Los grandes magnates y los hombres de paja que hacen el trabajo sucio

El caso Epstein no interesa por el morbo, ni tampoco por la pedofilia, ni siquiera por el desfile de famosos que están en la lista negra. Lo más significativo es la impunidad: si el FBI se ha esforzado durante décadas en tapar sus crímenes es porque hay gato encerrado. En Estados Unidos es bastante frecuente que personajes muy poderosos sean encarcelados por pedofilia. El presidente de la Cámara de Representantes, Dennis Hastert, fue procesado y recluido en la cárcel en 2016 por realizar pagos en secreto para encubrir las violaciones de niños (1).

La pregunta es por qué durante décadas Epstein gozó de una impunidad que nunca tuvo el tercer hombre en la jerarquía de gobierno de Estados Unidos. Sólo hay una respuesta a esa duda: el proxeneta era miembro de los servicios de inteligencia, que en Estados Unidos es un escalafón más elevado que la presidencia de una cámara parlamentaria.

Lo que garantiza la impunidad no es formar parte de la máxima institución política, sino de los aparatos de seguridad y Epstein era miembro de la CIA y el Mosad. Durante décadas dirigió las operaciones de chantaje por cuenta de ambos organismos. Las orgías inconfesables de los políticos y parlamentarios les arrojan en los brazos de los servicios de inteligencia.

No se trata de uno o dos delitos sino de toda una trama con docenas de niños y adolescentes violados. Epstein gozó de inmunidad incluso cuando se tuvo que sentar en los banquillos. Por cuenta de los servicios de inteligencia, en 2007 la fiscalía negoció con él un acuerdo secreto e irregular que puso fin a las investigaciones del FBI sobre decenas de niños y adolescentes violados. Epstein era la pantalla que protegía a sus clientes para que no fueran inculpados públicamente.

El FBI mantuvo deliberadamente en secreto el acuerdo de inmunidad ante las víctimas de Epstein y sus clientes. Podían denunciarle, pero los papeles acababan olviados en un cajón durante años. A cambio de la inmunidad, los 60 delitos de Epstein se quedaron en sólo dos faltas menores, solicitud de prostitución y proxenetismo de menores. Era un chollo. Se le llama “echar tierra encima”. No sólo se cerraba un expediente sino que se impedía continuar con las investigaciones. Hasta el jefe de policía de Palm Beach, en Florida, expresó su indignación por el acuerdo de imunidad otorgado por la fiscalía.

El proxeneta se declaró culpable y fue condenado a 18 meses de cárcel, de los cuales solo cumplió 13. Incluso esta condena fue en gran medida simbólica: se le permitía salir a la calle seis días a la semana, hasta 12 horas al día. Tenía permiso para trabajar y solo regresaba para dormir. Aprovechaba los permisos para seguir dirigiendo sus negocios desde su oficina, recibiendo visitas de clientes como si nada hubiera pasado.

‘No hay que meterse en líos’ (es siempre un buen consejo)

Para justificar el cambalache judicial, Alex Acosta, el fiscal que lo aprobó, declaró posteriormente que le habían pedido que retirara la acusación porque Epstein pertenecía a los servicios de inteligencia. A cambio fue ascendido, llegando a ser nombrado ministro de Trabajo en 2016, durante el primer gobierno de Trump. Tras el nombramiento dijo al Comité de Supervisión de la Cámara de Representantes que investigaba sus antecedentes sobre el chanchullo con Epstein: “Me dijeron que no me metiera en líos”.

Las declaraciones de Acosta sobre la inteervención de los servicios de inteligencia ha alimentado las especulaciones sobre los vínculos de Epstein con la CIA y ha dirigido las investigaciones hacia el primer ministro israelí, Ehud Barak, quien visitó las mansiones de Epstein, aparece en sus registros de vuelo y recibió al menos un millón de dólares para financiar la empresa israelí de vigilancia Carbyne.

