Tras un año de guerra, el ejército israelí sigue empeñado en destruir a Hamas y ha lanzado una ofensiva terrestre en Líbano. Sin embargo, la “victoria total” prometida por Netanyahu está cada vez más lejos.
El ejército israelí cuenta con el apoyo militar de Estados Unidos y con tecnologías de vanguardia. Por el contrario, Hezbollah y Hamas tienen recursos mucho más limitados y están bajo el fuego permanente de los bombardeos israelíes pero, hasta cierto punto, logran mantener al ejército ocupante bajo control, como lo demuestran, en particular, los sesenta rehenes que aún se encuentran retenidos en Gaza.
Como muchos grupos armados antes que ellos, aplican un modelo bien conocido: la guerra de guerrillas, que enfrenta a un ejército regular, más poderoso y bien entrenado, contra unidades de combatientes más débiles y a menudo mal equipados. Estos últimos suelen estar motivados por principios políticos o religiosos, como en el contexto de una guerra de independencia o de resistencia a una ocupación militar.
Frente a un ejército profesional superior en número y armamento, aplican métodos de guerrilla, es decir, la formación de pequeñas unidades móviles que hostigan a las unidades enemigas y recurren a emboscadas, sabotajes y ejecuciones selectivas, evitando mantener una línea de frente clara. Eso les permite atravesar las líneas enemigas y los hace menos detectables. De esta manera aprovechan su entorno, ya sea urbano como en Gaza o rural como en el sur de Líbano, cerca de la frontera.
El perfecto conocimiento del terreno es una de las ventajas de la guerra de guerrillas, que también se basa en el apoyo de la población local, sobre todo cuando ésta comparte una visión común con el grupo. Por lo tanto, en un entorno urbano, los guerrilleros pueden mezclarse con la población y dificultar su detección.
La guerra de guerrillas urbana permite atenuar las ventajas tecnológicas de un ejército regular, que tiene capacidades de fuego más adecuadas para amenazas tradicionales, como tanques y artillería, que para grupos pequeños y de gran movilidad.
En el caso de un terreno con alta densidad urbana, el ejército regular corre el riesgo de aumentar las víctimas civiles, lo que genera numerosos problemas políticos. Así, los masivos e incesantes bombardeos israelíes en Gaza y Líbano, si bien limitan el riesgo de pérdidas en el ejército israelí, no respetan ninguno de los principios del derecho internacional humanitario.
El carácter esquivo de las pequeñas unidades guerrilleras puede afectar la moral de las tropas. Por ello, muchos soldados israelíes hablan de la impresión de estar luchando contra fantasmas durante sus enfrentamientos pasados o recientes con Hamas y Hezbollah. Este sentimiento se ve reforzado por el uso extensivo de túneles por parte de estos grupos, que los protegen de los drones y les permiten realizar operaciones sigilosas y rápidas, antes de desaparecer en las redes subterráneas.
A pesar de los grandes medios tecnológicos y de las bombas que pueden alcanzar profundidad, es muy difícil luchar contra una red de este tipo sin intervención sobre el terreno. Por ejemplo, las fuerzas estadounidenses en Vietnam nunca lograron neutralizar los túneles del vietcong.
Frente a la guerra de guerrillas, los ejércitos regulares han desarrollado tácticas contrainsurgentes. Se basan en acciones permanentes de vigilancia e inteligencia con el fin de realizar operaciones selectivas para desmantelar las redes guerrilleras y sus apoyos populares.
También han creado unidades especiales para adoptar las tácticas y el estilo de vida de los guerrilleros, con el objetivo de engañar a sus oponentes para que cometan errores. Esta fue, en particular, una de las estrategias implementadas por el ejército francés durante la guerra de Argelia con los comandos de combate.
Al mismo tiempo, el ejército puede intentar ganarse el apoyo de las poblaciones locales para desviarlas de la guerra de guerrillas. Esta estrategia ha sido aplicada en varias ocasiones por el ejército francés, ya sea en Argelia o en Afganistán. La idea es dar asistencia a los vecinos y dar respuesta a sus necesidades, como la creación de pozos de agua o el envío de médicos.
Aunque algunas tácticas contrainsurgentes han demostrado su eficacia, también son controvertidas, sobre todo por el uso de la tortura, como fue el caso del ejército francés en Argelia o más recientemente del ejército estadounidense en la prisión de Abu Ghraib en Irak.
Después de un año de guerra y el inicio de la ofensiva terrestre israelí en Líbano, la Franja de Gaza es otra muestra de la superioridad guerrillera. Si, a corto plazo, los bombardeos y los desplazamientos forzosos de poblaciones han permitido a los israelíes tomar el control de, Hamas continúa evolucionando en la clandestinidad, y el resentimiento creciente, así como la desesperación de la población civil, pueden permitirle reclutar nuevos miembros.
En Líbano, una ofensiva terrestre prolongada, incluso si utiliza los mismos métodos que los aplicados en Gaza, podría resultar extremadamente costosa para los israelíes. Con la participación de numerosos actores internacionales, la guerra corre el riesgo de prolongarse en el tiempo, lo que siempre va en detrimento de las tropas regulares.