El hombre más influyente de la OPEP, el todopoderoso ministró saudí de Energía Alí Al-Naimi, dice que está dispuesto a dejar caer los precios aún más: hasta los 20 dólares en barril.
En una entrevista a la Agencia oficial de noticias de Arabia saudí asegura que el precio le da lo mismo y lo que es mucho peor: la opinión de Estados Unidos también le importa un bledo. Su explicación es pura teoría económica para que los estudiantes más neófitos del ramo tomen buena nota: a los productores de petróleo, como a cualquier otro productor, no le interesa reducir la producción sino todo lo contrario, dice el ministro.
A partir de estas declaraciones me asaltan varias conclusiones, todas ellas a contra-corriente de lo que suelen decir los titulares de los medios. La primera es que la teoría del agotamiento del petróleo («peak oil») es una de tantas quimeras seudoecologistas que los imperialistas se han sacado del bolsillo vacío de su imaginación. Al menos los paises productores de petróleo no tienen ningún temor de que se les acabe la gallina de los huevos de oro.
El segundo es para el consumo propiamente político: Arabia saudí pone como primer enemigo a Estados Unidos, lo cual confirma que ambos países han entrado en una fase de muy malas relaciones.
Los que dicen que la caída del precio del crudo es una turbia maniobra de Arabia saudí, que sigue indicaciones de Washington para perjudiciar a Rusia (y a Irán), también se equivocan. Al-Naimi pone a Estados Unidos entre sus enemigos. O al menos entre sus adversarios. O mejor dicho: entre sus competidores.
Un precio reducido del petróleo como el actual no interesa a los grandes monopolios petroleros estadounidenses porque los pozos en los que perforan tienen umbrales de rentabilidad del orden de los 80 dólares algunos de ellos, mientras que los costes saudíes están por debajo de los 20 dólares. La caída de los precios saca del mercado a los competidores de los saudíes.
Dicho de otra manera: la política saudí es abiertamente monopolista. Lo que tratan es de ganar cuota de mercado a costa de los monopolios norteamericanos tradicionales.
En términos marxistas: hay una superproducción de petróleo, el mercado está saturado y si se tiene que reducir la producción no será porque todos pierdan una parte alícuota de la tajada sino porque a algunos los tratan de expulsar del mercado. Los jeques del golfo quieren obligar a que Estados Unidos cierre los pozos que dejen de ser rentables al precio actual: 60 dólares el barril.