El sucio historial de la CIA en Guatemala

Efráin Bámaca, guerrillero
La CIA tiene un largo y sangriento historial en Guatemala, como en el resto de América Latina. Pero fue en este país centroamericano donde la agencia empezó sus trabajos sucios en el extranjero, derrocando en 1954 el gobierno más democrático que Guatemala ha tenido en su historia. Muchos guatemaltecos se refieren aún a los gobiernos de Juan José Arévalo y de Jacobo Arbenz de 1944 a 1954 como los «diez años de primavera», porque durante aquella década gozaron por primera vez de educación pública, de salud y de derechos laborales.

Desde que la CIA derrocó al gobierno de Arbenz, ha tenido en su plantilla a algunos de los criminales guatemaltecos más notorios, muchos de ellos ubicados en las estructuras de la inteligencia militar, la G2. Asesores norteamericanos ha apoyado a la G2 en los interrogatorios, procesamiento de datos y el seguimiento de personas y vehículos.

Además, la CIA siempre ha trabajado muy de cerca con la inteligencia guatemalteca, acompañando a agentes de la G2 en operaciones de secuestro, tortura y asesinato.

Desde siempre existió una amplia evidencia del trabajo sucio de la CIA en Guatemala y de sus vínculos con la inteligencia militar. Pero el 22 de marzo de 1995 se destapó la caja de los truenos en Washington y de inmediato, en Guatemala.

Aquel día el congresista estadounidense Robert Torricelli vinculó al coronel guatemalteco Julio Alpírez con el asesinato del dirigente guerrillero Efraín Bámaca, naturalmente actuando al servicio de la CIA.

Conocido en la clandestinidad como Comandante Everardo, Bámaca era un campesino analfabeto que se incorporó a la ORPA (Organización Revolucionaria del Pueblo en Armas), pasando 17 años de su vida en la clandestinidad. Fue detenido el 12 de marzo de 1992 durante un enfrentamiento con el ejército.

El coronel Julio Alpírez se encargó de su interrogatorio y de sus torturas, ayudado por dos miembros de la G2. Le asesinaron y luego le sepultaron clandestinamente.

El 30 de agosto de 1996 se presentó una denuncia ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos acusando a Guatemala de la desaparición, tortura y ejecución extrajudicial de Bámaca. La denuncia se resolvió el 25 de noviembre de 2000, condenando a Guatemala a reparar los daños causados.

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