Una guerra antimperialista en el siglo XIX: la guerra del Paraguay

Darío Herchhoren

Lo que se conoce como «guerra del Paraguay», o «guerra de la triple alianza», o «guerra de la triple infamia», se desarrolló entre los años 1865 y 1870; pero en realidad comenzó muchos antes. Comenzó con las invasiones inglesas de 1806 y 1807, cuando la flota inglesa ataca Buenos Aires, y pretende hacerse con el control del Virreynato del Río de la Plata, que por entonces abarcaba la actual Argentina, Paraguay, Uruguay y lo que se llamaba entonces el Alto Perú, que es la actual Bolivia. Un territorio vastísimo, que encerraba enormes riquezas.

El imperio inglés trabajaba desde hacía mucho tiempo con el objeto de liquidar el imperio español, y fomentaba de todas las maneras posibles las sublevaciones nacionales de los pueblos oprimidos de América, con el objeto inconfesable de «heredar» el imperio español.

A tal efecto trataba de influir sobre oficiales del ejército español de origen criollo, con los cuales organizaba logias secretas donde se inculcaba a esos oficiales ideas de libertad al estilo de las que había difundido la Revolución Francesa de 1789; pero con el agregado subliminal de fomentar la «libertad de comercio», y contra el férreo monopolio que había establecido el estado español. Dicho monopolio era en realidad una valla contra la introducción de manufacturas que no fueran españolas y servía de freno a la expansión colonial del imperio inglés.

Pero las invasiones inglesas de 1806 y 1807 fracasan estrepitosamente, y se produce en mayo de 1810, lo que se conoce como «Revolución de Mayo de 1810», siguiendo el ejemplo de las sublevaciones de Tupac Amaru y de Cochabamba y Chuquisaca en el Alto Perú, en los años inmediatamente anteriores, a raíz de las invasiones napoleónicas de España y Portugal y las consiguientes abdicaciones de Carlos IV y Fernando VII. Pero ya estaba incubándose el huevo de la serpiente; que estaba representado por los intereses de los comerciantes del puerto de Buenos Aires, que conformaban ya entonces una clase social ligada a las importaciones de manufacturas europeas, que perjudicaban notablemente a las industrias artesanales criollas.

Este perjuicio lo sufrían sobremanera los artesanos del Paraguay, cuyo único contacto con Europa era el río Paraná. Dicho río nace en la selva brasileña, y es navegable en todo su curso, hasta desembocar en el Río de la Plata, y de allí a mar abierto, es decir al mundo entero.

Esa es la razón por la cual los comerciantes y artesanos paraguayos han sido y siguen siendo en la actualidad defensores de la soberanía de los estados ribereños del Río de la Plata, y del Paraná que es y era en su tiempo el único medio de comunicación por vía marítima entre Paraguay y el resto del mundo.

Debe tenerse presente que Paraguay es un país mediterráneo, es decir que no tiene salida al mar salvo mediante la navegación del Paraná, donde está el puerto de Asunción.

Ante los acontecimientos de Buenos Aires de 1810, las autoridades criollas de Paraguay, que formalmente seguían siendo parte de las «Provincias Unidas del Sur», se mantienen recelosas y no envían diputados ante las nuevas autoridades surgidas de la Revolución de Mayo, en una actitud que la Junta de Buenos Aires considera hostil, lo que lleva a que se organice una expedición militar para meter en cintura a la provincia rebelde.

Esa expedición a cuyo frente está el General Belgrano es derrotada militarmente en las batallas de Tacuarí y Curupaytí y la brecha entre el nuevo estado surgido de la Revolución de Mayo y la provincia rebelde de Paraguay se hace cada vez más honda.

Pero lo que en principio es que la mediterraneidad de Paraguay es un inconveniente para la recepción de manufacturas, termina siendo en realidad una defensa natural, que permite el surgimiento de una industria artesanal importante, ante la imposibilidad de recibir mercancías del exterior.

