es violencia).

Más exactamente, Keynes se refiere a la eutanasia de lo que considera como un “poder opresivo acumulativo” de los prestamistas. Para acabar con esa opresión hay que suprimir los tipos de interés, porque “si a veces existen razones intrínsecas a la escasez de tierra, no hay ninguna razón intrínseca para la escasez de capital”.

Para Keynes los tipos de interés reducidos son la respiración asistida del prestamista, al que se propone exterminar. Para ello hay que recurrir a algo aún más drástico: los tipos de interés negativos. Ese es el final del capitalismo y el surgimiento de un nuevo modo de producción para Keynes.

En julio de 2012 la periodista Izabella Kaminska escribió algo parecido en el “Financial Times”: los tipos de interés negativos son la muerte del capital financiero y lo que es aún peor, el fortalecimiento de lo que llamaba “una distribución monetaria pública descentralizada o nacional”.

¿Estamos, pues, en la antesala del socialismo, como creía Keynes?

A pesar de ser los propietarios de los medios de producción, los burgueses como Keynes tienen un concepto equivocado de lo que es público (ajeno) y de lo que es privado (propio). Además, tienen un concepto equivocado de la economía “real” y de la economía financiera, que es el que trasladan a todos esos sectores pequeño-burgueses que llaman “anticapitalismo” al viejo socialismo utópico de la primera mitad del siglo XIX.

Son debates propios de ingenuos que vuelven una y otra vez, a pesar de que Marx los ridiculizó -entre otras- en el “Manifiesto Comunista”: socialismo pequeño burgués, socialismo feudal, socialismo verdadero… Keynes y los nuevos “anticapitalistas” encajan ahí a la perfección.

Las hipotecas han contribuido, además, a desatar una nueva fobia contra los bancos. Hasta los parlamentarios les exigen que concedan préstamos para estimular la economía “real”.

Todo esto resulta muy sorprendente cuando a los bancos centrales de las mayores potencias mundiales se les achaca la implementación de una política monetaria “neoliberal”, totalmente opuesta al socialismo. ¿Son socialistas hasta los neoliberales?

Desde el siglo XVIII en Inglaterra -y en otros países- algunas corrientes económicas burguesas han criticado a dos sectores sociales de las clases dominantes, los terratenientes y los banqueros (usureros), para favorecer a un tercer sector: la burguesía industrial. Incluso esas corrientes, como en el caso de Keynes, se presentan como partidarias del “socialismo” y de la economía “real”.

El capital financiero tiene muy mala prensa desde siempre. Ahora mismo parece que los bancos entorpecen el desarrollo del capitalismo y hay quien va más allá y habla de su “nacionalización”. Incluso en medio de la marejada, algunas medidas van en esa línea.

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