La experiencia desestabilizadora de la CIA durante la Guerra Fría

La desestabilización a través de las redes sociales tiene sus antecedentes en la Guerra Fría, cuando la CIA creó periódicos, revistas, editoriales y radios para intoxicar en la URSS y los países del este de Europa con toda clase de bulos e infundios que llegan hasta hoy.

Desde los primeros años de la posguerra, la CIA se involucró en el mercado de la comunicación de masas. Creó Radio Europa Libre en 1950 y un año después Radio Libertad, con potentes emisoras en Munich, Alemania Occidental, con varios miles de técnicos estadounidenses y tránsfugas procedentes del este de Europa.

Radio Libertad emitía sólo hacia la Unión Soviética y Radio Europa Libre a otros países del este de Europa, excepto Yugoeslavia.

Ambas organizaciones tenían oficinas en Nueva York y afirmaban estar dotadas de fondos privados procedentes exclusivamente de fundaciones, empresas y el público. Sin embargo, durante años la financiación encubierta de las dos emisoras por parte de la CIA siempre fue un secreto a voces. En 1971 el senador Clifford P. Case denunció que en los últimos 20 años la CIA había gastado varios cientos de millones de dólares para mantener en funcionamiento Radio Europa Libre y Radio Libertad (1).

Case señaló que las subvenciones directas de la CIA pagaban “casi todos los costes”. A comienzos de los setenta proporcionó a las emisoras 30 millones de dólares sin la aprobación del Congreso. Todo se ejecutaba bajo diferentes fachadas, especialmente de instituciones, agencias de noticias y empresas de apariencia comercial.

La maquinaria de propaganda de la CIA fue dirigida por primera vez por el periodista Tom Braden y en ella participó durante muchos años Cord Meyer Jr., otro cabecilla. Ambos estaban bajo la férula del dirigente de las operaciones encubiertas desde 1948, el alcohólico Frank Wisner, que fue destituido diez años después de padecer uno de sus brotes sicóticos (2).

Con el MI6, Wisner promovió del derrocamiento de Mossadegh en Irán en 1953 tras haber organizado una campaña de intoxicación propagandística y altercados callejeros que acabaron con el regreso del Sha.

Un año después orquestó el Golpe de Estado contra Jacobo Arbenz en Guatemala, un plan ejecutado en colaboración con la United Fruit. Wisner no sólo apoyó al general Castillo Arenas para derrocar a Arbenz, sino que envió pilotos y mercenarios para combatir a las fuerzas leales al gobierno legítimo.

Cuando intentaba promover la desestabilización de Hungría en 1956, sufrió un ataque de esquizofrenia y fue ingresado en un hospital. Dos años después, fue relevado de sus responsabilidades y enviado a Londres como jefe de la antena local de la CIA.

En 1963 se retiró y dos años más tarde se suicidó en plena depresión sicótica.

Según sus estatutos, la unidad que dirigía Wisner, la Oficina de Coordinación Política, se encargaba de “la propaganda, la guerra económica; la acción directa preventiva, incluyendo el sabotaje, el antisabotaje, la demolición y las medidas de evacuación; la subversión contra los estados hostiles, incluyendo la asistencia a los grupos de resistencia clandestinos, y el apoyo a los elementos anticomunistas autóctonos en los países amenazados del mundo libre”, asegura Evan Thomas (3).

Por sistema, el gobierno de Estados Unidos rechazaría siempre cualquier responsabilidad por las manipulaciones de la Oficina de Wisner.

“Teníamos al menos un periódico en cada capital extranjera en un momento dado”, reconoció un agente de la CIA al New York Times en 1977 (4). La Agencia creó una formidable maquinaria propagandística que no se agotó con la caída de la URSS y demás países del este de Europa. La Agencia no sólo se creó para capturar información, sino para fabricarla y difundirla. Cuando la Oficina de Wisner se incorporó a la CIA, el 75 por ciento de los fondos estaban dedicados a la intoxicación y la manipulación de los medios de comunicación de todo el mundo.

El mundo lleva 70 años devorando los embustes de la CIA como si fueran noticias de primera calidad. Sin rasgarse las vestiduras lo más mínimo, reporteros, columnistas, analistas, tertulianos, universitarios… No son lo que parecen. No son otra cosa que diferentes disfraces de la CIA.

(1) https://www.nytimes.com/1971/01/24/archives/ban-sought-on-cia-aid-for-radio-free-europe-ban-is-sought-on-cia.html
(2) https://www.archyde.com/the-alcoholic-chief-of-cia-covert-operations-who-became-a-scourge-of-the-iron-curtain/
(3) https://www.amazon.com/Very-Best-Men-Daring-Early/dp/141653797X/ref=sr_1_1
(4) https://www.nytimes.com/1977/12/26/archives/worldwide-propaganda-network-built-by-the-cia-a-worldwide-network.html

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