En declaraciones a HRW (Observatorio de Derechos Humanos) el año pasado (*), Ridha al-Najjar, de 51 años, y Lufti al-Arabi al-Gharisi, de 52 años, describieron un dispositivo de metal con clips que sujetaban los dedos y un casco conectado a los cables.
“Vi una caja eléctrica… la silla. Ellos [espías de la CIA] decían que te torturaremos aquí con electricidad”, indicó Al-Gharisi, al recordar el tiempo que pasó detenido en la prisión de la Base aérea de Bagram, en las afueras de Kabul, capital afgana, conocida como “Salt Pilt”.
Al-Gharisi añadió que los agentes de la CIA de Estados Unidos le obligaban a sentarse en la silla y conectaban los cables, aunque él nunca sufrió prácticamente, un choque eléctrico.
Entre las torturas que sobrevivieron Al-Najjar y Al-Gharisi se destaca la bañera (waterboarding) y estar atado a un palo mientras que su rostro estaba sumergido en una bañera.
Ambos, de nacionalidad tunecina, fueron excarcelados el año pasado, sin embargo, nunca fueron indemnizados por sufrir 13 años de detención y tortura sin cargos ni juicios.
Es la primera vez que los detenidos hablan de tiempo que la CIA los mantuvo detenidos. El uso de sillas eléctricas no aparece en el informe que publicó el Comité de Inteligencia del Senado de Estados Unidos en diciembre de 2014, que incluyó los brutales métodos de la CIA tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, que habían sido autorizados por el gobierno de Bush (2001-2009) y del entonces vicepresidente Dick Cheney.