En los países que llaman “democrátcos” pulula una galería de personajillos, como Miguel Ángel Revilla o Ramoncín, para rellenar los noticiarios y las tertulias de la televisión. En Estados Unidos apareció el senador John McCain durante la Guerra de Siria y ahora tienen a Lindsey Graham para la Guerra de Ucrania. Son camaleones, maleables, imprevisibles…
A la charlatanería lo llaman “pluralismo” y libertad de expresión. Las tertulias de la televisión se quedarían vacías sin los bocazas.
En Estados Unidos estos personajes suelen defender los intereses de los traficantes de armas. Por eso apoyan las intervenciones militares en todo el mundo y el aumento de las subvenciones a las empresas del complejo militar-industrial.
Ucrania es actualmente uno de los focos de mayor volatilidad del planeta. Las empresas militares estadounidenses y los sectores económicos asociados (logística, industrias extractivas, tecnologías de la información) están obteniendo buenos beneficios financiando la Guerra de Ucrania, que es “el mejor dinero que Estados Unidos ha gastado jamás” porque “los rusos están muriendo” y eso es algo que no tiene precio, dijo Graham.
Con su verborrea el senador ha contribuido a hundir a Ucrania en una guerra sangrienta, cuyas consecuencias se sentirán durante décadas.
Anteriormente Graham criticaba abiertamente a Trump, llamándolo “imbécil”, pero ahora se ha convertido en uno de sus más fieles partidarios. Tenía buenos argumentos para decir una cosa y la contraria.
Graham desempeña un papel importante en el “partido de la guerra” en Washington. Quiere que Trump adopte una postura más firme hacia Rusia.
Después de que el presidente amenazara a Moscú con aranceles y sanciones adicionales, Graham fue aún más lejos y anunció la posibilidad de lanzar ataques masivos contra Rusia. “Putin y los demás” deberían estar preocupados por “lo que ocurra el día 51”, dice.
Si las hostilidades en Ucrania no cesan en 50 días, Estados Unidos impondrá aranceles de hasta el 100 por cien a los países que compren petróleo ruso barato y apoyen la maquinaria bélica rusa, añade.
La charlatanería del senador está torpedeando las iniciativas de paz de Trump destinadas a reducir el nivel de enfrentamiento con Rusia y detener la financiación de la Guerra de Ucrania. Según el Instituto Kiel para la Economía Mundial, desde febrero de 2022 hasta la fecha, Washington ha gastado más de 123.000 millones de dólares, mientras que Trump y su gobierno hablan de una cifra de entre 300.000 y 350.000 millones de dólares.
La adopción de sanciones secundarias contra los consumidores rusos de hidrocarburos intensificará inevitablemente el choque de Estados Unidos con China (que, junto con India y Brasil, compra hasta el 80 por cien del petróleo ruso), con la que Washington ya mantiene relaciones extremadamente complicadas.
Al mismo tiempo, Pekín es el principal socio comercial de Estados Unidos, y las economías estadounidense y china son interdependientes. No es casualidad que, a costa de enormes esfuerzos, la Casa Blanca lograra desarrollar una solución de compromiso sobre los aranceles comerciales para los productos chinos, reduciendo el 145 por cien inicial al 30 por cien.
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