Los motivos de una huelga que no sale en los medios: Financiera El Corte Inglés

“Estuve medio año de baja por depresión”, cuenta Cristina. “Cuando entré a trabajar, pesaba 76 kilos, y cuando me di de baja llegaba a los 115”. La joven resume así los efectos que el ritmo y el ambiente de trabajo en la Financiera El Corte Inglés (FECI) tuvieron sobre su salud. Sus compañeros Diego, Paco (nombre ficticio) y José (nombre ficticio) son contundentes al calificar las condiciones laborales en esta empresa: “Precariedad”, “acoso laboral”, “explotación”, “miseria” y “mobbing” son algunas de las palabras que utilizan.

Cristina, Diego, Paco y José son miembros de la Coordinadora Sindical de Clase (CSC), que intenta ejercer de contrapeso a FASGA y FETICO, sindicatos mucho más próximos al coloso empresarial. En FECI, explican, cada trabajador atiende una media de 90 llamadas al día. En el momento en que tuvo lugar el expediente de regulación temporal de empleo (ERTE) convocado a consecuencia de la pandemia, había en plantilla “882 empleados para 11 millones de clientes, y no todos atienden llamadas”.

Todo esto se traduce en presión y estrés constante para los empleados, además de una actitud fiscalizadora por parte de los superiores que en ocasiones cruza la línea: “Se producen situaciones de acoso personal”, denuncia José.

Sueldos y riesgos laborales

La inmensa mayoría de los trabajadores de FECI están lejos de llegar a mileuristas. Diego, que ostenta el cargo de coordinador, es el único que percibe un sueldo ligeramente superior a los 1.000 euros al mes. Cristina, que trabaja 30 horas semanales, se queda en 600.

Unos emolumentos que consideran “míseros” y que no compensan la dura rutina laboral en unos centros de trabajo que, denuncian, incumplen sistemáticamente la normativa de riesgos laborales. Y no sólo en relación a las pausas para descansar -cuentan con 10 minutos para toda la jornada, que se desarrolla siempre frente a una pantalla de visualización de datos-, sino también a las condiciones del entorno, las cuales, aseguran, les ponen en peligro.

“He puesto, hasta el momento, 10 denuncias por incumplimiento de la ley 31/1995 sobre prevención de riesgos laborales”, dice Cristina, que ejerce de delegada de prevención de riesgos laborales. Cuenta que en la oficina de Serantes (Madrid), “el techo se ha desplomado dos veces ya y no había barandillas de seguridad hasta que lo puse en conocimiento de Inspección de Trabajo”. Diego agrega que llegó a producirse un incendio bajo la sala “y tardaron en desalojar a los empleados 30 minutos, pese a que estaban expuestos al humo”.

Los útiles de trabajo no salen mejor parados: en plena pandemia, los empleados de distintos turnos compartían ratones, teclados y micrófonos, careciendo éstos de espuma protectora. “Tras el estallido de la covid y hasta el confinamiento total, más de 400 trabajadores seguíamos compartiendo el material, no querían darnos útiles individuales”, señala Cristina. “Llegamos a compartir las esponjillas de oreja de los auriculares hasta que Cristina consiguió que dieran recambios”, recuerda Diego.

Respecto a la actitud de la empresa ante las quejas que interpone Cristina como delegada de prevención, la joven es taxativa: “Caso omiso”.

El convenio-estafa

Sin embargo, la reivindicación que CSC ha llevado como estandarte para las huelgas convocadas a principios de abril y mayo ha sido el “convenio-estafa” firmado el pasado mes de marzo por FECI y los sindicatos FASGA y FETICO, a los que acusan de “lacayos” y de haberse “vendido” a los intereses de la empresa.

El convenio colectivo que anteriormente se aplicaba a los empleados de la compañía era el de grandes almacenes, a pesar de que las funciones que realizan son las propias de una empresa crediticia y que un banco, el Santander, posee el 51 por ciento de las acciones. CSC siempre denunció que la aplicación incorrecta de ese convenio estaba hecha a medida de los intereses de FECI, en perjuicio de los de la plantilla.

El pasado marzo la empresa acordó con los sindicatos FASGA y FETICO un nuevo texto. El contenido del mismo fue la gota que colmó el vaso para CSC, que decidió ir a la huelga. Afirman que se trata de un simple “corta y pega” del convenio de grandes almacenes, y que su verdadero cometido es “eliminar todos los complementos históricos de la plantilla y no subir ni un solo euro en salarios gracias a la absorción de complementos”.

Por su parte, Eduardo Prieto, responsable de la sección sindical de FECI y jefe regional de FETICO Madrid, con quien nos hemos puesto en contacto, declara con rotundidad que estas afirmaciones son “falsas”.

“Evidentemente hay cuestiones organizativas que no se han modificado, y además las estructuras del estatuto de los trabajadores hacen que todos los convenios se ‘parezcan’ en materias tales como: desconexión digital, teletrabajo, registro salarial, registro de jornada, libranzas de calidad o planes de igualdad y protocolos de acoso”, explica Prieto. “Todas estas cuestiones evidentemente figuran en ambos convenios. Sin embargo el sueldo en FECI ha crecido entre un 3 y un 31,79 por ciento dependiendo de los años de presencia en la empresa (en grandes almacenes un 2 por ciento), se han bajado 8 horas de trabajo (en grandes almacenes ninguna) o se disfrutan 8 fines de semana de calidad (en grandes almacenes 6). No le veo la verdad, ningún parecido a estas cifras”.

Prieto zanja la cuestión aludiendo al “desconocimiento legal” de CSC y acusando a esta agrupación de “demagogia sindical de mercadillo”.

Una picadora de carne

Ante estas afirmaciones, Diego habla por CSC al replicar que el “truco” del nuevo convenio está en el sistema de complementos. “Todos los complementos salariales que tú tenías antes del convenio son absorbibles, así que se quedan casi igual”.

“Si, por ejemplo, tú tenías 950 euros de salario y un complemento de 50, se aumenta un poco salario y sigues cobrando 1.000, pero de salario base”, explica. “Sólo la poquísima gente que lleva muchos años se ha visto beneficiada”.

Y es que, según CSC, la Financiera El Corte Inglés no es una empresa para hacer carrera. Responde más bien al modelo “picadora de carne”, con una empleabilidad de alta rotación: “En el centro de Serantes, entre el 40 y el 60 por ciento de la plantilla son eventuales”, desvela Diego. “A lo largo del año, hay 400 altas y otras tantas bajas en ese centro”.

Aquellos que aguantan son, en su inmensa mayoría, ajenos a la disputa sindical, pero no a los efectos del desgaste. Cristina cuenta que no ha sido la única, ni mucho menos, en pagar con su salud las consecuencias de un cóctel formado por un ritmo de trabajo frenético y un ambiente tóxico: “Hay muchas bajas por depresión”.

José Sánchez Mendoza https://abusospatronales.es/casos-de-abusos-patronales/financiera-el-corte-ingles-los-motivos-de-una-huelga-que-no-sale-en-los-medios/

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