Es aquí justamente cuando comienza la cuenta regresiva que termina trágicamente con la destrucción del Paraguay por el imperialismo inglés por medio de sus vicarios, que eran los gobiernos de Argentina, Uruguay y sobre todo Brasil que actuaban como sicarios de Su Majestad Británica, y consuman uno de los mayores crímenes de lesa humanidad que se hayan conocido en el siglo XIX en América  Latina, y que acabó con la vida de dos tercios de la población paraguaya. El mantener una política de defensa del interés nacional a ultranza necesita sin duda la toma de medidas muchas veces durísimas, la formación de un ejército poderoso, armar al pueblo, formar oficiales con gran sentido patriótico, y sobre todo no ceder un ápice tanto ante el enemigo exterior como ante sus cómplices interiores. Hacía falta una dirección política esclarecida y fuerte, y que tuviera un importante arraigo entre la población. Estamos hablando de una revolución social, y de un líder que la conduzca con mano de hierro.

Ese líder revolucionario que conducirá al Paraguay a las más altas cotas de desarrollo a que jamás había llegado país alguno en Sudamérica fue José Gaspar Rodríguez de Francia, conocido también por el doctor Francia.

El doctor Francia había estudiado Teología y Derecho en la Universidad de Córdoba (Argentina), y se había doctorado en ambas carreras. Había nacido el 6 de enero de 1766, diez años antes de que por Real Cédula del Rey de España se creara el Virreynato del Río de la Plata, que se produjo en 1776.

Terminada su carrera vuelve a su ciudad natal Asunción, y gana una oposición a Secretario del cabildo de Asunción. A raíz de la Revolución de Mayo de 1810 en Buenos Aires, participa de los hechos que tienen lugar como su consecuencia, y se rodea de algunos jefes militares que lo siguen. Está imbuido de las ideas de la Revolución Francesa, es antimonárquico, y posee una vasta cultura histórica y política. Conoce la historia del imperio romano y sus instituciones. Con el apoyo de los militares, se crea como poder ejecutivo el Consulado, al estilo romano y luego napoleónico, y es designado cónsul con plenos poderes, siendo asesorado por el Cabildo, que está formado por los principales contribuyentes del país. Pero el Doctor Francia usó esos poderes a favor del Paraguay y su pueblo. Expropia a los grandes latifundistas, despoja de la propiedad de la tierra a los españoles europeos, cuyas tierras pasan a ser propiedad del estado; descabeza a la cúpula de las milicias, integrada por oficiales españoles europeos, obliga al clero a no reconocer mas autoridad que la de los obispos paraguayos sin reconocimiento alguno al papa de Roma, paga un sueldo a los sacerdotes que pasan a ser empleados del estado igual que los maestros, establece la enseñanza primaria obligatoria, gratuita y laica, crea nuevas milicias con campesinos y artesanos, y democratiza los cabildos quitando la obligatoriedad de ser contribuyente para integrarlos, con lo cual promueve el ingreso de obreros rurales, artesanos y campesinos en la administración pública.

El Doctor Francia es consciente de que estas medidas de gobierno traerán enemistades sobre todo por parte de las potencias afectadas por esa política, que eran en ese orden el Imperio Británico, el emperador del Brasil Pedro I, y la oligarquía argentina, y por eso manda construir fundiciones de hierro para construir cañones, con el hierro que se explota en la región del Guayrá, levanta fortalezas a la entrada de las principales ciudades y manda construir la famosa fortaleza de Humaitá para defender el puerto de Asunción.

Paralelo con esto arma milicias populares, que van armadas con los pocos fusiles que consigue, y con gruesos garrotes de madera, que se irán sustituyendo por las armas que irán fabricando los artesanos. Es así como se desarrolla una industria importante donde se fabrican con maderas del país las cureñas para los cañones, los fusiles, y los barcos que en principio son de madera y mas tarde serán de metal.

Sin duda Paraguay y el Doctor Francia son un peligro para la «democracia» de la época, y un muy mal ejemplo que hay que combatir.

Debemos tener siempre presente que Paraguay es un país mediterráneo, enclavado en la selva, y rodeado de enemigos, algunos de ellos muy poderosos como el imperio del Brasil, y que para mayor peligrosidad era un fiel servidor del imperio británico.

