Yihadismo y petróleo: las dos caras de la misma moneda

En 2017, poco después de la toma de posesión de Trump en a Casa Blanca, el conglomerado petrolero saudí Aramco abrió oficinas en la provincia siria de Deir Ezzor.

Bajo la protección del ejército de los Estados Unidos y el Califato Islámico, Aramco comenzó a explotar 12 nuevos campos de petróleo y gas reconocidos por los satélites militares SAR (Radar de Apertura Sintética) de Estados Unidos.

Estos yacimientos de petróleo y gas representan importantes descubrimientos, que coinciden con el campo de Kirkuk en Irak y los mayores descubrimientos de petróleo en Arabia saudí.

De manera similar, ya en 2012 se descubrieron enormes depósitos de petróleo y gas en el Mar Mediterráneo, algunos frente a Gaza y otros frente a Chipre, pero los más grandes se encontraban tierra adentro en Siria, en las provincias de Latakia e Idlib, áreas que ahora están en manos del Califato Islámico y Al-Qaeda.

Antes de que las fuerzas aeroespaciales rusas eliminaran el tráfico de petróleo del Califato Islámico desde Siria e Irak (las famosas fotos satelitales de 12.000 camiones petroleros en línea que Estados Unidos nunca vio), se estaba produciendo un robo masivo de petróleo bajo la cobertura de los yihadistas.

Tras la entrada de Estados Unidos en Irak, los campos petroleros fueron saqueados durante años, un proceso que continúa hoy con la ocupación militar de Irak.

En noviembre de 2018 Trump anunció que los Estados Unidos “asegurarían el petróleo irakí” para desarrollar los yacimientos y llevar empresas estadounidenses.

El proceso comenzó 18 meses antes, pero la empresa no era estadounidense sino era saudí. Los 18 meses se dedicaron a identificar nuevos campos petrolíferos a ambos lados de la frontera, en Irak y Siria, y a asegurar la capacidad de explorar y explotar los nuevos descubrimientos bajo el disfraz de operaciones contra el Califato Islámico.

De hecho, no ha habido ninguna operación contra el Califato Islámico, sino más bien mercenarios contratados por Arabia saudí y Estados Unidos, que operan conjuntamente con la cobertura aérea y de artillería del Pentágono, para ocultar la explotación del petróleo de la región.

A finales de diciembre del año pasado, la situación de seguridad en Siria cambió drásticamente. Las fuerzas rusas tomaron el control de muchas bases petroleras estadounidenses en el norte de Siria y se desplazaron hacia Turquía en la frontera con Irak.

En ese momento no sabían que los movimientos reales venían del sur, de Al-Tanf y de la zona ocupada por Estados Unidos en la frontera con Jordania.

Luego, a principios de este mes, un inexplicable resurgimiento del Califato Islámico bloqueó las carreteras desde Palmyra hasta al Bukamal y a través de la región, fuerzas que no deberían existir. Esas fuerzas del Califato Islámico fueron desplegadas desde los campos de entrenamiento de Estados Unidos en la zona ocupada por sus tropas en el sur de Siria.

Su tarea consistía en asegurar las rutas de tránsito del equipo de perforación petrolífera para que transitara desde Arabia saudí, algunos también en tránsito desde el Irak, bajo la protección de Estados Unidos, a fin de cumplir con la política de Trump de “incautar el petróleo”.

El problema, sin embargo, es que no hay manera de construir y mantener estos nuevos yacimientos masivos de petróleo y gas en la actual situación política. Sería necesario que la provincia irakí de Anbar, tal vez también Nínive, se dividiera en una nueva entidad totalmente suní, como ocurrió a principios de 2014 cuando el Califato Islámico, dirigido principalmente por antiguos dirigentes suníes leales a Saddam Hussein, permitió que Aramco llevara a cabo operaciones a gran escala.

Para crear una situación política que facilite eso, el gobierno irakí, dirigido por los chiítas, tendría que ser desestabilizado y colapsar.

Desde 2018 el Primer Ministro irakí ha sido Adel Abdul Mahdi. Según Al Jazeera, “el recién elegido presidente irakí Barham Salih nombró al candidato chiíta independiente Adel Abdul Mahdi como primer ministro, poniendo fin a meses de estancamiento tras unas elecciones nacionales no concluyentes en mayo”.

La presidencia, tradicionalmente ocupada por un kurdo, es una posición puramente ceremonial, pero el voto de Salih en el parlamento el martes fue un paso clave para la formación de un nuevo gobierno.

De acuerdo con la constitución irakí, Salih, un ingeniero de 58 años con formación británica que ha servido en el gobierno federal irakí y en el gobierno regional kurdo, tuvo 15 días para invitar al candidato del mayor bloque parlamentario a formar gobierno. Eligió hacerlo menos de dos horas después de su elección.

Desde el derrocamiento de Saddam Hussein en 2003, en Irak el poder se ha repartido en tres pedazos. El puesto más importante, el de Primer Ministro, ha sido tradicionalmente ocupado por un chiíta, el Presidente del Parlamento por un suní y la presidencia por un kurdo.

El antiguo Vicepresidente, Ministro de Petróleo y Ministro de Finanzas, Abdul Mahdi tiene ahora 30 días para formar un gabinete y presentarlo al Parlamento para su aprobación.

Se enfrenta a la desalentadora tarea de reconstruir gran parte del país después de cuatro años de guerra con el Califato Islámico, curando las tensiones étnicas y sectarias y equilibrando las relaciones exteriores con los dos principales aliados de Irak: Irán y su rival, Estados Unidos.

Abdul Mahdi, de 76 años, es un economista de formación que dejó Irak en 1969 y se exilió en Francia, donde trabajó en grupos de reflexión y editó revistas en francés y árabe. Es hijo de un respetado dirigente chiíta que fue ministro durante la época de la monarquía irakí, que fue derrocada en 1958.

Estados Unidos no reconoce la autoridad del gobierno de Mahdi y, tras el asesinato del general Soleimani, rechaza las peticiones legales del gobierno de Mahdi para salir de Irak. Quería nombrar Primer Ministro a Abadi, que había hecho la vista gorda ante las fechorías cometidas por los estadounidenses durante su mandato.

Estados Unidos sólo reconoce la autoridad de Abadi, aunque éste reconoce la elección de Mahdi, felicitándolo por su elección.

Hoy en Siria estamos presenciando un resurgimiento masivo del Califato Islámico, no por la ausencia de esfuerzos estadounidenses contral Califato Islámico, sino más bien por el pleno apoyo de Estados Unidos al Califato Islámico.

También vemos por qué el petróleo sirio y el irakí también, no son descubrimientos menores sino masivos. También vemos una relación inexplicable con el ejército de Estados Unidos y una empresa privada saudí que tiene relaciones personales con el enviado de la Casa Blanca y el yerno de Trump, Jared Kushner.

También estamos investigando el asesinato de Soleimani y nos preguntamos si fue con la intención de provocar una guerra civil irakí que sería necesaria para que Arabia Saudita se apoderara de los campos de petróleo en Siria que están ocupados por tropas de Estados Unidos, o si fue una ocupación militar de Estados Unidos y el Califato Islámico.

https://journal-neo.org/2020/01/28/the-nasty-secret-behind-aramco-isis-and-trump-in-syria/

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