La pandemia ha desatado una fiebre por la industria de la tecnología sanitaria. Cada vez son más las empresas biotecnológicas que cotizan en bolsa, tras el éxito (económico) de BioNTech y Moderna. Han surgido los primeros multimillonarios cien por cien biotecnológicos. Los fondos buitre miran con lupa los libros de contabilidad de las empresas biomédicas y los laboratorios.
El ARN mensajero (ARNm) es la nueva vedette del espectáculo. Los investigadores lo han dejado todo por ella. Hay prisas. Son ya más de 150 los proyectos que se han puesto en marcha, entre ellos vacunas, tratamientos para el cáncer, enfermedades genéticas y trastornos autoinmunes. Las grandes farmacéuticas están comprando a precio de oro las patentes especializadas. Incluso las acciones de los laboratorios de plásmidos, la materia prima para fabricar ARNm, suben como la espuma.
No hay que olvidar que los laboratorios son ciencia, sin duda, pero sobre todo son empresas que se compran y se venden al mejor postor. El modelo es el acuerdo entre Pfizer y BioNTech para dar el pelotazo sobre la vacuna contra el coronavirus. A la carrera se preparan otras alianzas entre farmacéuticas y biotecnológicas, como la de GSK y la biotecnológica alemana CureVac.
El 28 de septiembre la multinacional Sanofi abandonó la carrera para fabricar su propia vacuna de ARN mensajero contra el coronavirus, pero va a poner mucho dinero encima de la mesa para que no se le vuelva a escapar la gallina de los huevos de oro. En primavera absorbió Tidal Therapeutics, una empresa de biotecnología especializada en ARNm. Luego compró todas las acciones de la empresa estadounidense Translate Bio por 2.700 millones de euros.
Para los especuladores en bolsa, las estrellas más codiciadas son los laboratorios de ARNm. La capitalización bursátil de las cinco empresas cotizadas centradas en las plataformas de ARNm se ha multiplicado por 20 en dieciocho meses, pasando de 15.000 millones de dólares a finales de 2019 a 300.000 millones el pasado agosto. La de BioNTech ha ascendido a 50.000 millones de dólares y la de Moderna a 126.000 millones.
Los primeros resultados de los ensayos realizados a finales de la década de los noventa fueron alentadores y el mercado sanitario quedó cautivado por el potencial de la nueva terapia génica. Los laboratorios se convencieron de que el genoma humano es como la ITV. Cuando el coche falla, hay que llevarlo al taller y cambiar los genes estropeados por otros en buen estado de funcionamiento.
Ya hemos relatado en otra entrada los estragos que ello supuso y su posterior prohibición. Pero eso no podía impedir un buen pelotazo bursátil. Moderna ya ha lanzado una vacuna de ARNm contra el VIH en ensayos clínicos de fase 1, mientras que Sanofi está desarrollando su próxima vacuna contra la gripe con la misma técnica.
Los laboratorios también están desarrollando vacunas terapéuticas que abordan diferentes mutaciones en tumores. Estos productos llegarán al mercado en 2035, y la revista Nature estima que el mercado se situará entre 7.000 y 10.000 millones de dólares en ese primer año.
Insisto y cito textualmente: «Los laboratorios también están desarrollando vacunas terapéuticas que abordan diferentes mutaciones en tumores. Estos productos llegarán al mercado en 2035, y la revista Nature estima que el mercado se situará entre 7.000 y 10.000 millones de dólares en ese primer año.»
Es simplemente por si a algún imbécil covidiano (sin acritud) no le ha quedado claro todavía qué van a producir a largo plazo las vacunitas de los cojones con las que nos están coaccionando y jodiendo la vida.
Si el miedo es el padre de todos los males del mundo, la codicia es su puta madre. Los humanos acabaremos de una forma u otra con nosotros mismos, no os quepa la menor duda.