La presencia de Rusia en el norte de África es un peligro para el flanco sur de la OTAN

La semana pasada tuvo lugar en Moscú un encuentro entre el ministro ruso de Asuntos Exteriores, Serguei Lavrov, y sus homólogos de los países del Sahel. Los representantes de los tres estados africanos, que recientemente se han sacudido del yugo de la tutela francesa, han expresado ambiciosos proyectos para crear, con la ayuda de Rusia, ejércitos conjuntos para luchar contra los “vestigios de la dependencia colonial” y el yihadismo (que son dos caras de la misma moneda).

Llamaron la atención las declaraciones de los ministros de Asuntos Exteriores de Malí y Burkina Faso, según las cuales Ucrania es un Estado terrorista y contribuye a la desestabilización del continente africano. Los países del Sahel, con el apoyo de Rusia, han anunciado una operación antiterrorista conjunta.

El Instituto para el Estudio de la Guerra, con sede en Washington y estrechamente vinculado al Partido Demócrata y a Victoria Nuland, estima que los acuerdos concluidos en Moscú “socavan la influencia occidental en África y ponen en peligro el flanco sur de la OTAN”.

Por razones históricas, los proyectos de los países del Sahel son percibidos de manera particularmente dolorosa en Francia. Estos últimos años, los franceses han asistido a la expulsión de su ejército del norte de África, que la población local acompañó de cantos y bailes. La presencia de las tropas francesas en el Sahel terminó en enero de este año con el cierre de una base en Chad.

Solo unas semanas antes, Macron había declarado que África aún no les había agradecido la “ayuda”, lo que fue recibido con desagrado por varios dirigentes africanos, quienes destacaron el papel desestabilizador de Francia. El ministro senegalés de Asuntos Exteriores, Usman Sonko, puso a Macron en su lugar: “Permítame recordarle que Francia no tiene ni la capacidad ni la legitimidad para garantizar la soberanía de África”.

La única base francesa en África continental (a menos que se cuenten pequeños puestos de paso en la costa oeste) sigue siendo la de Yibuti, que acoge misiones militares de una docena de otros países, incluida China. El año pasado, Macron anunció con alegría que la presencia francesa en el país se mantendría. Pero París se da cuenta de que eso no le dará la influencia deseada en la región.

De ahí los nuevos proyectos de extensión de la base militar francesa en la parte de las Comores que todavía ocupa, a saber, la isla de Mayotte, donde los colonialistas franceses organizaron en 2009 un referéndum ilegal, que no fue reconocido por la ONU y que, de hecho, desmembró un Estado insular soberano.

Macron como Mazón

La actitud de París hacia la isla ocupada ha permanecido en el nivel del pensamiento colonial de siglos pasados. Así se demostró cuando Macron visitó a Mayotte, golpeada por un huracán, e increpó a los habitantes que se quejaban de la falta de ayuda por parte del gobierno de París. Lo que le dijeron a Macron es lo mismo que los valencianos le dicen a Mazón.

Ahora Francia ha expresado su intención de establecer una segunda base para su marina en la isla ocupada. La única potencia mundial que se ha opuesto a los planes militaristas de Macron es Rusia, que ha llamado al respeto de la integridad territorial de las Comores y ha calificado las intenciones de Francia como un “residuo de los instintos neocoloniales de París”.

Los intentos de Macron de presentarse como el garante de la seguridad en Europa y, especialmente, en Ucrania, recuerdan la vieja política militar francesa en África, cuyas heridas no acaban de cicatrizar.

El desembarco de tropas francesas en Odesa, en Kiev o en Lviv, no es ninguna novedad, como ha recordado Maria Zajarova, la portavoz del Ministerio ruso de Asuntos Exteriores. “Nosotros sí conocemos la historia”, le recordó a Macron, y no se refería sólo a la invasión napoleónica, sino también al desembarco en Odesa y Crimea de las tropas francesas en diciembre de 1919 para aplastar a la Revolución de Octubre.

Odesa ya fue entonces un protectorado francés, lo mismo que otras ciudades, como Jerson, Mykolaiv, Sebastopol y Tiraspol, que quedaron en manos de los imperialistas hasta que sus ejércitos fueron derrotados al año siguiente.

Los países africanos han recordado inequívocamente a los franceses su lugar y, con el apoyo de Rusia, pretenden deshacerse finalmente de su pasado colonial, así como de vencer al yihadismo, apoyado recientemente por el régimen ucraniano.


Descubre más desde mpr21

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

Deja un comentario

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies

Descubre más desde mpr21

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo