Una gangrena social: los que viven del odio de los demás (que va cada vez a más)

Juan Manuel Olarieta

Los días 12 y 13 de diciembre el Consejo General de la Abogacía organizó unas jornadas sobre los llamados “delitos de odio” que, en realidad, no eran otra cosa que una tapadera de los manejos de la Open Society. En otras palabras, el dinero de Soros convierte a los abogados en mariachis de su concierto, que en todo el mundo es exactamente el mismo.

Por eso quien abrió las jornadas fue Cristina Goñi, la delegada local de Soros, y en tal gazpacho no podía faltar Leila Nachawati, como tampoco sus típicas y desvergonzadas menciones contra Siria, donde a medida que el yihadismo es derrotado, “la impunidad avanza”.

Para Nachawati es una pena que el imperialismo y sus secuaces yihadistas estén perdiendo la guerra y lo que avance sea… la impunidad. Hay que tener la cara más dura que el cemento para decir esas cosas en público.

Pero si nos ponemos a hablar de odio, da lo mismo referirnos con el mismo desparpajo a otra “guerra”, la de Catalunya, para lo cual este año el Ministerio del Interior ha creado (tomen nota) una “Oficina Nacional de Lucha contra los Delitos de Odio”, aunque este tipo de cosas siempre hay que leerlas bien: se trata del odio de los catalanes (independentistas) al fascismo (o sea, a España, que viene a ser lo mismo).

¡Animaos! ¿Os insultan?, ¿os llaman fachas? ¡Denunciad! Tenéis un teléfono, un correo electrónico y un amable funcionario que os atenderá para tomar nota de que sois víctimas de la chusma catalanista (1). Si vivís en Oakland, no os preocupéis porque en Estados Unidos la policía también está preocupada por el odio y ha abierto una línea telefónica específica para denunciar este tipo de delitos (2).

¿No tenéis suficiente coraje? No importa. Para esos menesteres están los vividores del Movimiento contra la Intolerancia, que en mayo denunciaron por odio a Quim Torra por sus mensajes en Twitter y en octubre al historiador Agustí Colomines, dirigente de la Crida Nacional per la República. ¡Que no falten denuncias!, ¡ahora cualquier cosa se arregla con una buena denuncia!, ¡contratad a un abogado que os asesore bien!

El siguiente paso es llevar un registro de denuncias, atestados, sumarios, juicios, condenas y demás para demostrar que el odio es como el cambio climático: siempre va para arriba. La gangrenas también funcionan de esa manera: lo que avanza no es lo sano sino lo podrido, y en este perro mundo todo se pudre cada día un poco más.

En una payasada de este calibre no podían faltar las redes sociales, que es donde el odio se propaga, como el cólera en medio de la mugre. Es otro tópico, que se suele denominar como “sembrar el odio”. Así la revista Shangay titulaba el mes pasado: “El autobús tránsfobo de Hazte Oír vuelve a sembrar el odio en una ‘gira’ por toda España” (3).

Este tipo de estupideces no explican lo fundamental: por qué se propaga el odio y no la compasión o la misericordia. Los expertos nunca explican ese tipo de cosas: ¿por qué siempre se propaga lo malo y nunca lo bueno?

Pues bien, en internet ya no debe quedar más que el odioso odio y por eso Miguel Camacho, cabecilla de la “Oficina” del Ministerio de Interior previno en su charla: “Todavía queda mucho por hacer”, o sea, tenemos faena para rato, el trabajo está asegurado y, por lo tanto, buenos sueldos de por vida (siempre que el odio arrecie).

Pero del odio no sólo viven las ONG, los abogados, los funcionarios del Ministerio de Interior, la policía, la guardia civil, los municipales, las autonómicas, sino los fiscales, los jueces y toda una parafernalia de burócratas especializados en “detectar los contenidos tóxicos en las redes para poder hacer un seguimiento de los mismos”, es decir, personas que viven de echar un vistazo al ordenador cada mañana.

Cuando se trata de odio, internet añade una nueva especie de vividores, los informáticos, ese subgénero de la humanidad que cree (firmemente, según parece), como Francisco Pérez, del “Instituto Nacional de Seguridad”, que hay “soluciones tecnológicas” a los delitos de odio en la red, aplicaciones capaces de “identificar los sentimientos no solo a nivel escrito sino también a través del habla”.

A ese tipo sólo le faltó decir: si no estás seguro de los verdaderos sentimientos de tu pareja, dile que te envíe un “whatsapp” y un algoritmo descifrará su corazón. ¡Infalible!

(1) https://www.elnacional.cat/es/politica/ministerio-interior-denuncia-delito-odi_215730_102.html
(2) https://www.telemundoareadelabahia.com/noticias/destacados/Lanzan-linea-telefonica-para-denunciar-crimenes-de-odio-en-Oakland-500155161.html
(3) https://shangay.com/2018/11/06/autobus-hazteoir-odio-lgtb/

Más información:

– Odio, discurso de odio, delito de odio, grupo de odio
– Alemania censura miles de sitios de internet tras la aprobación una ley contra el odio
– Nunca podremos recoger el trigo si antes no lo separamos de la cizaña

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