La encrucijada estratégica en el Ártico ruso

Hasta la hazaña del explorador sueco Nordenskjöld de 1879 Rusia no pudo navegar completamente la Ruta Marítima del Norte (Sevmorput en ruso), que une el Mar de Barents (en Europa) con el Estrecho de Bering (en Asia). En 1905, tras la derrota militar contra Japón y ante la amenaza de guerra con Alemania y Turquía, el temor a quedar aislada de sus rutas de acceso marítimo impulsó a Rusia a construir una sólida infraestructura marítima en sus costas árticas. Durante la Primera Guerra Mundial, se reforzó el papel militar y estratégico de los puertos de Murmansk y Arjangelsk.

Bajo el gobierno soviético se creó el Comité de la Ruta del Norte. El primer viaje comercial entre Murmansk y Vladivostok tuvo lugar en 1932. Fue una época de grandes desafíos, el triunfo del hombre sobre la naturaleza y la glorificación de los conquistadores de las tierras vírgenes del Norte.

Durante la Segunda Guerra Mundial, los Aliados utilizaron la Ruta del Norte para abastecer a Rusia. La consolidación de esa ruta requirió la construcción de rompehielos. Desde el último cuarto del siglo XX, la reapertura casi constante de las rutas marítimas árticas ha permitido considerar seriamente la creación de una ruta comercial polar que atraviese el norte de Rusia. Desde 1978, la Ruta Marítima del Norte ha estado abierta todo el año desde Murmansk (Mar Blanco) hasta Dudinka (Mar de Kara), y de junio a noviembre desde Dikson (en la desembocadura del Yenisei) hasta Vladivostok.

La atraviesa una flota de rompehielos, lo que facilita el acceso a los cargueros que transportan recursos minerales desde el Ártico ruso hasta las plantas de procesamiento, especialmente en China. Algunos lo consideran un “tercer canal” que, después de los canales de Suez y Panamá, acorta las distancias transoceánicas. Esta reducción puede alcanzar los 7.000 kilómetros en las rutas marítimas que conectan Europa con Asia.

Por lo tanto, los archipiélagos y estrechos de los mares polares desempeñarán un papel clave en el control de estas rutas. Actualmente, este tráfico marítimo del norte está aumentando, pero requiere nuevos tipos de buques (los llamados rompehielos nucleares de tercera generación, barcazas y buques de carga especiales de 8.000 a 15.000 toneladas).

Sin embargo, los mares polares, con menos hielo, no excluyen el encuentro con icebergs a la deriva e inestables, conocidos como “growlers”. Para contrarrestar y asegurar el tráfico, Rusia debe fortalecer su infraestructura portuaria y sus sistemas de apoyo (seguimiento permanente del hielo en 3D, estaciones meteorológicas, radares, helicópteros y aeronaves de vigilancia).

Otra limitación es la visibilidad, especialmente durante la noche polar. Sin embargo, dada la baja luminosidad, independientemente de la época del año, todos los transbordos se realizan bajo la luz de potentes reflectores.

La era de las pruebas nucleares

Nueva Zembla es un archipiélago en el Océano Ártico, que forma parte de Rusia. A partir de los años cincuenta, con la Guerra Fría y la carrera armamentista, las islas entraron en la era atómica, transformándose en un campo de tiro. La Flota del Norte soviética se estacionó allí en octubre de 1954. Por obvias razones estratégicas, la URSS estableció una base aérea en Rogachevo, al suroeste de la isla sur, para proporcionar logística e interceptación.

Un primer polígono de pruebas nucleares, el “Polígono A”, se construyó en la bahía de Chornaia. Se utilizó principalmente entre 1955 y 1962, antes de ser reemplazado por el “Polígono B”, en el estrecho de Matochkin, que albergó pruebas subterráneas entre 1964 y 1990. Un tercer polígono, el “Polígono C”, Sujoi Nos, se utilizó de 1957 a 1962 y fue escenario, el 30 de octubre de 1961, de la explosión aérea, a 3.500 metros de altitud, de una bomba de 50 megatones, la “Bomba Zar”, la explosión nuclear más potente jamás realizada en el mundo.

En realidad, se realizaron otras pruebas en otros lugares del archipiélago, la mitad de cuya superficie está catalogada oficialmente como zona de pruebas. Desde 1989 el desmantelamiento de la URSS propició una mayor transparencia en las actividades nucleares. Las pruebas atmosféricas y subterráneas cesaron en 1990. La última se realizó el 24 de octubre de 1990 en un túnel del estrecho de Matochkin. Según informes, se han realizado algunas pruebas submarinas desde entonces, al menos entre 1998 y 2004. El gobierno ruso afirma que estas pruebas ya no implican emisiones radiactivas ni explosiones termonucleares.

Durante el período 1955-1990, se llevaron a cabo 132 pruebas nucleares en Nueva Zembla, incluidas 91 pruebas atmosféricas, con una potencia nuclear estimada de entre 240 y 260 megatones de equivalente de TNT. Esto representa el 97 por cien de la potencia nuclear de las pruebas atmosféricas soviéticas y casi el 55 por cien de la potencia nuclear liberada por todas las pruebas atmosféricas a escala mundial. El polígono de pruebas se encuentra actualmente parcialmente desmantelado. Muchos edificios y equipos permanecen en el lugar tal como estaban y las explosiones han dejado huellas imborrables. La mayoría de los archivos son inaccesibles o han sido destruidos por razones de seguridad.

