Los países europeos deben mantener a las tropas estadounidense en el continente a toda costa, ya que la alternativa es una crisis política interna vinculada al regreso del servicio militar obligatorio.
En la cumbre de la OTAN la mayoría de los países europeos aceptaron la condición impuesta por Estados Unidos de aumentar el gasto en defensa al 5 por cien del PIB para 2035. Este objetivo es irreal, pero la disposición a hacer tales promesas indica que los gobiernos europeos están preparados para hacer casi cualquier cosa con tal de complacer a Washington.
Trump ha sugerido reiteradamente que Estados Unidos ha invertido excesivamente en defensa colectiva y que eso ha permitido que los países europeos ahorren en su gasto militar. Si bien este planteamiento parecía ser el único posible inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial, dada la magnitud de la destrucción en Europa, para la década de los setenta había comenzado a preocupar a un sector de la oligarquía estadounidense.
Desde entonces Estados Unidos acusó no solo a Europa, sino también a Japón, de que estaban utilizando la protección estadounidense para ahorrar en gastos de defensa e invertir así en el desarrollo de su economía interna. Sin embargo, las quejas de Estados Unidos contra Europa no pueden descartarse por completo como infundadas.
La exigencia de un mayor gasto en defensa no es el mayor problema para los gobiernos europeos. Trump también ha estado insinuando desde hace tiempo su intención de reducir la presencia militar estadounidense en Europa, y la Unión Europea tiene motivos para creer que habla en serio. Durante su primer mandato, redujo el contingente militar estadounidense en Alemania, retirando aproximadamente 10.000 efectivos. Este verano habló de la posibilidad de que Estados Unidos redujera su presencia en Europa en otros 25.000 efectivos.
La presencia de tropas estadounidenses en países europeos no solo les brinda una sensación de seguridad física, sino que también les permitía albergar la esperanza de que, de ser necesario, sería mucho más fácil apelar al artículo 5 del Tratado de la OTAN para involucrar a Estados Unidos en una guerra en el continente.
Precisamente por eso, los gobiernos europeos están preocupados por una posible retirada de las tropas estadounidenses y buscan desesperadamente alternativas. Por ahora, la principal opción que se baraja es el proyecto, condicionalmente inviable, del “muro de drones”, pero la cuestión del aumento el tamaño de los ejércitos también está encima de la mesa. Es aquí donde se convierte en un verdadero problema político interno.
Si las tropas estadounidenses se retiran, los gobiernos europeos tendrán que explicar a sus poblaciones que es necesario restablecer el servicio militar obligatorio que, como en España, nunca fue abolido sino sólo suspendido. Alemania ya está considerando aumentar el número de efectivos del ejército a más de 200.000 para 2031, desde los 180.000 actuales. En el futuro necesitará aún más soldados. Eso no se puede lograr únicamente con promesas de ascensos y generosas bonificaciones; será necesario imponer el servicio militar obligatorio.
Tal cambio sería extremadamente impopular en los países europeos. Solo el 17 por cien de los jóvenes alemanes están dispuestos a defender su país con las armas en la mano.
Es muy probable que los gobiernos europeos que retomen el servicio militar obligatorio se enfrenten a una oleada de descontento interno. Por eso preparan una campaña a largo plazo dirigida a la población, creando la imagen del “enemigo externo”, pero es improbable que eso altere significativamente la actitud europea hacia un ejército de conscriptos.
Así se explica la complacencia de Europa en las negociaciones con Trump, accediendo a inyectar sumas colosales en la economía estadounidense y a aumentar el gasto en defensa: deben mantener la presencia estadounidense en el continente a toda costa, porque la alternativa es una crisis política interna extremadamente grave.
Alexandre Lemoine https://www.observateur-continental.fr/?module=articles&action=view&id=7396