El mito del laboratorio de Wuhan ha acabado tapando otro mito, aún más estrafalario, como el mercado de animales vivos de la misma localidad, donde vendían pangolines, murciélagos y otras especies que los chinos cocinan habitualmente con maestría inigualable.
De los pangolines no sabíamos apenas nada; de los murciélagos estamos saturados de ficciones, tanto en la literatura como en el cine. No hay nada más plástico que situar el origen de una pandemia en los murciélagos, un mamífero volador que chupa la sangre de los humanos y que sólo puede causar desgracias.
Hay unas 1.400 especies de murciélagos en todo el mundo y, a pesar de lo que diga el cine, rara vez entran en contacto con los humanos y forman parte activa de los ecosistemas en los que viven, ayudando a dispersar semillas y polinizar flores.
Con la pandemia la imagen de estos mamíferos alados ha vuelto a sufrir otro golpe, a pesar de que “hasta ahora los científicos no han podido encontrar ninguna prueba que vincule a los murciélagos con el [corona]virus”, como dice un reciente reportaje de Media Line (*). Pero, ¿a quién le importan ahora esos pequeños detalles? Las tonteorías de los “expertos” ya han jugado su papel aterrador, como en las películas de Drácula.
Media Line entrevista a Maya Weinberg y otros veterinarios de un laboratorio de Tel Aviv especializado en murciélagos y califican de conspiranoica la hipótesis según la cual el origen de la pandemia puede localizarse en estos animales.
“La forma en que la comunidad científica se hizo eco de esta teoría fue sencillamente indignante”, asegura Weinberg. “Ha hecho un gran daño a los murciélagos en todo el mundo, especialmente en China, donde perjudicó la percepción pública de estos mamíferos, que ya era mala para empezar”.
Pero en esta pandemia casi todo lo que han dicho los “expertos” es indignante, así que tampoco hay que sorprenderse.
(*) https://themedialine.org/life-lines/covid-19-not-connected-to-bats-israeli-biologists-say/
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