Pero la figura clave del círculo más cercano a Epstein es Les Wexner, otro multimillonario que trabaja para Israel, cuya imagen aparece en la portada. Fue quien introdujo al proxeneta en las más altas esferas, quien le enriqueció y otorgó poderes para administrar su fortuna.

Epstein y Wexner se conocieron en 1985 y fueron amantes durante un tiempo, hasta que el proxeneta se ganó la confianza del magnate del textil. Las transacciones inmobiliarias entre ambos se remontan a 1989, al menos, cuando adquirieron conjuntamente una mansión en Manhattan, la segunda más grande de la ciudad de Nueva York. Es la vivienda típica de los mafiosos. “Los visitantes describieron un baño que recordaba a las películas de James Bond: oculto bajo una escalera, revestido de plomo para protegerse de ataques y equipado con pantallas de televisión de circuito cerrado y un teléfono, ambos ocultos en un armario bajo el lavabo”, escribió el New York Times.

En julio de 1991 Wexner otorgó a Epstein un poder notarial permanente para gestionar todas sus transacciones económicas. En otras palabras, Epstein era el testaferro de Wexner pero, a pesar de los evidentes vínculos entre ambos, nadie le ha llamado a declarar nunca.

Así es como el pedófilo entró en el reducido círculo de los mayores magnates del mundo. En 1998, documentos empresariales le identificaron como presidente, junto con Wexner, de New Albany Company. Epstein fue propietario de la casa en King George Drive, en New Albany, desde 1994 hasta diciembre de 2007, cuando se la cedió a Wexner gratis.

En 1998 Wexner transfirió su participación en la propiedad de Manhattan a Epstein por 20 millones de dólares. Maria Farmer, la primera mujer en denunciar a Epstein ante el FBI (2), declaró haber sido violada dos años antes por Epstein y su cómplice Ghislaine Maxwell en aquel inmueble. Fue secuestrada allí por sus guardaespaldas hasta que su padre fue a buscarla.

La denuncia de Farmer ante el FBI fue una de las muchas que acabó olvidada en un cajón. Ni la policía, ni los fiscales, ni los parlamentarios han querido investigar los vinculos de Wexner con la primera violación de Epstein. Nadie ha llamado a declarar al multimillonario cuya casa sirvió como escenario del crimen.

El magnate construyó uno de los mayores imperios empresariales de Estados Unidos, que incluye marcas comerciales tan conocidas como Victoria’s Secret.

El hombre de las mil caras

Wexner es el hombre de las mil caras, y unas son menos conocidas que otras. La de pedófilo está entre las primeras y la de filántropo entre las segundas. En 1998 el Wall Street Journal informó que formaba parte de “Mega Group”, un club compuesto por 20 grandes capitalistas judíos que están entre los más influyentes de Estados Unidos: Charles Bronfman, Michael Steinhardt y, según algunas fuentes, Steven Spielberg, que financió proyectos como Taglit Birthright Israel para que en los medios de comunicaición prevalezca siempre la propaganda israelí.

Las preocupaciones caritativos de “Mega Group” también eran una fachada para el apoyo a Israel. El Wall Street Journal identificó al fallecido Max Fisher, otro financiero y multimillonario de Detroit, como miembro de este selecto club. En los tiempos del presidente Gerald Ford, durante la década de los setenta, Fisher ejerció de diplomático especial para Oriente Medio.

Fisher fue el mentor de Wexner, que a su vez fue el mentor de Epstein. Cuando en 2007 John Mearsheimer y Stephen Walt publicaron “Los grupos de presión israelíes y la política exterior estadounidense” (3), Wexner no salió de su guarida. Para desacreditar a Walt recurrió a un perrito faldero, David Gergen, que había sido asesor presidencial y cobraba de las organizaciones caritativas de Wexner. Ambos trataron de que la Universidad de Harvard despidiera a Walt de su cátedra.

