Las masacres coloniales en África: el caso de los 35 asesinados en el campamento militar de Thiaroye

En el hipócrita reconocimiento de las responsabilidades de Francia por las masacres cometidas en la época colonia, la del campo militar de Thiaroye ocupa un lugar especialmente sangrante.

Lo mismo que en la Primera Guerra Mundial, en la Segunda una parte del ejército francés, la antifascista, movilizó a sus tropas indígenas para liberar a Francia de la ocupación nazi, es decir, para que los africanos les sacaran las castañas del fuego.

Una vez logrado el objetivo en 1944, el ejército francés desmovilizó a los supervivientes de las fuerzas africanas, entre ellas a los fusileros senegaleses, que en aquella época se llamaban del AOF (África Occidental francesa). Los motivos son evidentes: una vez entrenados y experimentados en combate los africanos podian vovler las armas contra sus amos.

Los historiadores estiman que su número era de 9.678, de los que 3.261 eran ex-presos y 6.334 son repatriados de Francia. Los soldados quedaron a la espera del pago de los sueldos prometidos.

El ministro de las Colonias anunció que la desmovilización se llevaría a cabo en Dakar y algunos se negaron a embarcar hasta que les pagaran.

Les concedieron un anticipo sobre sus haberes de 1.500 francos, una cantidad que pagada en Dakar en francos coloniales CFA perdía la mitad de su valor.

En Bamako se volvieron a negar a embarcar y el ejercito francés envió al general Dagnan a Thiaroye, un campamento militar en las afueras de Dakar. En lugar de pagar, el general se afanó en dar explicaciones que no convencieron a los soldados, produciéndose enfrentamientos en su presencia.

El general se debió sentir desafiado y con la autorización de sus jefes, pidió refuerzos a la gendarmería y a tropas indígenas de otros regimientos, que tomaron posiciones alrededor del campo de Thiaroye.

En los enfrentamientos que siguieron, asesinaron a 35 fusileros, según datos oficialmente reconocidos por Francia. De los supervivientes, 34 fueron juzgados en consejo de guerra y condenados a penas de entre uno y diez años de presidio, a una multa de 100 francos y a la pérdida de sus derechos coo fuerzas desmovilizadas.

Así pagó el gobierno francés la deuda que tenía contraída con quienes habían combatido por su liberación.

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