La guerra ya no es lo que era. Los que hablan del “peligro de guerra” están a la espera de algo que no va a regresar nunca: grandes ejércitos operando en una extenso campo de batalla con sus artilugios característicos, como tanques, aviones, morteros…
Hace ya muchos años que ningún escenario bélico se describe en esos términos, sino en otros, como “reducción de firma” que no sólo no llaman la atención, sino que pasan mucho más desapercibidos. Cuando el campo de batalla es internet, casi nadie habla de guerra, ni hay protestas, ni denuncias, ni pancartas.
Lo mismo ocurre si el campo de batalla es el espacio, a pesar de que desde 2016 la OTAN lo considera como un dominio operativo por derecho propio, junto con los entornos terrestre, naval y aéreo. Los ejércitos más importantes del mundo tienen unidades de guerra aeroespacial.
Tanto el espacio exterior como el ciberespacio están militarizados, o sea, vigilados por unidades militares con armas específicas para combatir en dichos escenarios: láseres, misiles, ordenadores…
“La OTAN no tiene intención de colocar armas en el espacio. Pero debemos asegurarnos de que nuestras misiones y operaciones cuenten con el apoyo adecuado”, explicó Jens Stoltenberg, secretario general de la Alianza Atlántica, en 2019.
La cumbre de la organización imperialista que acaba de celebrarse en Bruselas ha vuelto a insistir en la “creciente importancia” del espacio: “Los ataques hacia, desde o en el espacio representan un verdadero desafío para la seguridad de la Alianza, cuyo impacto podría amenazar la prosperidad, la seguridad y la estabilidad de los países y del área euroatlántica, y podría tener un efecto en las sociedades modernas tan perjudicial como un ataque convencional”.
La OTAN considera que tales ataques “podrían dar lugar a la invocación del artículo 5” del Tratado del Atlántico Norte, que es el de los mosqueteros: “uno para todos y todos para uno”. Una acción hostil contra un país miembro activa la cláusula de defensa colectiva.
El comunicado precisa que “corresponde al Consejo del Atlántico Norte decidir, caso por caso, las circunstancias de una invocación del artículo 5 a raíz de tales ataques”.
La defensa colectiva también cubre las “amenazas híbridas”, es decir, ataques “por debajo del umbral de conflicto”, la mayor parte de las cuales ni siquiera se pueden atribuir a un enemigo definido. Su objetivo es el de obtener una ventaja estratégica. Entre ellas se encuentran la interferencia en los procesos electorales, el despliegue de grupos armados irregulares, las acciones clandestinas (sabotajes, asesinatos selectivos) y los ciberataques.
Este tipo de ataques se ha acelerado en los últimos años y su origen siempre se busca en los mismos países, Rusia, China, Corea del norte, aunque la mayor parte de ellos son autoataques o ataques de bandera falsa o, simplemente, ficciones que sirven para mantener la tensión internacional.
En su comunicado la OTAN repasa muchas de las agresiones características de la posmodernidad bélica, como “los intentos de interferir en las elecciones”. Las campañas de desinformación son otra de sus obsesiones y por eso en todo el mundo han aparecido los “verificadores de hechos”, como los de la agencia EFE, Maldita o Newtral, que han militarizado internet mediante una vigilancia de las noticias procedentes de fuentes independientes, que ellos califican como “falsas”.
En 2018 un informe del diputado británico Lord Jopling, aportado a una sesión de la Asamblea Parlamentaria de la OTAN, defendió la aprobación un “artículo 5 bis” al Tratado fundacional para poder activar la defensa colectiva en caso de ataques híbridos contra un aliado.
“En estos tiempos de guerra híbrida, tenemos que recurrir al artículo 3, que habla de cooperación y asistencia mutua sin llegar a la defensa colectiva, y al artículo 4, que obliga a los aliados a consultarse cuando la seguridad de uno de ellos está amenazada. La acción colectiva depende de una evaluación unánime de la amenaza, que las tácticas híbridas de Rusia están diseñadas para impedir”, explicó Lord Jopling.
Pues bien, cuatro años después, la OTAN ha dado un paso más: a partir de ahora, las “amenazas híbridas” también estarán cubiertas por el artículo 5 porque así se ha aprobado en la reciente cumbre de Bruselas. “Aunque la responsabilidad principal de responder a las amenazas híbridas corresponde a la nación objetivo, la OTAN está preparada, por decisión del Consejo, para ayudar a un Aliado en cualquier fase de una campaña híbrida contra él, incluso mediante el despliegue de un equipo de apoyo híbrido”, decía el comunicado final.
El texto añade: “En los casos de guerra híbrida, el Consejo puede decidir invocar el artículo 5 del Tratado de Washington, como en el caso de un ataque armado”. El umbral de guerra se ha bajado considerablemente: “Los aliados individuales pueden considerar, cuando sea apropiado, atribuir actividades híbridas y responder de manera coordinada, quedando entendido que la atribución es una prerrogativa de la soberanía nacional”.
La OTAN han de de estar aburridos ya q últimamente solo cosechan perdidas después de q los pueblos comenzaron a cuestionar .pues ahora hay q inventar cualquier justificación para seguir asustando con un monstruo inexistente siendo ellos el verdadero monstruo causando ese caos planetario en el q vivimos.