Rusia entra en ‘quiebra’ y el capital financiero subasta su deuda

Hoy un consejo de acreedores subasta la deuda rusa para compensar a los especuladores que han contratado un seguro contra el impago de la deuda por parte de Rusia. JPMorgan estima el importe en 2.370 millones de dólares y los medios de comunicación hablan de “quiebra”, algo extraño cuando Rusia apenas debe dinero a nadie, a diferencia de España.

El impago de la deuda externa rusa es el primero desde la Revolución de 1917, aunque en realidad hoy Rusia no está en quiebra. Su deuda externa asciende a 40.000 millones de dólares y su deuda pública no llega al 20 por cien de su PIB, frente al 120 en España.

La balanza de pagos de Rusia nunca ha estado mejor. Los ingresos por la exportación de hidrocarburos han alcanzado máximos debido a la subida de los precios. En los primeros seis meses de este año Rusia ha recaudado 97.000 millones de dólares, de los que 74.000 millones proceden del petróleo.

El consejo de acreedores es un organismo del capital financiero internacional facultado para evaluar si los Estados o las empresas están pagando a tiempo sus deudas y, en caso contrario, activar el seguro.

Compuesto por los principales bancos y fondos de inversión, el consejo debe decidir si hay un impago de Rusia y si se activan los mecanismos financieros que sirven de seguro contra el impago de la deuda, conocidos como CDS (“credit default swaps”).

Su oficina de Londres ha llegado a la conclusión de que Rusia ha incumplido el pago de un crédito vencido, lo que ha desencadenado la decisión de subastar la deuda rusa.

La subasta funciona como un mecanismo de quiebra que, en el caso de Rusia, no se ha anunciado oficialmente porque, a causa de las sanciones económicas, las agencias de calificación no pueden evaluar la deuda rusa.

El reconocimiento del impago de Rusia no cambia nada. Desde el inicio de la Guerra de Ucrania las sanciones la han aislado de los mercados internacionales de capitales. Los especuladores internacionales no pueden negociar con activos rusos.

El capital financiero internacional ha quedado atrapado en sus propias contradicciones: no se puede negociar con activos rusos, pero el sistema de subastas exige que se negocien. Estados Unidos han tenido que hacer una excepción política.

Es posible que la subasta no se celebre porque el capital financiero de la City londinense rinde duelo por la muerte de Isabel II.

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