El ejército de ocupación vietnamita cesó la ocupación militar de Camboya en septiembre de 1989. Poco después el gobierno camboyano que encabezaba Hun Sen, apoyado por Vietnam, negoció con la oposición armada compuesta por tres grupos diferentes aliados para la ocasión, de los cuales el más importante eran los Jemeres Rojos, que aún dirigía Pol Pot.
El gobierno de Hun Sen sólo firmó un acuerdo de paz con dos de las organizaciones armadas. Los Jemeres Rojos, que por sí solos constituían más del 80 de la oposición armada, quedaron fuera, lo cual supuso la continuación de la guerra durante otros 10 años más.
El 17 de agosto de 1990 apareció en el New York Times un sorprendente artículo del periodista Richard Dudman que, desde su aparición, ha sufrido varios cambios, incluido el titular, que primero fue “Pol Pot: brutal sí, pero no un asesino de masas” (1) y luego “Pol Pot no es el asesino que nosotros creemos” (2).
El New York Times fue uno de los que rehabilitó, aunque sea parcialmente, el régimen de Pol Pot afirmando que no sólo no había cometido genocidio sino que era un nacionalista sincero que luchaba contra la ocupación vietnamita. Dudman, fallecido hace tres años, proponía que Estados Unidos siguiera apoyando a los Jemeres Rojos como lo han hecho desde 1979.
Por el contrario, Bush había resuelto apoyar el proceso de paz entre las partes, pero Dudman seguía unas consignas anticuadas: frente a Vietnam, el papel de peón del imperialismo en Indochina era Pol Pot: “El miedo y el odio ciego y desinformado hacia los Jemeres Rojos puede llevarnos a ignorar la principal amenaza para el futuro de Camboya y su pueblo, a saber, Vietnam”, sostenía Dudman.
En su artículo Dudman admitía que Estados Unidos había sostenido a los Jemeres Rojos hasta el inicio de las negociaciones de paz y que, a partir de entonces, abrió una ronda de conversaciones con Vietnam y proporcionó ayuda humanitaria a la Camboya dirigida por Hun Sen.
Durante décadas Pol Pot nunca tuvo más mejor apoyo propagandístico que New York Times. Según el periódico Pol Pot fue “un dirigente revolucionario montado en un tigre”. Los Jemeres Rojos tampoco fueron “fanáticos irracionales”, ni cometieron ningún genocidio, ni masacraron a más de un millón de camboyanos, ni destruyeron la economía del país. El New York Times los califica de “movimiento guerrillero”.
Las víctimas de los Jemeres Rojos eran las “clases medias” y altas de Camboya, no la población en general, mayoritariamente campesina, donde Dudman no vio señales de hambre o desnutrición.
“En cuatro o cinco comunidades, vi un impresionante programa nacional de viviendas para personas de bajos ingresos en marcha. Los agricultores construían casas de madera sencillas sobre pilotes para reemplazar las chozas tradicionales con techos de paja y paredes infestadas de escarabajos, ratones y serpientes”, escribió Dudman.
“¿Pero qué hay de los «campos de la muerte» y las pilas de cráneos? Los restos de unos pocos cientos de víctimas son una prueba innegable de ejecuciones en masa, pero no tienen ninguna relación con la cuestión de cuántos fueron asesinados y ciertamente no prueban que se haya producido un genocidio”, añade el periodista.
Pero lo más importante es que en 1990, decía el New York Times, los Jemeres Rojos seguían siendo la única fuerza de combate capaz de resistir a lo que calificaba como “expansionismo vietnamita”.
(1) http://www.paulbogdanor.com/deniers/cambodia/dudman.pdf
(2) https://www.nytimes.com/1990/08/17/opinion/pol-pot-not-the-killer-we-think-he-is.html
Las masacres de las minorías vietnamita, tailandesa y china en Camboya, fueron consecuencia del imperialismo occidental. El domino colonial francés implicó en el ejercicio de su dominación a las minorías, en tareas represivas y administrativas. Esto creó una minoría vietnamita, urbana, afrancesada, que copaba el comercio y la administración. EEUU sustituyó a Francia como potencia dominante, y heredó dicha composición orgánica del país.
Las fronteras de Tailandia, trazadas por R.U. Y Francia para anexionar partes de Tailandia a sus imperios coloniales, tuvieron mucho que ver, pues dejaron poblaciones tailandesas fuera de sus fronteras. El Khemer Rojo les exterminó en un ajuste de cuentas; no se ajustaron las fronteras a las poblaciones, sino las poblaciones a las fronteras. Todo esto hasta que el Partido Comunista de Camboya pudo derrocarles con ayuda del ejército vietnamita cuando éste invadió Camboya, en 1979.
La revuelta campesina de 1967, por la expropiación de arroz, fue reprimida por el gobierno títere de Lon Nol colgando de los árboles a líderes con el estómago rajado, decapitando niños y despeñando profesores de izquierdas: esto muestra cómo se ejercía la dominación colonial, ni siquiera había que ir a reprimir directamente porque ya había colaboradores que se encargaban de hacerlo.
La crisis de superproducción capitalista de 1973 llevó a recortes y a la retirada de EEUU de Vietnam, dejando abandonadas en 1975 a dichas minorías a su suerte, sufriendo la masacre.
Dicho en román paladino, les usaron para reprimir y gestionar la explotación y luego les dejaron más colgados que una brocha.
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Se alargó en el tiempo para control total de los campos.