Las personas incapaces de alimentarse adecuadamente ascienden a 50 millones en Estados Unidos

El número de estadounidenses que padecen hambre ha aumentado considerablemente en el contexto de la crisis económica de los últimos años. Sin embargo, se siguen recortando los programas públicos de ayuda alimentaria.

Un informe de la Facultad de Derecho de la Universidad de Nueva York ha hecho sonar la alarma sobre la grave crisis alimentaria en Estados Unidos. El número de personas en hogares incapaces de alimentarse adecuadamente ha aumentado en 14 millones de 2007 a 2011, hasta alcanzar los 50 millones. Casi 20 millones de ellos son niños.

Según uno de los coautores del informe, la profesora Smita Narula, este aumento es un reflejo directo del aumento de la pobreza y de la devastación causada por la crisis económica. Alrededor de 17 millones de personas se ven afectadas por la extrema inseguridad alimentaria, lo que les obliga a reducir el tamaño de sus comidas o a prescindir de ellas, a veces durante días.

Según Narula, los medios de comunicación se centran en que muchos residentes tienen sobrepeso cuando se trata de alimentos. Generalmente ignoran que existe “una fuerte correlación entre la inseguridad alimentaria y la obesidad”. A falta de recursos adecuados, muchos hogares tienen que recurrir a alimentos de bajo costo y de baja calidad.

El informe de la Universidad de Nueva York señala que un billete de tres dólares proporciona 3.767 calorías de alimentos industriales, pero sólo 312 calorías de verduras y frutas frescas. Muchas personas desfavorecidas también viven en “desiertos alimentarios”, lejos de cualquier supermercado, lo que hace muy difícil comprar alimentos saludables.

Sólo el 28 por ciento de los estadounidenses que disponen de cupones de alimentos no participan en el programa de ayuda. La razón de esto es que los procedimientos para registrarse son engorrosos. El estigma que rodea a la obtención de asistencia gubernamental también explica por qué algunas personas son reacias a utilizarla. “Existe un mito, un discurso extremadamente problemático, de que estos programas benefician a una clase de personas que son perpetuamente dependientes” del Estado, dice la investigadora. En realidad, muchos de los hogares seleccionados tienen al menos un miembro que trabaja por un salario miserable.

El aumento del número de beneficiarios ha dado lugar a un fuerte incremento del gasto público en el programa de cupones para alimentos, que alcanzó los 74.600 millones de dólares en 2012.

Un comité de la Cámara de Representantes aprobó recientemente un proyecto de ley que reducirá el acceso al programa y recortará casi 20 mil millones de dólares en 10 años. La reducción privará a dos millones de personas de ayuda alimentaria.

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