La Guerra de Ucrania ha sacado a la Unión Europea de un pesado letargo y con los deberes por hacer. Cada uno de las tareas pendientes necesita inversiones, como el rearme, de cientos de miles de millones que se van a quedar en agua de borrajas, porque no van a resolver los problemas del continente, que son estratégicos, es decir, consecuencia de una política disparatada.
Si el plan de rearme cuesta 800.000 millones de dólares, el de inteligencia artificial asciende a otros 200.000 millones más, según el informe presentado por Ursula von der Leyen el 11 de febrero. No hay dinero ni para una cosa ni para la otra. Lo único que tiene Bruselas son proyectos.
Uno de ellos es la creación de un nuevo fondo, llamado InvestAI, dotado con 20.000 millones de euros destinado a la creación de gigafactorías especializadas en el entrenamiento de modelos avanzados de inteligencia artificial. Von der Leyen también anunció el despliegue de diez nuevos superordenadores, esenciales para el desarrollo de sistemas de inteligencia artificial. Estados Unidos tiene actualmente 171, por lo que el retraso en evidente también en este terreno y nunca se va a poder superar.
En todos los ámbitos digitales, la Unión Europea se ha quedado atrás en términos de innovación. Según un informe reciente del Tribunal de Cuentas Europeo, “las inversiones de la Unión Europea en inteligencia artificial no han seguido el ritmo de las dictadas por los países cabeceros del mundo. La Unión tiene dificultades para desarrollar el ecosistema europeo de inteligencia artificial y no ha logrado impulsar sus inversiones lo suficiente como para competir en igualdad de condiciones con los más avanzados del sector”.
El Tribunal señala varios motivos. Primero, la mala coordinación de los esfuerzos de la Unión Europea con los Estados miembros. Segundo, los planes no son creíbles porque la Comisión no ha previsto un sistema adecuado para supervisar la eficacia de las inversiones. Tercero, la falta de claridad en las modalidades de contribución de los Estados miembros a los objetivos generales de inversión de la Unión Europea ha provocado una falta de una visión general a escala europea. Cuarto, la Unión Europea ha tardado en aplicar nuevas medidas para incentivar la comercialización de empresas innovadoras en este sector tecnológico.
En Estados Unidos las mayores empresas tecnológicas invertirán 330.000 millones de dólares en el desarrollo de la inteligencia artificial este año: 100.000 millones de Amazon, 80.000 millones de Microsoft, 75.000 millones de Google, 65.000 millones de Meta y 10.000 millones de Apple.
Además, otras entradas ya hemos anunciado el plan de inversión de Trump de 500.000 millones de dólares dedicado a infraestructura física y virtual para la inteligencia artificial. Aunque este plan no se cumpla, es evidente que la Unión Europea también ha perdido este tren.
Las empresas estadounidenses custodian los datos de las instituciones públicas y las empresas privadas europeas, que gastan aproximadamente 264.000 millones de dólares en servicios de nube. La gran mayoría de ese dinero acaba en las manos de las tecnológicas estadounidenses como Amazon Web Services, Microsoft Azure y Google Cloud, que dominan el mercado europeo de servicios en la nube (*).
Europa no tiene suficientes superordenadores ni centros de datos, que son esenciales para el entrenamiento de los algoritmos y los programas de aprendizaje automático. La potencia de cálculo de los superordenadores europeos es sólo el 4 por cien de la capacidad total mundial, mientras que Estados Unidos y China representan casi todo el resto.
Estados Unidos tiene 171 superordenadores, mientras que la Unión Europea actualmente tiene sólo ocho. El superordenador más potente de Europa, Júpiter, está por construir. Tendrá 24.000 semiconductores de última generación. Se espera que esté operativo para este año. La empresa de inteligencia artificial de Elon Musk y Nvidia quiere duplicar el tamaño de un centro de datos con 100.000 semiconductores.
Este año Open AI tendrá acceso a un centro de datos con 100.000 semiconductores cuyo rendimiento sería cinco veces mayor que el desplegado en Júpiter. La consecuencia de llegar tarde a una cita es que el tren ha pasado de largo.
(*) https://www.cigref.fr/wp/wp-content/uploads/2025/04/Etude-Asteres-La-dependance-technologique-aux-services-de-cloud-et-logiciels-americains-avril-2025.pdf
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