Estados Unidos está empeñado en que China no se modernice tecnológicamente. a nueva ley sobre microprocesadores presentada por el gobierno de Biden va acompañada de un informe de 139 páginas publicado por la Oficina de Industria y Seguridad del Departamento de Comercio.
El informe se centra no sólo en la participación de las empresas estadounidenses en la venta de productos tecnológicos a China, sino también en las personas estadounidenses, es decir, cualquier persona con pasaporte o tarjeta de residencia en Estados Unidos.
Esto pone en una situación difícil a los fundadores de empresas tecnológicas chinas que se educaron en Estados Unidos y adquirieron un pasaporte estadounidense por el camino.
Asimismo, los laboratorios de I+D creados por algunas empresas chinas en Estados Unidos parecen ahora vulnerables.
A diferencia de los intentos anteriores de los gobiernos de Trump y Biden de apuntar a empresas chinas específicas para evitar que accedan a tecnologías de vanguardia, las nuevas normas cubren efectivamente todas las entidades chinas. Ellos, o sus proveedores estadounidenses o extranjeros, tendrán que solicitar un permiso para obtener o facilitar el acceso a tecnologías avanzadas de microprocesadores.
Todo lo anterior deja claro hasta qué punto se trata a China como un enemigo de Estados Unidos.
La situación está siendo abordada por los dirigentes chinos. El congreso del Partido Comunista ha destacado la respuesta de China. “Debemos adherirnos a la ciencia y la tecnología como la fuerza productiva número uno, al talento como el recurso número uno, [y] a la innovación como la fuerza motriz número uno”.
Pekín considera que la decisión de congelar la fabricación nacional china por encima de un nivel determinado de avance tecnológico es provocativa. Obligar a China a depender de la producción extranjera de los últimos y mejores microprocesadores está en consonancia con el análisis de Xi sobre el “vasallaje tecnológico”.
Por lo tanto, China avanzará hacia un modelo de crecimiento más autónomo.
Según un reciente informe de Goldman Sachs, la economía digital de China ya es grande, representa casi el 40 por cien del PIB y crece rápidamente, contribuyendo a más del 60 por cien del crecimiento del PIB en los últimos años.
China ha gastado más de 100.000 millones de dólares para acelerar el desarrollo de una industria nacional de fabricación de microprocesadores. Se trata de una parte clave de su programa “Made in China 2025”, que establece los planes de China para dominar la inteligencia artificial, los vehículos autónomos, la tecnología de la información de próxima generación, las telecomunicaciones, la robótica avanzada y el sector aeroespacial, entre otros sectores relacionados con la tecnología para 2049.
La decisión de Estados Unidos sobre los microprocesadores también tiene importantes implicaciones para TSMC y otras empresas taiwanesas, dada la cantidad de semiconductores que Taiwán exporta a China. Las exportaciones de microprocesadores de Taiwán a China ascendieron a 155.000 millones de dólares el año pasado y a 105.000 millones en los primeros ocho meses de este año, y representaron el 36 y el 38 por cien del total de las importaciones chinas de microprocesadores, respectivamente.