Todas las guerras tienen que terminar… aunque no se sepa el día

Hace veinte años el Congreso de Estados Unidos aprobó una ley para autorizar el uso de la fuerza militar en el extranjero, llamada AUMF. Era la epoca de la Guerra de Irak y la “guerra contra el terrorismo” que se han convertido en situaciones permanentes.

Por eso quieren reformar la ley y consolidar la presencia de tropas en los cinco continentes. El gobierno de Biden necesita una autorización amplia e ilimitada para llevar la guerra a cualquier país, aunque con el paso del tiempo los pretextos están un poco desacreditados. La Casa Blanca habla de la “lucha” contra Al Qaeda, el Califato Islámico y los “grupos terroristas” del continente africano.

El plan es reducir la nómina de “grupos terroristas”, de los que hay que excluir a los talibanes, que ahora son el gobierno de Afganistán. Los talibanes no son terroristas como Al Qaeda y el Califato Islámico, según el Pentágono. “Tampoco creemos que sea necesario incluir a los talibanes en el AUMF nuevo o actualizado. Estados Unidos no participa actualmente en la lucha contra los talibanes”, dice una declaración presentada al Congreso.

Por arte de magia del Pentágono, los talibanes ya no son terroristas sino que luchan contra el terrorismo. “Los dirigentes talibanes están comprometidos a tomar medidas contra los terroristas que operan en Afganistán -de conformidad con sus compromisos de Doha- y, de hecho, vemos su mayor capacidad en este sentido”, añade la declaración.

El reciente debate en la Comisión de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes se centró, entre otras cosas, en la validez de la ley, calificada desde hace varios años de “autorización para una guerra sin fin”. El diputado Ken Buck, que dirige un grupo de trabajo sobre la reforma de la ley, insistió en que el nuevo texto debería especificar explícitamente un límite de tiempo, lo que le permitiría evaluar continuamente la necesidad de la fuerza militar.

También suscita polémica la cuestión de si, en lugar de reducirse, la AUMF debería ampliarse a las milicias chiítas en Siria e Irak, que según la retórica de los medios estadounidenses, cuentan con el apoyo de Irán.

Naturalmente, en medio de las actuales tensiones en Gaza, a la Casa Blanca le preguntan cada vez más si movimientos como Hamas, que lucha contra la ocupación sionista, o Hezbolah, deberían ser incluidos en el listado de “terroristas”. Hasta ahora la respuesta sigue el guión previamente establecido hace veinte años: Estados Unidos sólo apunta a las organizaciones herederas de Al-Qaeda.

Pero algo ha cambiado desde los tiempos de Obama que, en un discurso de 2013, prometió que no ampliaría la vigencia temporal de la AUMF porque todas las guerras tienen que terminar… aunque no se sepa el día.

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