León Felipe, poeta

N.B.

Ante todo y sobre todo, quien naciera en 1884 en Tábara, pueblo de Zamora (tiene allí una estatua, menos mal), hijo de un notario, por lo que pertenecía a una burguesía acomodada. Estudió farmacia (llegó a tener una botica), pero renunció muy pronto a esa vida regalada pero, para él, monótona. Se va a la aventura, se tira a la piscina sin saber si hay agua o no, con un espíritu más ácrata que anarquista. Se va a Madrid (antes estuvo en Barcelona) donde vive una bohemia prostibularia y miserable durmiendo en pensiones antiguas donde se permite dormir a los menesterosos sentados -o tumbados- en un banco.

Versos y oraciones de caminante es su primer libro de poemas (años después titularía un poema: Versos y blasfemias de caminante) que leyó hacia 1919 en el Ateneo de Madrid. De tafanario inquieto, solicita un empleo en los hospitales de Guinea -es farmacéutico, como dijimos- y se embarca para una isla. Allí permanece tres años para volver a España y embarcarse (en una bodega y con el dinero hecho en África), esta vez, hacia América. En Méjico -o México- se dedica a la enseñanza, actividad que recuerda la de Antonio Machado, al que siempre consideró su maestro. Al estallar la guerra civil española en 1936 vuelve a su tierra totalmente identificado con el gobierno republicano. Fallece en Méjico el 18 de septiembre de 1968.

Sólo reproduciremos dos mojones de su amplia producción poética, ignorada por la crítica franquista y no siempre bien considerada por los poetas del exilio (por ejemplo, Juan Ramón Jiménez) a quien tenían por «un poeta menor». Poeta que empezó en oración y terminó en blasfemia.

Son dos poemas bien conocidos y que fueran cantados y musicados por lo que se conoció como «canción-protesta» en los estertores del franquismo, sobre todo Paco Ibáñez. Uno es este:


Yo no sé muchas cosas, es verdad.
Digo tan sólo lo que he visto.
Y he visto:
que la cuna de los hombres la mecen con
cuentos,
que los gritos de angustia del hombre
la ahogan con cuentos,
que el llanto del hombre lo taponan con
cuentos,
que los huesos del hombre los entierran
con cuentos,
y que el miedo del hombre…
ha inventado todos los cuentos.
Yo no sé muchas cosas, es verdad.
pero me han dormido con todos los
cuentos…
y sé todos los cuentos.

Y el otro este visaje que pone y malaventura que le echa a Franco:


Tuya es la hacienda,
la casa,
el caballo
y la pistola.
Mía es la voz antigua de la tierra.
Tú te quedas con todo
y me dejas desnudo y errante por el mundo…
mas yo te dejo mudo… ¡Mudo!
¿Y cómo vas a recoger el trigo
y a alimentar el fuego
si yo me llevo la canción?

León Felipe, poeta contra la opresión y la injusticia.

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