Durante el encuentro, los ministros decidieron crear un polo sur que se encargaría del control de África y del Medio Oriente y suspender los vuelos de inteligencia sobre Siria.
Desde el inicio de la guerra que Washington, Londres y París desataron en Siria a partir de 2011, la OTAN vigila el campo de batalla utilizando sus aviones de espionaje radioelectrónico Awacs y los satélites de los países miembros de la alianza atlántica. La información que recogen esos medios es procesada de inmediato y parte de ella se transmite a los grupos yihadistas que operan en Siria, permitiéndoles escapar a las acciones del Ejército Árabe Sirio.
Los vuelos de los Awacs han sido la única intervención que la OTAN ha reconocido abiertamente en la Guerra de Siria, aunque todos sus miembros han formado parte de la agresión contra Siria, si bien bajo el seudónimo de “coalición internacional”.
Al retirar sus aviones Awacs del teatro de operaciones sirio, la OTAN pretende abstenerse de tomar posición en la guerra desatada por Turquía contra los grupos armados kurdos.
Antes del golpe de Estado en Turquía, la OTAN justificó su presencia en el teatro de operaciones junto a los yihadistas como una forma de apoyo a su aliado de Ankara, un interés que se acrecentó tras la llegada de la aviación rusa en setiembre de 2015, cuando llegaron a anunciar que estaban dispuestos a enviar de tropas de manera abierta.