El Instituto de Guerra Moderna de West Point, que forma parte del Departamento de Formación Militar del ejército de Estados Unidos, ha publicado un informe sorprendentemente lúcido sobre las innovaciones militares que ha introducido Rusia en la Guerra de Ucrania.
El estudio confirma muchos de los principios característicos del ejército ruso desde los tiempos de la URSS, además de las adaptaciones que están revolucionando la guerra moderna, según reconocen en West Point.
En primera línea las tácticas actuales del ejército ruso han desconcertado a muchos observadores, que las han atribuido a la improvisación, a fracasos e incluso a errores de dirección. El informe destaca que, si bien se han producido, errores, como la retirada de Járkov, Rusia está adelantada a su tiempo en términos de avance estratégico militar conceptual.
El campo de batalla moderno, dice el Instituto, se ha convertido en un campo de unidades dispersas y fragmentadas, donde las concentraciones densas de tropas son extremadamente vulnerables a los ataques de precisión. La capacidad de detectar y atacar objetivos a distancias cada vez mayores y con una precisión cada vez mayor aumenta la vulnerabilidad de las concentraciones densas de tropas y, por tanto, limita la capacidad de llevar a cabo operaciones secuenciadas y concentradas a gran escala.
Para mejorar la capacidad de supervivencia, las condiciones actuales obligan a las unidades militares a dispersarse en formaciones más pequeñas, a atrincherarse, o a ambas cosas. Como consecuencia, el campo de batalla tiende a fragmentarse, ofreciendo una acción más independiente a las formaciones tácticas inferiores a medida que la profundidad del frente se amplía considerablemente.
Los estrategas militares rusos, dice el informe, se han anticipado correctamente a la evolución del campo de batalla actual. Como ilustra un estudio de décadas de historia, la estrategia militar soviética y rusa de las últimas décadas ha previsto correctamente una serie de implicaciones de los avances en armamento, así como en tecnologías de detección, que están afectando a la guerra en Ucrania.
El arte operativo soviético
El informe invoca repetidamente el famoso concepto soviético de “arte operativo” (1), desarrollado a partir de las teorías del teórico militar soviético Georgy Isserson (2). El arte operativo es una doctrina que pretende vincular los desarrollos tácticos locales con los objetivos operativos más amplios de la estrategia. Se trata de un replanteamiento doctrinal de la batalla en un marco similar al del ajedrez, en el que los movimientos de los peones individuales representan objetivos generales más amplios en lugar de un simple posicionamiento reactivo a nivel táctico.
En los estudios clásicos de la teoría militar, la estrategia y la táctica se han expuesto como disciplinas separadas y compartimentadas. Los generales centran su formación en el desarrollo de amplios objetivos estratégicos, el movimiento de grandes ejércitos contra las fuerzas de otras agrupaciones de ejércitos igualmente grandes y las teorías sobre cómo se afectan mutuamente. Los comandantes de unidad se centran únicamente en las tácticas locales, en cómo llevar a su pelotón o compañía a un objetivo determinado o atrapar a una unidad enemiga, ignorando por completo los aspectos estratégicos u operativos porque no son de su responsabilidad. Eso crea una especie de ejército desarticulado y compartimentado en el que cada tipo de pensamiento se delega en la parte responsable, pero los dos nunca están del todo conectados.
El arte operativo soviético trata de salvar la distancia enseñando un método de pensamiento estratégico que emplea “fines y medios” simultáneamente.
El nivel operativo de la guerra se sitúa entre la táctica, que implica la organización y el empleo de las fuerzas combatientes en el campo de batalla o cerca de él, y la estrategia, que abarca aspectos de las operaciones teatrales a largo plazo y de alto nivel, así como la dirección política. La URSS fue el primer país en distinguir oficialmente este tercer nivel de pensamiento militar, cuando se introdujo como parte de la teoría militar de las “operaciones profundas” que sus fuerzas armadas desarrollaron en los años veinte y treinta y utilizaron durante la Segunda Guerra Mundial.
El Instituto pone ejemplos de operaciones en profundidad tal y como las practicó el ejército soviético durante la Segunda Guerra Mundial, cuando crearon una línea de frente altamente escalonada en la que las fuerzas soviéticas atacaban a plena profundidad operativa para facilitar avances que los segundos escalones pudieran explotar. “Esto requería una enorme densidad de tropas a lo largo de una línea de frente ininterrumpida de varios escalones de profundidad, y la estructura de fuerzas del Ejército Rojo se organizó en consecuencia”, dice el Instituto.
Las innovaciones del mariscal Zhukov en el arte operativo
La primera innovación se produjo con la llegada de las armas nucleares en la década de los cincuenta. A partir de entonces cualquier guerra convencional a gran escala implicaría el uso de armas nucleares. Eso aumentó la vulnerabilidad de las concentraciones de fuerzas necesaria para llevar a cabo operaciones en profundidad. Según el mariscal Zhukov, las unidades necesitarían una mayor movilidad para aumentar su capacidad de supervivencia. Había que transformar las divisiones mecanizadas y de fusileros más grandes y engorrosas de la Segunda Guerra Mundial en divisiones de tanques y fusileros motorizados más pequeñas y móviles.
Ante el temor de que las concentraciones masivas de tropas fueran aniquiladas por las armas nucleares en el campo de batalla, el Ejército Rojo trató de transformar su estructura de fuerzas en organizaciones más flexibles y móviles.
En la década de los setenta, la persistente amenaza incluso obligó a los soviéticos a abandonar gradualmente las fuerzas profundamente escalonadas y densamente pobladas, “optando en su lugar por destacamentos tácticos más desplegados hacia delante y grupos de maniobra a escala operativa”.
Los cambios creados por esta nueva doctrina alteraron el ritmo de avance percibido. El anterior método de avance dejaba a las fuerzas a merced del fuego a gran escala, como las ya mencionadas armas nucleares, por lo que se esperaba que una nueva estructura organizativa “más suelta y móvil” consiguiera un ritmo de avance más rápido para mantener a las fuerzas acumuladas vulnerables durante menos tiempo.
La necesaria concentración de fuerzas para las operaciones ofensivas ya no debía lograrse mediante formaciones masivas, sino mediante movimientos rápidos desde posiciones dispersas y fuego cambiante, lo que aumentaba la importancia de las formaciones que operaban de forma independiente. En consecuencia, según la visión soviética, el campo de batalla estaría cada vez más fragmentado, ofreciendo más independencia de acción a los comandantes de las formaciones conjuntas.
Es lo que estamos viendo ahora en Ucrania, donde los comandantes rusos muestran una mayor libertad de movimientos sobre el terreno, lo que ha sorprendido a la propaganda occidental. La imagen del ejército soviético y ruso creada por los intoxicadores es la de un mando centralizado, burocrático y rígido, acompañado de un cuerpo de suboficiales incapaz de tomar decisiones independientes.
Es falso. El informe de West Point resalta que las unidades rusas tienen más independencia operativa, flexibilidad e iniciativa personal que sus homólogas occidentales, incluso que la capacidad de iniciativa de las pequeñas unidad militares está arraigada en las doctrinas militares de Rusia.
La línea del frente ha desaparecido
También forma parte de las tradiciones militares soviéticas y rusas los conceptos de guerra no lineal y guerra sin contacto. El informe de West Point refiere la historia del desarrollo por parte de la OTAN de la doctrina de la batalla aire-tierra, que se creó en los años ochenta para romper un supuesto estancamiento de las fuerzas soviéticas en una guerra en Europa. Para contrarrestarlo, la URSS desarrolló el famoso Reconnaissance-Strike-Complex y el Reconnaissance-Fire-Complex, su contrapartida táctica.
La doctrina de la batalla aire-tierra favorecía en gran medida a la fuerza aérea de la OTAN y el ataque en profundidad para eliminar las líneas secundarias y las “zonas de retaguardia” del Pacto de Varsovia. Fue la primera doctrina que se centró en este tipo de ataques profundos de precisión en la retaguardia, y contribuyó así a cimentar un nuevo paradigma de guerra.
El informe asegura que los soviéticos “trataron de mitigar la destructividad de esta nueva estrategia occidental (ataques en profundidad en la batalla aire-tierra) dispersando más las fuerzas en el campo de batalla, incluidos los elementos de apoyo logístico, para hacerlos menos vulnerables”.
Es otro anticipo de la guerra actual en Ucrania, donde mantener el impulso y lograr la concentración de fuerzas antes de la batalla es muy difícil. La elaboración doctrinal de la URSS ante el nuevo planteamiento de la OTAN culminó en la “batalla no lineal”, en la que batallones separados “tácticamente independientes” y regimientos y brigadas se enzarzan en choques y aseguran sus flancos por medio de obstáculos y fuego de largo alcance.
