Las tropas de Haftar entraron en Sirte casi sin combatir. La operación militar anunciada anteriormente por las fuerzas de Haftar solo duró tres horas. Varios combatientes del gobierno de Unidad Nacional, encabezado por Fayez Al-Sarraj y reconocido por la ONU, fueron hechos prisioneros y su equipo fue confiscado, mientras que otros huyeron.
Las tropas de Sarraj han mantenido el control de la ciudad desde 2016, cuando expulsaron al Califato Islámico después de varios meses de combates. La ciudad estaba bajo el control de la denominada “Fuerza de Protección de Sirte”, compuesta principalmente por combatientes de Misrata, a 250 kilómetros al oeste de Sirte.
Un comandante militar de Sarraj denunció una “traición” de una milicia yihadista, que cambió de bando cuando las fuerzas de Haftar entraron en la ciudad.
Desde el 4 de abril del año pasado Haftar trata de apoderarse de Trípoli y había dado un ultimátum a los combatientes de Misrata, que constituyen el grueso de las fuerzas gubernamentales, para que se retiraran de Trípoli y de Sirte.
El viernes también anunció la yihad y una movilización general contra una intervención militar turca en Libia en apoyo al gobierno de Trípoli. Haftar cuenta con el apoyo de Egipto y Emiratos Árabes Unidos, rivales regionales de Turquía y Qatar.
La ONU, responsable directa del derrocamiento de Gadafi, junto a la OTAN, ha metido a Libia y a ella misma en un berenjenal del que no es capaz de salir. Nueve años después lamenta la intervención extranjera en la guerra y la inutilidad de sus resoluciones sobre el embargo de armas.
Alemania ha retomado el testigo y el sábado hay un reunión en Moscú entre Merkel y Putin, lo que pone de manifiesto que el papel de Estados Unidos en Libia es marginal. Merkel quiere convocar una conferencia internacional, que es tanto como legalizar la injerencia extranjera en Libia, y hay que esperar para saber si Putin acepta participar en ella, donde se encontrará con Erdogan.
Es pintoresco porque la cadena pública alemana Deutsche Welle está denunciando unos supuestos planes “expansionistas” de Rusia en el Mediterráneo, tratando de convertir a Libia en una segunda Siria (*). Más bien está ocurriendo lo contrario: Alemania trata de involucrar a Rusia en sus propios planes.
A la desesperada, al mismo tiempo que perdía Sirte, Sarraj se desplazó a Argel, donde coincidió con el ministro turco de Asuntos Exteriores. Pero si Argelia toma partido abiertamente por el gobierno de Sarraj, perderá fuerza en la conferencia internacional que quiere convocar Alemania, donde se van a necesitar países que, más bien, hayan mantenido una cierta apariencia de neutralidad.
Lo mismo que Alemania y Rusia, Argelia también forma parte de esos países. Pero si en la mesa de negociaciones Rusia pasa a un primer plano, empezarán a alzar la voz los que critican su “expansionismo” y pregonan que son “todos iguales”, que unos son malos y los otros peores…
(*) https://www.dw.com/es/expansi%C3%B3n-rusa-en-el-mediterr%C3%A1neo-se-convertir%C3%A1-libia-en-la-nueva-siria-de-putin/a-51781774