La naturaleza por encima de la humanidad: expulsan a los masais de sus tierras

En varios países africanos la seudoecología está causando estragos en las poblaciones campesinas y ganaderas, que se ven expulsados de sus tierras ancestrales para preservar el medio ambiente y atraer a las bandas de turistas occidentales que viajan con una billetera sustanciosa.

Ha ocurrido hoy en Tanzania, en la reserva del Ngorongoro, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Toda una maldición. Después de movilizaciones y protestas, las primeras familias masais han tenido que abandonar sus tierras en el marco de un programa de traslado forzoso puesto en marcha por el gobierno tanzano.

Se trata de un desalojo masivo en toda regla, que el gobierno justifica con explicaciones malthusianas: una población creciente supone una amenaza para la fauna y la flora, que son más importantes. Los masais y sus rebaños están compitiendo con la fauna salvaje y “el Ngorongoro se está perdiendo”, dijo el año pasado la presidenta de Tanzania Samia Suluhu Hassan.

El pasado fin de semana, estallaron enfrentamientos en Loliondo, a 125 kilómetros de Ngorongoro, entre la policía y los masais, que se oponían a la instalación de “marcadores” que separan las zonas de hábitat humano de las de vida silvestre.

Un policía murió, según los enviados de la ONU, que también dijeron que 30 personas resultaron heridas después de que la policía disparara munición real, algo bastante extraño en una “reubicación voluntaria”.

Ayer en una declaración, los nueve enviados de la ONU dijeron estar “preocupados por los planes de Tanzania de reubicar a casi 150.000 masai de las reservas de Ngorongoro y Loliondo sin su consentimiento libre, previo e informado”.

“Esto causará un daño irreparable y puede constituir un despojo, un desalojo forzoso y un desplazamiento arbitrario prohibidos por el derecho internacional”, advirtieron.

Los masais viven desde hace un siglo en el cráter del Ngorongoro y ahora van a trasladar a 296 familias a la región de Handeni, 600 kilómetros al sur, según las cifras publicadas por el prefecto regional de Arusha, John Mongella.

Muchas familias van a quedar separadas. Hoy se han marchado unas 20, dijo Mongella, asegurando que “aquí no hay ningún desalojo, toda la gente que se va se ha registrado voluntariamente y el gobierno les está ayudando”.

“Este desalojo nunca fue voluntario para los habitantes de Ngorongoro”, dijo Joseph Oleshangay, un abogado que defiende a los masai.

Tanzania siempre ha permitido a las comunidades indígenas, como los masais, vivir en determinados parques nacionales. Desde 1959, la población que vive en el Ngorongoro ha pasado de 8.000 a más de 100.000 personas, mientras que el rebaño de ganado ha crecido aún más rápido, pasando de unos 260.000 ejemplares en 2017 a más de un millón en la actualidad.

Desde hace varios años los masais acusan al gobierno tanzano de intentar desalojarlos de sus zonas históricas de hábitat y convertirlas en zonas de turismo, safari y de caza privada.

La semana pasada decenas de vehículos policiales de la Unidad de Fuerzas de Campo (FFU) llegaron a la localidad de Wasso, en la división de Loliondo del distrito de Ngorongoro, para demarcar una zona de 1.500 kilómetros cuadrados como reserva de caza (*). Las FFU y otras fuerzas se han desplazado a la zona de Oloosek de Ololosokwan y a la subaldea de Sanjan de Malambo.

(*) https://www.oaklandinstitute.org/police-loliondo-threats-mass-evictions-masai

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