El Doctor Francia lleva un control estricto del comercio exterior, sobre todo de la exportación de yerba mate, de tabaco torcido (elaborado en cigarros y picadura) y fundamentalmente de maderas, que eran muy codiciadas en el mundo entero para elaborar muebles e instrumentos musicales.

Como corolario de todo esto, el gobierno de Paraguay establece un sistema de becas para que jóvenes paraguayos estudien en Europa y adquieran conocimientos que luego volcarán en su país. Es así como Paraguay tiene una gran cantidad de ingenieros, químicos, físicos e investigadores, que desarrollarán su país en los años siguientes.

Pero el Doctor Francia, que gobierna desde 1814 hasta 1840, muere en ese año, y es reemplazado por Carlos Antonio López, que era su secretario, y que sigue su misma política. Durante su gobierno Paraguay fabrica y exporta telescopios para explorar el cielo, cosa muy poco conocida y se tienden los primeros ferrocarriles de América, fabricándose en Paraguay locomotoras y vagones ferroviarios de carga y de pasajeros. Esto es un hito no solo de la historia de Paraguay sino de América Latina toda.

Carlos Antonio López muere en 1862, y es reemplazado por su hijo, el famoso Mariscal Francisco Solano López, que no solo sigue la misma política de los anteriores, sino que amplía la misma. En Paraguay se fabrica papel y se utiliza zumo de naranjas ácidas para blanquearlo, se fabrican laminados de hierro y buques artillados de metal, sus habitantes saben leer y escribir y los salarios que se pagan son los mejores de Hispanoamérica. Se crea el Banco de la Nación Paraguaya, y se establece que el peso paraguayo valga media esterlina. Todo esto era ya intolerable, y el imperio británico decide que ha llegado la hora de bajar el pulgar a Paraguay y acabar con esos atrevimientos. ¡Que se creen esos indios guaraníes!

El imperio brasileño comienza una serie de provocaciones en las fronteras con Paraguay, y este se defiende hundiendo varias cañoneras brasileñas. Es la guerra. El gobierno de Francisco Solano López pide permiso al gobierno argentino para atravesar con su ejército la provincia de Corrientes y atacar Río Grande del Sur, territorio brasileño donde la población era de origen guaraní y lograría su apoyo para la causa paraguaya, pero el ejecutivo argentino, ejercido por el cobarde servidor del imperio británico y fundador de la oligarquía argentina y del diario La Nación, el General Bartolomé Mitre se lo niega.

Ante eso, el Mariscal López comete un error, y atraviesa la provincia de Corrientes con el ejército paraguayo, y es aclamado por el pueblo correntino que lo recibe como a un libertador.

La oligarquía argentina no podía tolerar semejante situación, y declara la guerra a Paraguay, que se defiende con dientes y uñas, y hace retroceder al ejército argentino que sufre numerosas bajas. Hay un encuentro entre el Mariscal López y el General Mitre para lograr la paz, pero Mitre, fiel sirviente de Inglaterra pone tales condiciones que son inaceptables y la guerra continúa; pero en ella ya participan tropas uruguayas y brasileñas y a pesar de la heroica resistencia paraguaya, finalmente Paraguay pierde esa guerra. La guerra del Paraguay dura cinco años desde 1865 hasta 1870; y el ejército de la Triple infamia, acaba con la vida de las dos terceras partes de los habitantes del Paraguay. En su avance dicho ejército iba desmontando todas las industrias y talleres y eso es revelador del objetivo que tenía, que era el de aniquilar y destruir a un país y a un pueblo que había elegido ser libre y desatarse de las ataduras del imperialismo. El Mariscal Francisco Solano López muere heroicamente en Cerro Corá en 1970. Paraguay nunca logró recuperarse de esa derrota, y hoy se ha convertido en una colonia de los EEUU y de Israel.

Estimado lector ¿te suena esto? ¿No estamos ante hechos parecidos en el siglo XXI?

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