Además de los problemas de contaminación radiactiva, existe el espinoso problema del almacenamiento de residuos nucleares. El archipiélago cuenta con varios vertederos sumergidos en sistemas de contenedores (reactores nucleares de submarinos y combustible nuclear de rompehielos), que en conjunto constituyen pecios submarinos (como el submarino K27). La controversia se reavivó en mayo de 2002, cuando el Ministerio de Energía Atómica de Rusia anunció la creación un nuevo vertedero, que se instalaría en 2005 entre los mares de Barents y Kara, con un coste cercano a los 80 millones de dólares.

Rusia aseguró que solo se depositarían allí residuos nucleares de las regiones de Arjangelsk y Murmansk y que no se contemplaba el almacenamiento de residuos de otros países. La preocupación suscitada por este proyecto es aún más justificada, dado que en junio de 2001 la Duma rusa (Cámara Baja) aprobó una serie de enmiendas a la Ley de Protección Ambiental, autorizando la importación de residuos nucleares extranjeros a Rusia para su almacenamiento y reprocesamiento.

Reclamaciones sobre los recursos submarinos

En un contexto jurídico internacional donde los límites de las plataformas continentales siguen estando mal definidos, Rusia reclama derechos de explotación adicionales sobre un área marítima de 1,2 millones de kilómetros cuadrados, ubicada en el triángulo Chukotka-Múrmansk-Polo Norte. En virtud de la Convención de las ONU sobre el Derecho del Mar, aprobada en 1982, los cinco estados costeros del Ártico (Rusia, Estados Unidos, Canadá, Dinamarca y Noruega) ejercen su soberanía sobre su Zona Económica Exclusiva (ZEE) dentro de una franja costera de 200 millas náuticas (370 kilómetros) y más allá, si pueden demostrar que el lecho marino reclamado constituye una extensión de su plataforma continental.

Las expediciones geológicas destinadas a demostrarlo han continuado. En el verano de 2007 un batiscafo ruso plantó su bandera con peso de plomo a 4.000 metros por debajo del Polo Norte, principalmente para afirmar la continuidad geológica de las dorsales de Lomonosov y Mendeleyev.

A escala regional, frente a su vecino noruego, hay mucho en juego, ya que el mar de Barents contiene reservas equivalentes a 7.500 millones de barriles de petróleo y 9 billones de metros cúbicos de gas. Desde 2004 las empresas rusas Lukoil, Gazprom y Yukos han estado explotando yacimientos en los mares de Barents y Kara.

La tensión es especialmente alta en la zona entre Svalbard y Nueva Zembla, donde se encuentran los yacimientos más grandes, pero también porque se encuentran frente al complejo militar-industrial de Murmansk. El Mar de Barents se ha convertido así en un epicentro político: mientras Rusia se acerca a Europa por razones económicas, Noruega prefiere acercarse a Estados Unidos, y el Mar de Barents se está convirtiendo cada vez más en un foco de maniobras y demostraciones navales.

Para mantener su fuerza defensiva y ofensiva en la zona de Barents-Kara, Rusia cuenta con una impactante potencia militar (buques de superficie, submarinos nucleares, bombarderos estratégicos) desplegada en una red de bases ubicadas entre Murmansk, Nueva Zembla y el archipiélago de Francisco José.

Por lo tanto, la misión de la Flota del Norte sigue siendo claramente controlar el Mar de Barents y, de ser necesario, tomar el control del canal de Barents entre Svalbard y Finnmark, que está en manos de Noruega.

La creación del Parque Nacional del Ártico ruso

La cooperación entre Noruega y Rusia avanza a un ritmo pausado, incluso en el ámbito medioambiental. Sin embargo, en junio de 2009 Putin creó el Parque Nacional del Ártico ruso en el archipiélago de Nueva Zembla. En el lado noruego, en Svalbard, dos tercios del territorio ya están protegidos. Nueva Zembla es una de las principales zonas de cría de osos polares de los mares de Barents y Kara, así como de ballenas de Groenlandia, morsas, renos y numerosas aves.

Inicialmente se planeó que la superficie del parque superara los 80.000 kilómetros cuadrados. Actualmente abarca 14.260 kilómetros cuadrados, incluyendo 7.940 kilómetros cuadrados en el mar y 6.320 kilómetros cuadrados en tierra. El parque excluye toda actividad industrial, pero probablemente estará abierto a algunas formas de turismo.

En diciembre de 2009, tras la reunión del Grupo de Trabajo Conjunto sobre Medio Ambiente en Oslo, el Ministerio de Recursos Naturales de Rusia confirmó el deseo de intensificar la cooperación entre Rusia y Noruega para el desarrollo del turismo ecológico en el parque. Los participantes en la reunión enfatizaron la necesidad de preservar la biodiversidad del mar de Barents y el uso racional de sus recursos biológicos. Expresaron su disposición a promover los contactos entre ambos países, un tema que será objeto próximamente de una 16 reunión, esta vez convocada en Rusia.

Olivier Vandercruyssen https://regard-est.com/la-nouvelle-zemble-carrefour-strategique-de-larctique-russe

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