Excepto los muertos, todo es mentira en esta pandemia

La mayoría de exceso de muertes que se han producido este año respecto a la media de defunciones del mismo periodo de años anteriores no se debe al coronavirus sino a otras causas.

Soy consciente que la tendencia general es endosar a Gobierno y comunidades autónomas ocultamiento, por subestimación, del verdadero número de fallecidos por Covid-19. No comparto totalmente este enfoque y, por el contrario, considero que las defunciones por Covid-19, incluso en infectados “confirmados” (30% de falsos positivos posibles, Sin Hang Lee, “Journal of Geriatrics and Rehabilitation”, 17/07/2020), son menos que las oficiales. Si cabe, esto es aún más grave al apuntar a muertes en exceso de personas no infectadas, fragilizadas y desatendidas. La mayoría de exceso de muertes (respecto a la media de defunciones del mismo periodo de los últimos años) se debe a otras causas.

En primer lugar, el «syndrome de glissement-abandon» (dejarse ir) o muerte «psychogène» (Jean Carrié, 1952) en personas mayores que durante la epidemia se sintieron, con razón o sin ella, traumáticamente abandonas a domicilio, hospital o residencias (fallecen en tres semanas); en segundo lugar, el terror a infectarse en el hospital de personas con patologías graves, para todos los efectos huidas, que al no recibir seguimiento, intervención ni atención urgente fallecieron (y las que fallecerán).

Así las cosas, del Informe n°36 del Centro Nacional de Epidemiología (CNE), “Situación De Covid-19. Casos diagnosticados a partir 10 de mayo” obtenemos conclusiones demoledoras relativas a la estrategia y directrices de política sanitaria impuestas por el Gobierno y CC.AA. en aras de minimizar el número de muertos causados por la epidemia en curso. Se trata de una encuesta epidemiológica de casos confirmados. Abstracción hecha de falsos positivos, los casos reales, de haberse hecho más test, serían a buen seguro el doble lo cual haría caer mecánica e imparablemente la tasa de letalidad al 0,3%-0,4%.

En la Tabla 4 del susodicho informe (distribución por grupos de edad) confeccionada por el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) con los casos de Covid-19 por nivel de gravedad notificados a Renave con inicio de síntomas y diagnóstico posterior al 10/05/2020 (23/07/2020, fecha de la extracción de datos) se observa que hubo en total 228 defunciones por 35.482 infectados. Obtenemos una tasa de letalidad de 0,6% (228/35.482=0.006=0,6%). Esta tasa discrepa incontestablemente de la que se obtendría para la población general con el número de fallecidos (casi 45.000 confirmados y sospechosos) por Covid-19 estimados por nuestros colegas de «El País» (26/07). EP, Johns Hopkins University, INE, SCIII, deben revisar sus cifras, al copiarse entre sí repercuten los errores. Hay que orientarse siempre por la tasa de letalidad. La pertinente es la aquí calculada (por exceso).

Un primer estudio (26/04) de cuatro investigadores universitarios estimó la tasa de letalidad española en 3,1% contabilizando aproximadamente 38.000 fallecidos en cálculo deslizante. El Ministerio de Sanidad, en el momento de la publicación de la insostenible investigación, proponía 23.822 muertos (28/04). La discrepancia provenía de considerar fallecidos por Covid-19 prácticamente todas las muertes en exceso a partir de los informes del Sistema de Monitorización de la Mortalidad Diaria (MoMo) elaborados por el ISCIII. Los cálculos eran tan chocantes que con 32 infectados obtenían un fallecido. El estudio nacional de seroprevalencia llevado posteriormente a buen término por el ISCIII es más solvente pero también adolece de graves limitaciones a pesar de haber sido publicado por «The Lancet» (6/07/2020).

Los autores del estudio lo reconocen elegantemente. La tasa de letalidad que obtienen sigue siendo excesivamente elevada (1,14%). Sin embargo, al haber confirmado el estudio del ISCIII la elevada seroprevalencia del personal sanitario disponían de todos los elementos para una estimación robusta. Es cierto que un muestreo aleatorizado, representativo de la población española, debe tener en cuenta criterios de sexo, edad, categoría socioprofesional, región, renta, talla de la aglomeración, etc. Estos criterios no los cumple en su totalidad el colectivo de sanitarios pero se pueden aproximar bastante bien. Con cifras oficiales, la tasa de letalidad entre profesionales sanitarios (52.500 infectados hasta el 25 de junio) puede estimarse en el 0,13% para un rango de edad entre más de 20 y menos de 70 años. Si ponderamos con la tasa de letalidad para la población entre 0 y 20 años obtenemos aproximadamente una tasa de letalidad de 0,11% en el rango 0-70 años. Finalmente, teniendo en cuenta la tasa de letalidad de mayores de 70 años obtenemos una estimación global de 0,5%-0,6%, en consonancia con la que se desprende del informe del CNE arriba referenciado.

Viene ahora lo más inquietante. En la susodicha Tabla 4 se observa que solamente en los rangos 70-79 años y más de 80 se constatan más defunciones que estancias en la UCI. En los de más de 80 años el dato es aterrador: de 781 pacientes hospitalizados solo 20 pasaron por la UCI pero se registran 150 fallecidos. Con una prognosis correcta, dada la sintomatología tan brutal en fase severa (neumonías especificas y «tormentas de citocinas») es dudoso que los 130 pacientes hospitalizados, de más de 80 años, que fallecieron sin pasar por la UCI muriesen por el Covid-19. Habida cuenta que se los reportó infectados se les asignó esa causa de muerte. Además, una cosa es haber sido infectado por el Sars-CoV-2 y otra, bien distinta, morir de ello. Uno puede padecer cáncer y fallecer de un ataque al corazón o una peritonitis sobre todo si ha sobrepasado la esperanza de vida teórica. Entonces ¿de qué fallecieron? Fallecieron del “syndrome de glissement-abandon”: no es el virus el que mata sino la situación resentida. La tristeza, la pena, el desamparo que invade a los mayores en el hospital (o residencias o a domicilio) les resulta fatal, no el virus (o no siempre).

En síntesis, tomando en cuenta falsos positivos, tasa de letalidad discrepante con exceso de muertes por el Covid-19 (confirmadas y sospechosas), muertos por distintas dolencias que en vida, aterrorizados, no acudieron al hospital para no infectarse y fallecidos por “syndrome de glissement-abandon” estimo entre 20.000-24.000 los fallecidos directamente por Covid-19. Siguen siendo muchos, ciertamente, pero no son menos los no infectados que no supimos salvar.

https://www.abc.es/opinion/abci-juan-jose-calaza-excepto-muertos-todo-mentira-202008142141_noticia_amp.html

Más información:
– Dossier coronavirus

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