El perfil de Wexner es como el de otros conocidos miembros del hampa, como Meyer Lansky, Roy Cohn o Sheldon Adelson, a los que ya nos hemos referido en ocasiones anteriores. Tanto Estados Unidos como Israel necesitan sujetos así, en la sombra, que ejecuten aquellas operaciones que están fuera de la ley y que los comunicados oficiales siempre van a desmentir. Los gabinetes de imagen lo llaman “denegación plausible”, que es uno de los grandes artes del periodismo moderno.

La aerolínea de la CIA: Southern Air Transport, antes Air America

En 1999 el periodista Bob Fitrakis ya destapó la red clandestina que protegía a Wexner y Epstein en un reportaje titulado “Spook Air” (4). Unos años antes la aerolínea Southern Air Transport trasladó discretamente su sede a la Base Aérea Rickenbacker, cerca de Columbus, Ohio, de donde es originario Wexner y donde Epstein también vivió en los noventa, como era su costumbre, en una casa de las mansiones más lujosas de la capital.

En 1985 fue asesinado en Columbus el abogado Arthur Shapiro, un caso que sigue pendiente metido en un cajón. Hasta su asesinato Shapiro era el testaferro de Wexner, un cargo que heredó a Epstein.

Durante años el fiscal David Sturtz estuvo investigando a Wexner y Epstein por corrupción pública, soborno e información relacionada con el asesinato del abogado, que se produjo justo un día antes de la comparecencia que tenía programada ante un gran jurado.

La Southern Air Transport no es más que otro nombre para la vieja aerolínea Air América de la CIA que, con una plantilla de 8.000 trabajadores, fue una de las mayores empresas privadas de a CIA. Además de armas, transportaba la cosechas de drogas durante la Guerra de Vietnam, como ya relatamos hace años en otra entrada. Luego pasó a servir de correo para que el cártel de Medellín repertiera la cocaína a las ciudades de Estados Unidos.

El traslado de la aerolínea conllevó millones de dólares en exenciones fiscales y préstamos con garantía pública, y, como señala Fitrakis, gran parte de la carga transportada desde Hong Kong a Rickenbacker tenía como destino The Limited, el conglomerado de tiendas de ropa de Wexner. Otra parte era cocaína, trasportada por la aerolínea desde Barranquilla, en Colombia.

Wexner desempeñó un papel clave en la llegada de Southern Air Transport a Ohio, prometiendo que las rutas de carga de la aerolínea abastecerían su cadena mundial de suministros. Para entonces, Epstein ya era el testaferro de Wexner fue quien gestionó la llegada de la aerolínea de la CIA a Columbus.

La llegada de Southern Air Transport a Rickenbacker se convirtió en una pesadilla, ya que la aerolínea se vio sumida en una enorme deuda. Tres años después de su traslado, el Inspector General de la CIA publicó un informe que la vinculaba con acusaciones de narcotráfico relacionadas con la Contra nicaragüense durante la década de los ochenta, el famoso caso Irán-Contra. Ese mismo día la Southern Air Transport se declaró en bancarrota.

Fue lo que en España se llama “pelotazo”. El expolio afectó a 800 acreedores y el botín ascendió a tres millones de dólares… sin contar los dividendos derivados del tráfico de armas y la venta de cocaína dentro de Estados Unidos.

(1) https://apnews.com/article/lawsuits-sexual-abuse-illinois-dennis-hastert-99160a4428db66e86da8e275e57c8ec7
(2) https://www.newsweek.com/maria-farmer-jeffrey-epstein-donald-trump-interaction-ghislaine-maxwell-2102241
(3) https://ia600204.us.archive.org/4/items/the-israel-lobby-and-u.-s.-foreign-policy_202403/The%20Israel%20Lobby%20and%20U.S.%20Foreign%20Policy.pdf
(4) https://freepress.org/article/spook-air

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