Las grandes unidades, como las divisiones y cuerpos de ejército, pueden influir en la batalla utilizando sus reservas y sistemas de ataque de largo alcance, pero el resultado se decidirá por las acciones de batallones, regimientos y brigadas conjuntos que luchan por separado en varios ejes en apoyo de un objetivo común. Los combates tácticos son aún más destructivos que en el pasado y se caracterizan por no ser lineales. La línea del frente desaparece y no hay refugios ni retaguardia profunda.
En Ucrania los batallones y regimientos “tácticamente independientes” luchan bajo la influencia de formaciones convencionales sólo de manera auxiliar y el resultado lo decidirían esas pequeñas fuerzas y sus operaciones independientes. El frente de guerra convencional ha dejado de existir y lo sustituyen las “zonas de combate” aparentemente desconectadas.
La guerra sin contacto
El ejército ruso creó el concepto de “guerra sin contacto” por influencia de las guerras de la OTAN en Irak y Yugoslavia, en las que se produjeron “ataques aeroespaciales masivos”.
Según el general Vladimir Slipchenko, uno de los teóricos militares rusos más influyentes de las últimas décadas, la Operación Tormenta del Desierto fue la primera manifestación del creciente uso de armas de largo alcance. El propio concepto de guerra de sexta generación de Slipchenko señalaba la informatización de la guerra y el creciente uso de armas a distancia.
La mayor capacidad para encontrar y atacar objetivos a mayor velocidad y a mayor distancia, lo que ahora se denomina la cadena de muerte en los ejércitos occidentales, convertiría las tradicionales concentraciones masivas de tropas en una empresa peligrosa. Slipchenko hizo hincapié en que todos los conceptos clásicos de un campo de batalla se borrarían gradualmente debido a la naturaleza impredecible y general de los sistemas de ataque modernos. “Conceptos fundamentales como ‘frente’, ‘retaguardia’ y ‘línea de vanguardia’ están cambiando […] Han quedado obsoletos y han sido sustituidos por sólo dos frases: ‘objetivo’ y ‘no objetivo’ para un ataque a distancia de alta precisión”.
En lugar de enormes formaciones escalonadas que se alinean en el campo de batalla para realizar avances con el fin de perturbar las zonas C2 de retaguardia, como los cuarteles generales, se utilizan ataques profundos en la retaguardia del campo de batalla. Este cambio no se debe simplemente a la “conveniencia” de los modernos sistemas de ataque profundo, sino más bien al hecho de que incluso la creación de concentraciones locales de tropas lo suficientemente grandes como para lograr avances convencionales de “batalla profunda” ya no es posible debido a las capacidades de los modernos sistemas ISR (inteligencia, vigilancia y reconocimiento) y las doctrinas relacionadas de estilo “recon-fire-complex” para eliminar tales concentraciones.
El Instituto de West Point señala que una serie de teóricos militares rusos modernos como Bogdanov, Chekinov, Kartapolov y Guerasimov han desarrollado posteriormente estas teorías en conceptos como “guerra de nueva generación”. Dos de los teóricos mencionados, Chekinov y Bogdanov, escribieron un artículo sobre el tema, que se titula precisamente “La naturaleza y el contenido de una guerra de nueva generación”, traducido al inglés y publicado en la revista Military Thought (3).
La experiencia de la Guerra del Golfo
En la Guerra del Golfo que estalló a principios de los noventa, el ejército irakí utilizó su obsoleta estrategia de enfrentamiento posicional inflexible que no era rival para las nuevas formas y métodos de guerra utilizados por Estados Unidos y sus aliados. Esta estrategia contribuyó en última instancia a su desastrosa derrota.
La Guerra del Golfo fue una demostración práctica de que la superioridad tecnológica en armamento podía anular la ventaja numérica del enemigo en armas que hacía tiempo que habían madurado. Fue la primera vez en la historia de la guerra que formidables fuerzas terrestres de medio millón de hombres no luchaban para ganar. Sólo se desplegaron plenamente en los últimos días de la guerra, cuando el ejército irakí estuvo a punto de ser rematado por ataques aéreos y de misiles que duraron semanas.
