Se multiplican las acusaciones contra la policía francesa por violar a los detenidos

Cuando aún no se ha apagado el eco de las manifestaciones por la violación del joven negro Theo Luhaka, en la localidad de Bobigny, cercana a París, se ha abierto otro juicio esta mañana contra otro policía acusado de violar a otro detenido con su porra en 2015.

Durante la detención, uno de los policías le introdujo su porra por el recto a un joven de 27 años en el furgón en el que le encerró para trasladarle a la comisaría.

Lo mismo que en el caso de Theo Luhaka, el detenido también tuvo que ser ingresado de urgencia en un hospital para ser operado de un desgarro. Tuvo que estar ingresado durante 10 días bajo observación médica.

El informe de los facultativos que le atendieron dejaron constancia de la brutal violación del detenido y el juez ordenó la detención de tres de los policías que intervinieron en la agresión. A uno de ellos le intervinieron la porra con restos de ADN.

El abogado del detenido acusa a los tres policías de participar en una “violación colectiva”, mientras que el fiscal sólo ha pedido seis meses de prisión para el autor material de la agresión sexual.

Las torturas de la policía francesa son un tabú en un país que alardea de ser la patria de los derechos humanos, motivo por el cual agrede a terceros países, como Libia, Mali o Siria.

Pero dentro de la policía se han creado “brigadas de apoyo” que atacan por la noche los barrios obreros de las grandes ciudades, deteniendo, golpeando y agrediendo a los jóvenes. En algunos casos, los detenidos han referido a los jueces violaciones, especialmente con la introducción de los dedos en el ano.

Los barrios viven en un estado de terror policial permanente. Los casos se repiten asiduamente en el caso de minorías raciales, habiéndose denunciado casos de violaciones anales colectivas por parte de la policía, así como de pedofilia, además de los habituales insultos y ofensas verbales.

Las violaciones de los detenidos van seguidas de amenazas, incluso a los familiares, en el caso de que las torturas se denuncien, si bien algunas han trascendido incluso a la prensa (1). Recientemente un profesor universitario denunció que la policía le amenazó con detenerle y violarle porque había grabado la detención violenta de un joven en el metro de París.

Una turista canadiense fue violada en los locales de la dirección regional de la policía judicial en París y a pesar de que los violadores se vanagloriaron de su fechoría a través de mensajes de SMS, el tribunal los absolvió porque los mensajes desaparecieron “misteriosamente” en el propio tribunal que juzgaba el caso (2).

En 1999 Francia fue condenada por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos por las torturas padecidas por un detenido, que incluyeron ataques sexuales con las porras. No obstante, hasta enero de este año sólo hay un policía condenado por agresiones parecidas, que no cumplió el castigo impuesto ya que el tribunal le concedió el beneficio de la remisión condicional de la pena.

(1) http://www.lemonde.fr/police-justice/article/2015/12/18/espece-de-libanais-de-merde-connards-sales-noirs-des-adolescents-portent-plainte-pour-violences-policieres_4834472_1653578.html

(2) https://rebellyon.info/Justice-pour-Theo-et-pour-tous-les-autres-17468

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