Israel ha comenzado a implementar su plan para destruir y ocupar la Ciudad de Gaza. El ejército lleva a cabo operaciones simultáneas de bombardeo y demolición en el sur, este y norte, avanzando desde tres ejes hacia el centro de la ciudad en una campaña de destrucción total. Esta escalada marca una nueva fase en el genocidio que dura 23 meses contra los palestinos en la Franja de Gaza.
El ataque se produce tras el anuncio oficial del ejército israelí de la Operación Carros de Gedeón II el 20 de agosto, cuando la fase preliminar ya estaba en marcha. Más de un millón de personas se encuentran atrapadas en menos del 30 por cien de la Ciudad de Gaza, todas ellas amenazadas de desplazamiento forzado hacia el sur como parte de un plan para arrasar la ciudad, infligir destrucción sistemática y establecer un control militar total.
Ayer las tropas israelíes detonaron un robot cargado de explosivos en el barrio de Al Saftawi, al norte de la ciudad. Se produjo tras la infiltración de vehículos militares y una excavadora en la zona vecina de Abu Sharj, tras lo cual el robot fue desplegado y detonado a distancia, causando una destrucción generalizada.
El ejército israelí también detonó robots en la zona de Al Wahidi, en Jabalia Al Balad, y en la zona de Zarqa, al sur, destruyendo otras viviendas y barrios residenciales. Esta mañana, aviones israelíes lanzaron intensos ataques aéreos sobre Jabalia Al Balad, dirigidos contra la rotonda de Abu Sharj y el cementerio de Jabalia Al Nazla.
Además de desplegar robots cargados de explosivos, el ejército israelí ha intensificado el uso de drones cuadricópteros cargados con cajas explosivas. Los drones dejan caer su carga dentro de edificios o sobre tejados, causando daños tan devastadores como los causados por robots o ataques aéreos. En los últimos días numerosos edificios de varias plantas y barrios residenciales han sido destruidos en Al Saftawi y Jabalia Al Nazla. Estas zonas y sus alrededores aún albergan a un gran número de residentes y desplazados internos del norte de Gaza, obligados a huir debido a los incesantes bombardeos.
Las operaciones de destrucción en Al Saftawi, en el norte, forman parte de un plan militar israelí más amplio que abarca toda la ciudad de Gaza. Operaciones similares se están llevando a cabo en el este, especialmente en Tuffah y Shujaiyya, y en el sur, en Zeitoun, donde ya se han destruido más de 500 viviendas. En Al Sabra varios edificios residenciales también han sido arrasados mediante robots cargados de explosivos y ataques aéreos, incluyendo viviendas ocupadas como el complejo de la familia Abu Sharia, que fue bombardeado el jueves 21 de agosto, matando a ocho miembros de la familia, entre ellos cuatro niños.
La continua destrucción masiva viene acompañada de un patrón recurrente de asesinatos deliberados, en los que el ejército israelí ataca directamente a cualquiera que se mueva en estas zonas, incluyendo a quienes huyen de la muerte. Este es el caso de dos hermanos, Awad Ihsan Saadallah y Nadine Ihsan Saadallah, quienes murieron el sábado en un ataque aéreo que alcanzó a un grupo de civiles cerca de la mezquita Hamza en Jabalia Al Nazla.
La intensidad de los ataques israelíes, sumada a la limitada capacidad y accesibilidad de los pocos hospitales que aún funcionan y a la falta de recursos y presencia de Protección Civil sobre el terreno, impide un recuento preciso de las víctimas. El número real de muertos es casi con toda seguridad mucho mayor que el anunciado o registrado hasta la fecha.
Estas prácticas tienen consecuencias catastróficas e irreversibles para cientos de miles de civiles que ya sufren hambre y desplazamiento. Son sometidos a bombardeos y masacres a diario mientras su ciudad es arrasada barrio por barrio ante sus ojos, mientras la comunidad internacional guarda silencio y no reacciona ante uno de los crímenes de genocidio más atroces de la historia moderna.
Los continuos ataques y la expansión de las operaciones israelíes, cuyo objetivo es ocupar totalmente la ciudad de Gaza, corren el riesgo de desencadenar masacres sin precedentes contra la población civil, destruyendo lo que queda de una respuesta humanitaria ya deficiente.
Esta escalada continua constituye un nuevo capítulo en el genocidio israelí, perpetrado a plena vista de la comunidad internacional, que continúa brindando apoyo político, financiero y militar a sus perpetradores. Estas masacres no son incidentes aislados ni pasajeros, sino el resultado deliberado de una política israelí oficial y públicamente declarada. El mundo tiene la responsabilidad de facilitarlas mediante su silencio e inacción, lo que, en muchos casos, equivale a complicidad directa.
Todos los Estados, individual y colectivamente, deberían cumplir con sus obligaciones y actuar con urgencia para poner fin al genocidio en Gaza, tomando todas las medidas necesarias para proteger a la población civil palestina en el territorio.
Los países occidentales también deben imponer sanciones económicas, diplomáticas y militares a Israel en respuesta a sus sistemáticas y graves violaciones del derecho internacional. Estas sanciones deben incluir la prohibición de la exportación de armas a Israel y el cese de la compra de armas a ese país; medidas para suspender toda forma de apoyo y cooperación política, financiera y militar; la congelación de activos de los funcionarios involucrados en crímenes contra los palestinos o que los inciten a cometerlos; y la imposición de prohibiciones de viaje a estos funcionarios. Además, deben suspenderse los privilegios comerciales y los acuerdos bilaterales que otorgan a Israel beneficios económicos que le permiten cometer sus crímenes.
El mundo debe cumplir urgentemente con sus obligaciones legales y morales abordando las causas profundas del sufrimiento y la opresión del pueblo palestino, que persisten desde hace 77 años. Debe garantizar su derecho a vivir en libertad, con dignidad y a ejercer la autodeterminación, de conformidad con el derecho internacional; poner fin al régimen de apartheid impuesto por la colonización israelí; asegurar la retirada completa del ejército israelí; levantar el bloqueo ilegal de la Franja de Gaza; llevar a los perpetradores israelíes ante el cadalso; y garantizar a las víctimas palestinas su derecho a reparación e indemnización.
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