La primera guerra de la nueva era de alta tecnología fue diferente de todas las guerras que la precedieron en muchos aspectos críticos: no había líneas claras de demarcación entre las fuerzas adversarias; los flancos de los beligerantes estaban expuestos; sus órdenes operativos de batalla tenían grandes brechas indefensas, sus elementos de combate separados por una distancia considerable entre sí; el atacante tenía una superioridad abrumadora lograda por armas de alta tecnología; se utilizaron armas de largo alcance y alta precisión a gran escala, especialmente en un momento en el que las fuerzas agresoras estaban tomando la iniciativa estratégica y obteniendo una superioridad absoluta en el aire; las fuerzas de la coalición atacaron de forma regular y selectiva objetivos enemigos clave, instalaciones económicas vitales de importancia militar y centros de control civiles y militares, y destruyeron sistemas de soporte vital en todo el territorio enemigo para obligar al defensor a deponer las armas.
Otro rasgo distintivo de la agresión contra Irak fue que las fuerzas de reconocimiento, fuego, electrónica y guerra de la información de diferentes ramas y armas del servicio se integraron por primera vez en un sistema de reconocimiento y ataque compartido y distribuido espacialmente que hacía un amplio uso de la moderna tecnología de la información y de los sistemas automatizados de control de tropas y armas.
Según West Point, la Guerra del Golfo no empleó formaciones clásicas similares a la forma en que generalmente se han librado las guerras hasta la fecha. No fue como una guerra de la era napoleónica en la que había líneas claramente definidas entre los dos ejércitos, diferenciaciones exactas entre unidades diseñadas para defender los flancos frente a unidades de vanguardia de asalto que se enfrentaban en una línea de contacto bien marcada. Con la llegada de los modernos sistemas de integración y control centrados en la red, la fuerza adversaria fue destruida sin desplegar formaciones convencionales.
Se podría pensar que la URSS hizo lo mismo en Afganistán, pero eso fue diferente porque se trataba de una guerra contra una fuerza irregular, no contra un país con un ejército permanente y convencional. La guerra de Afganistán no se libró contra el propio Afganistán ya que Rusia estaba del lado del gobierno y a petición suya. Luchaban contra los talibanes. En la Guerra del Golfo, en cambio, Estados Unidos y sus socios se enfrentaron a una fuerza armada tradicional y un gobierno legítimo.
En Ucrania han comenzado las guerras de última generación
Según el Instituto de West Point, la Guerra de Ucrania es un “conflicto entre iguales”, porque Occidente ha armado al ejército de Kiev con todos sus sistemas más avanzados. Es la primera de la historia en que dos fuerzas parecidas, modernas, utilizan sistemas modernos capaces de atacarse mutuamente con toda la profundidad operativa y con un alto nivel de precisión. Estados Unidos nunca ha librado una guerra de este tipo, ni tampoco la OTAN.
Esto significa que Rusia está librando actualmente la guerra más compleja y difícil de la era moderna. Es la culminación y la colisión de las dos doctrinas de larga data de la batalla aire-tierra de la OTAN y el complejo de reconocimiento-ataque de Rusia. Se han pasado décadas teorizando sobre cuál de estos sistemas opuestos ganaría en un posible choque de gigantes, y lo estamos viendo en tiempo real.
Las conferencias de Philip Karber en Westpoint (4) reconocen que Estados Unidos estaría en una posición muy mala en un campo de batalla como el de Ucrania, ya que las tácticas de distribución no funcionarían para las unidades del ejército de Estados Unidos cuya contaminación de señales es mucho más grande que la de cualquier otro país del mundo. Esto significa que todos los puestos de mando de retaguardia, áreas C2, etc., se iluminarían como árboles de Navidad en los sensores. Si los drones rusos son capaces de rastrear a los ucranianos a través de las débiles señales de una tarjeta de teléfono SIM, el cuartel general de un batallón estadounidense, con su propia batería de enrutadores wifi 5G en red, sería rapidamente detectado.
Karber señala que el ejército ruso se ha adaptado a este campo de batalla moderno. Su guerra electrónica ha neutralizado en gran medida los ataques Himar, mientras la infraestructura C2 se ha vuelto más resistente a tales ataques, en general.
(1) https://en.wikipedia.org/wiki/Operational_level_of_war
(2) https://ru.wikipedia.org/wiki/Иссерсон,_Георгий_Самойлович
(3) https://www.frstrategie.org/sites/default/files/documents/programmes/observatoire-armee-de-terre-2035/publications/2020/obsat-2020-1.pdf
(4) https://www.youtube.com/watch?v=_CMby_WPjk4&t=2547s
Queridos mpr21, como aporte subí justo ayer a libgen los principales escritos de Isserson, traducidos de la edición yanki, y como bonus extractos de su trabajo de vejez sobre Tukhachevsky (del que era un admirador).