Metamorfosis (pildorilla)

Ada Colau al otro lado de la barricada
Bianchi

A raíz de los sucesos acaecidos en el barrio barcelonés de Gracia, a la alcaldesa Ada Colau le han llovido palos por todos lados, algo de esperar. Desde el búnker que la acusa poco menos que de connivencia con los manifestantes -incidiendo especialmente en la CUP- pidiendo lo típico de los fascistas, represión, sangre y detenidos (como el insultón facha que roza lo enfermizo Carlos Herrera desde la cadena de la Conferencia Episcopal, COPE: esos “tipejos”, esos “inútiles”, etc.) hasta el gobierno que la recuerda sus tiempos de adalid del movimiento antidesahucios y que ahora, ya alcaldesa, corre el riesgo de que los “antisistema” -lo que se supone que era ella- le exploten en la cara por “jugar con fuego”. Si estos “condenan” los incidentes, la “violencia”, porque va en su ADN, no faltan los “podemitas” que no aprueban, en ningún caso, los actos violentos protagonizados por los okupas, que no hacen sino defender su usufructo en forma de una sucursal bancaria vacía inoperante expropiada. En el fondo se teme que la “violencia” consiga sus propósitos -como en Can Vies o, antes, en Gamonal, Burgos- y se habla de “guerrilla urbana”, “batasunizacion”, y demás etiquetas para justificar la represión y acojonar, de paso, al personal bienpensante. Hasta el consulado norteamericano ha recomendado a sus ciudadanos que no se pasen por aquellos contornos propios de O.K. Corral.

La alcaldesa Colau, pillada en medio de la trifulca, y reconocedora de que ella misma tiene contradicciones, habla de “proporcionalidad” por parte de los Mossos en el uso de sus funciones… represoras, que es como decir, pega, pero poco, o no te pases que hay cámaras. Es lo que tiene la “equidistancia” (o sea, negarse a resolver esas contradicciones que se admiten y aprender a convivir con ellas) y el hecho de ocupar un cargo, en este caso la casa consistorial de la Ciudad Condal. ¿Y qué tiene? Que te desarma y hace que olvides lo que fuiste. De Colau se ha titulado que “de antisistema a alcaldesa”, con aviesas y retorcidas intenciones. No hay nada como ofrecerte -o ganarlo por vía electoral- un cargo de “responsabilidad”, como gustan decir, para que entres de inmediato en estado de catatonia amnésica y olvides tu pasado de lucha, si la hubiera. Es como los sindicatos mafiosos gringos, de estibadores o camioneros amenazando a los líderes obreros incorruptibles. Aquí, más civilizados, se les compra gangsterilmente sin apalizarlos.

– ¿Quién es esa chavala que esta montando belenes y algaradas?
– Una “antisistema”, Sire.
– ¿Se la puede “civilizar”?
– ¿Quiere decir, señor, “hacer entrar en razón”?
– Exactamente, Gastón.
– ¿Cómo?, mesié.
– Haciendo que ocupe un cargo de “responsabilidad”, alcaldesa, por ejemplo. De este modo se le quitaran todas las mañas “izquierdosillas” y volverá en sus cabales y a la cordura.
– Sabrá lo que es el peso de la púrpura, ¿no es así?, Milord.
– Así es, lléname la copa, Gastón, haz el favor.

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