A comienzos de mes los editores de más de 230 revistas médicas, entre ellas The Lancet, publicaron un editorial conjunto (1) en el que advierten que un calentamiento planetario de 1,5ºC sería catastrófico para la salud humana. Por ello, los gobiernos deberían acelerar la “lucha” contra el aumento de las temperaturas, que está provocado por esa entelequia a la que llaman “el hombre”.
El editorial señala los vínculos entre el calentamiento (“crisis climática”) y una serie de efectos nocivos para la salud en los últimos 20 años, entre ellos, la deshidratación y la pérdida de la función renal, el cáncer de piel, las infecciones tropicales, los problemas de salud mental, las complicaciones en el embarazo, las alergias, las enfermedades cardíacas y pulmonares, y las muertes asociadas. El editorial también menciona que hay efectos adversos en la producción agrícola y, por tanto, hambre.
No hay, pues, problema de salud que no esté relacionado con el calor, por más que la mayor parte de las muertes se produzcan en invierno, a causa de frío, y por ello antiguamente los médicos siempre recomendaron a las personas de salud frágil que se fueran a vivir a un clima más cálido. Ahora es el revés.
Las revistas médicas pecan de oportunismo. Del 1 al 12 de noviembre Glasgow acoge la 26 Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático (COP26) y empiezan a aparecer las presiones. Quieren influir en las votaciones. En otras palabras, no es un artículo científico sino una manipulación política.
Ni los médicos ni las revistas de medicina tienen un criterio propio sobre el clima, por lo que se limitan a repetir la retórica dominante, expresada en los informes del IPCC. Sin embargo, cuando los escandinavos viajan al sur de Europa de vacaciones, la diferencia de temperatura ambiental es muy superior a 1,5ºC y repiten la experiencia cada año, sin que su salud se vera perjudicada, ni mucho menos.
Las olas de calor han matado a muchos ancianos, dice el editorial, aunque calla que las de frío matan mucho más. Por ejemplo, un artículo de 2015 de la propia revista The Lancet aseguró que las olas de frío matan 17 veces más personas que las de calor. “El frío causó más muertes atribuibles a la temperatura (7,29 por ciento, 7,02-7,49) que el calor (0,42 por ciento, 0,39-0,44). Las temperaturas extremas de frío y calor fueron responsables del 0,86 por ciento (0,84- 0,87) de la mortalidad total” (2).
Un científico de verdad lo resumiría de la siguiente manera: los cambios bruscos de temperatura matan a las personas, especialmente a los ancianos y a quienes padecen una salud frágil, sobre todo cuando las temperaturas se reducen.
Las olas de calor están aumentando a escala mundial, dice el editorial. Por lo tanto, habrá más gente que las sufra. Lo que no dice es que el concepto “ola de calor” está muy lejos de ser uniforme, por lo que es muy difícil establecer una media mundial. ¿Hay alguien en su sano juicio que afirme que la subida de 1,5ºC de la temperatura es una ola de calor?
Un estudio científico de 2015 sostenía, por el contrario, que lo que influye en la salud no es tanto el cambio de temperatura sino su duración en el tiempo: “Dentro de la misma región, el riesgo de mortalidad aumentó con el incremento de la intensidad/duración de la ola de calor. Sin embargo, en las diferentes regiones, el efecto conjunto de las olas de calor sobre la mortalidad no mostró una tendencia creciente apreciable con el aumento de la intensidad/duración” (3).
Los médicos también se visten de jornaleros para sostener lo siguiente: “El calentamiento global también está contribuyendo a la disminución del potencial de rendimiento mundial de los principales cultivos, que ha caído entre un 1 y un 5-6 por ciento desde 1981”. La tesis no es errónea en sí misma, ya que el rendimiento de varios cultivos se ha estancado en los últimos años. Pero no menciona que la producción mundial agraria está aumentando.
La producción y la productividad son dos cosas diferentes. En su informe “Perspectivas Agrícolas OCDE-FAO 2021-2030”, la FAO y la OCDE afirman que “durante los próximos diez años, se espera que la producción agrícola mundial aumente un 1,4 por ciento anual; esto representa una desaceleración en comparación con el crecimiento de la producción registrado en la década anterior (1,7 por ciento anual). Así que no vamos a pasar hambre, porque la producción está aumentando. Hay que recordar que no sólo la temperatura es importante para los cultivos, sino también el agua, la luz solar, los niveles de CO2, los pesticidas, las técnicas de cultivo, etc. En el futuro, el aumento de la producción de cultivos estará vinculado a una intensificación del uso de insumos, inversiones en tecnología y técnicas agrícolas mejoradas, principalmente en los países de bajos ingresos” (4).
Los “expertos” de pacotilla no cejan en sus esfuerzos por mantener al mundo asustado. Cuando se les agota una tontería, pasan a la siguiente. A lo largo de la historia los científicos nunca habían caído tan bajo.
(1) https://www.bmj.com/content/full-list-authors-and-signatories-climate-emergency-editorial-september-2021
(2) https://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140-6736(14)62114-0/fulltext
(3) https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/26878285/
(4) https://www.oecd-ilibrary.org/docserver/e32fb104-fr.pdf