En Ucrania también ha estallado una guerra de religión para dividir al mundo ortodoxo

La guerra contra Rusia no se ha librado sólo en los terrenos comercial, económico, político, diplomático, militar y cultural, sino también en el religioso. Estados Unidos lleva tiempo fomentando la ruptura entre las diversas iglesias ortodoxas nacionales (autocéfalas, es decir, autónomas) con el Patriarcado de Moscú.

La ruptura ha dado lugar a la imposición en Ucrania de la celebración de la Navidad el 25 de diciembre en lugar del 7 de enero, como es tradición en el mundo ortodoxo, que sigue el calendario juliano.

La manipulación política de la religión no es nueva. Ya ocurrió en los ochenta del siglo pasado, cuando el papa Wojtyla utilizó a los católicos para desestabilizar Polonia.

En los Balcanes el espionaje occidental también dividió a las iglesias ortodoxas y fomentó la ruptura con la Iglesia Ortodoxa Rusa. El gran artífice fue Geoffrey Pyatt, quien, junto a Victoria Nuland, dirigió el Golpe de Estado fascista de 2014, cuando era embajador en Kiev.

Tras hacer sus deberes en Ucrania, Pyatt fue trasladado por el Departamento de Estado a Grecia, donde se dedicó a presionar al Patriarca Bartolomé de Constantinopla, hasta que cedió.

En 2018 Estados Unidos declaró que apoyaba la autocefalia en Ucrania y consideraba al Patriarca Bartolomé como la voz de la tolerancia en el mundo. Dicho y hecho. Al año siguiente Bartolomé reconocía la autocefalia de la Iglesia Ortodoxa Ucraniana.

La colaboración entre Bartolomé y sus nuevos padrinos culminó en un viaje de doce días a Estados Unidos el pasado otoño. Doce días repletos de reuniones y recepciones, durante los cuales el patriarca “ecuménico” habló de los tópicos de siempre, incluso de vacunar a todo el planeta contra el “covid”.

Otro tópico de los discursos del patriarca: calificar a Biden como un “hombre de fe”, que ofrecerá a un maravilloso país -Estados Unidos- y al mundo los mejores consejos y orientaciones.

Bartolomé también mencionó el llamamiento a la protección del medio ambiente realizado “por primera vez en la historia del cristianismo” por el Papa Bergoglio y el arzobispo de Canterbury.

Solo de pasada hizo una referencia a la diferente actitud de Estados Unidos hacia el papa Benedicto XVI, recién fallecido, cuya “firme voluntad de lograr una reconciliación histórica con el Patriarcado de Moscú” había que combatir, hasta el punto de obligarle a dimitir en 2013.

Las maniobras para dividir al mundo ortodoxo han llevado al gobierno ucraniano a emprender una auténtica caza de brujas. Hace unos días en el pueblo de Ovadnoe, en la región de Volyn, el abad se negó a trasladar el templo del Patriarcado de Moscú al de Kiev y los nazis de Praviy Sektor le prendieron fuego a la iglesia en represalia.

El clero que no admite la autocefalia es calificado de “traidor”, se producen agresiones físicas, como el apuñalamiento del arcipreste Kovtonyuk frente al altar de su iglesia, hay redadas en los lugares de culto, como el monasterio de la Gruta de Kiev, detenciones de clérigos y monjas, amenazas contra creyentes de la observancia moscovita y cierre de iglesias de rito ruso.

Finalmente, el 2 de diciembre del año pasado se promulgó el decreto de prohibición de la Iglesia ucraniana prorrusa, que se suma a la prohibición de los partidos políticos y el cierre de medios de comunicación que no siguen el dictado de Zelensky y los suyos.

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