Hablar de corrupción en Ucrania es un tópico. Lo que los medios esconden es que durante años esa corrupción está alimentada por la “ayuda” económica que proviene de las potencias occidentales y, muy especialmente, de la Unión Europea.
A su vez esa “ayuda” es imprscindible, no sólo porque hay que alimentar y prolongar la guerra, sino porque hay que recompensar generosamente a quienes sobre el terreno ejecutan las políticas belicistas, empezando por Zelensky.
Por fin, tampoco se suele tener en cuenta que la mayor parte de las veces, lo que los medios traducen como tal no es más que una lucha intestina dentro de diferentes camarillas oligárquicas, donde los unos sacan a relucir las corruptelas de los otros, como es evidente en el caso de España.
Por lo tanto, si las acusaciones de corrupción de extienden es porque esas contradicciones internas se están agudizando, como es obvio en Kiev a medida que la guerra pone contra las cuerdas a Zelensky y los suyos.
Esta vez la trama, denominada Operación Midas con muy poca originalidad, afecta al sector energético y la evasión del dinero se estima en casi 100 millones de euros. El lunes las instituciones anticorrupción ucranianas han destapado la malversación, que alcanza a figuras cercanas a Zelensky, como el empresario Timur Minditch y la productora de televisión Kvartal95, con la que el actual Presidente ucraniano rodaba sus programas de entretenimiento.
El enésimo escándalo ha provocado dimisiones inmediatas en el gobierno. La primera ministra Yulia Svyrydenko las ha confirmado, presentando a sus sustitutos al Parlamento.
La Agencia Anticorrupción y la Fiscalía Anticorrupción, que Zelensky quiso disolver hace unos meses, anunciaron el desmantelamiento de una trama tras una investigación de 15 meses, que incluyó más de 70 redadas en todo el país.
El caso se centra en los contratos públicos firmados con el sector energético, en particular aquellos que involucraban a la operadora nuclear pública Energoatom, responsable de la generación de energía nuclear (un sector clave para Ucrania, que depende de la energía nuclear para la mitad de sus necesidades energéticas.
Los fondos provenían de sobornos (hasta el 15 por cien de los contratos) en adjudicaciones públicas para la construcción de defensas contra los ataques rusos a la infraestructura energética. Los sobornos fueron blanqueados mediante transferencias. En el expediente aparecen mil horas de grabaciones que muestran las conversaciones entre los corruptos. Energoatom confirmó los allanamientos y está cooperando con la investigación.
En medio del escándalo, Ucrania sufre apagones masivos debido al bombardeo ruso de la red eléctrica, que ha destruido la mitad de la red eléctrica. Los fondos esquilmados estaban destinados a proteger esta infraestructura vital antes del invierno.