La organización SOS Racisme uso el grito en el cielo, pero no porque imputaran la agresión a una religión determinada, es decir, por el hecho de que lo importante de la agresión no fuera el ataque en sí mismo sino las convicciones religiosas de sus autores. Todo lo contrario. Le dio la vuelta al asunto y siguió la corriente, que es lo más fácil. Entonces se unió a la ofensiva contra los musulmanes, que no eran los ofendidos sino los ofensores.
Luego se demostró que era mentira, pero eso nunca importa nada. Nadie ha rectificado, nadie se ha disculpado. La campaña sigue su curso, por lo que organizaciones como SOS Racisme son un peligro público, parte integrante del proceso de fascistización que vive Francia. SOS Racisme no defiende, pues, a las minorías del linchamiento de una chusma enloquecida: forman parte de esa chusma y persiguen la sangre.
Ya no engañan a nadie, ninguno de ellos. Hay que tener mucho cuidado con las ONG y demás tinglados subvencionados. Los medios han vuelto el mundo del revés. Los “antiracistas” también pueden ser racistas. Las “feministas” pueden defender la opresión de la mujer. Los “ecologistas” también pueden acabar con la especie humana. Los “comunistas” también pueden ser los mayores defensores del imperialismo…
Pongan Ustedes a todos entre comillas. Nada es lo que parece y la verdad no le importa a (casi) nadie.