Tras un acuerdo de paz siempre llega una matanza

Niño asesinado en Hula, Siria, mayo de 2012
Si, en Siria cada vez que alguien firma un acuerdo de paz, es como para echarse a temblar porque después siempre llega una matanza. Pero lo peor es que las matanzas las cometen los mismos que firman la paz. Ha llegado un punto en el que los sirios ya no tienen miedo a la guerra sino a la paz.

El 7 de setiembre los estadounidenses y los rusos firmaron uno de esos acuerdos de paz y se produjo el ataque de la “coalición” al ejército sirio en Deir Ezzor, matando a más de 60 soldados.

Los aviones de la “coalición” se habían equivocado. Le puede pasar a cualquiera. Vas a matar a alguien y acabas con el vecino de al lado que no tenía nada que ver.

Los que no se equivocaron fueron los rusos que, por su parte, unos días después bombardearon un convoy de ayuda humanitaria. Los rusos no se equivocan: donde ponen el ojo ponen la bala.

Suponemos que quienes estén habituados a escuchar este tipo de relatos en los noticiarios se quedarán perplejos. Si no quieren la paz, ¿para qué firman tantos acuerdos y treguas?

Ya hemos perdido la cuenta del número de altos el fuego que se han firmado en Siria. Tampoco somos capaces de recordar el sinfín de ONG humanitarias que desempeñan su benéfica tarea en medio de los tiroteos y bombardeos.

Es la guerra más pacífica y humanitaria que recordamos desde la guerra de Troya. Al principio, cuando la Primavera de 2011, los moderados dijeron que eran pacifistas y que en Siria una guerra civil era impensable, pero hasta el momento lo impensable ha costado unos 300.000 muertos.

Ya nadie se acuerda de que, al principio, la guerra se justificó por razones humanitarias, porque Bashar Al-Assad era un dictador sediento de sangre y había que impedir las matanzas. El remedio es peor que la enfermedad.

En 1945 la Carta de la ONU se firmó para garantizar la paz entre los Estados, la resolución pacífica de conflictos y para impedir que unos Estados se mezclaran en lo que entonces se llamaban los “asuntos internos” de otros.

Tras la caída de la URSS el mundo ya no conoce “asuntos internos” sino todo lo contrario. Ahora los profesores de Derecho Internacional engañan a sus alumnos diciéndoles que existe un fantasmal “derecho internacional humanitario” que obliga a una no menos fantasmal “comunidad internacional” a acabar con los dictadores y las dictaduras para evitar la represión, las detenciones, las torturas, la censura y demás violaciones de los derechos humanos.

Tras la masacre de Hula en mayo de 2012 en la que murieron más de 100 personas, de las que unos 40 eran niños, los medios de todo el mundo reprodujeron las declaraciones de un superviviente de 11 años que se permitía increpar a la “comunidad internacional” con un discurso perfectamente aprendido y argumentado: “el gobierno nos está asesinando y Ustedes no hacen nada por impedirlo”.

La “comunidad internacional” se conmovió por relatos como éste y otros parecidos. Sus respectivos gobiernos, siempre atentos al sentir de la ciudadanía, también se pusieron en marcha, prepararon aviones, munición, misiles…
Pero cuatro años después las matanzas siguen igual, es decir, la guerra ha fracasado porque no ha podido impedir las matanzas sino que más bien parece que las ha alimentado.

Pero en este punto el lector tiene que ser un poco sutil para no confundir una matanza con una guerra y resignarse a admitir la conclusión evidente del “derecho humanitario”: es peor una matanza que una guerra.

Tanto las matanzas como las guerras son siempre culpa de los mismos. En la guerra siempre matan los mismos, y cuando eso no ocurre es por error, que es la teoría que inventó el Ministro del Interior, Martín Villa, durante la transición: “lo nuestro son errores, lo de los demás son crímenes”.

Este es el fundamento del nuevo “derecho humanitario” que enseñan en las universidades, aunque les faltan algunos detalles por pulir. Por ejemplo, en la matanza de Hula ocurrió lo mismo que ahora: el gobierno sirio firma una tregua y unos días después ejecuta la matanza (o se la imputan que tanto da).

Las matanzas, además de acabar con las vidas humanas, acaban también con los acuerdos de paz. Los que nunca han cometido matanzas, como la de Hula, son los moderados del “ejército libre de Siria”. No necesitan ese tipo de atrocidades porque ellos no han firmado ninguna paz. Están contra la paz; por eso no cometen matanzas sino que hacen guerras.

“Si vis pace, para bellum”.

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