Es mucho mejor lo que cuenta el ruso Piotr Akopov en ‘Vzglyad’ con un título mucho más gracioso: “Rusia construye un ‘triángulo’ con Irán y Turquía” (*) porque el día anterior a la visita de Erdogan se celebró la cumbre de Rusia con Azerbayán e Irán.
De ahí viene lo del “triángulo”, que involucra directamente a la Unión Europea, porque todos estos cambios diplomáticos tienen muchos hilos que habrá que ir relatando poco a poco.
Siguiendo a Estados Unidos, en Bruselas querían boicotear el gas ruso, para lo cual impidieron la construcción del oleoducto South Stream. Contaban con traer gas de Azerbaián, que es el plan que se les ha venido abajo con el doble juego de Moscú, que recompone simultanéamente sus relaciones con Azerbaián y con Turquía para sacar adelante el proyecto Turk Stream.
Tampoco ha resultado muy difícil; Rusia recoge los descontentos que van quedando por el camino, escribe Akopov. Le basta con satisfacer tanto a los sunitas turcos como a los chiítas iraníes, algo en lo que el Kremlin está demostrando una sorprendente eficacia, por no hablar de sus excelentes y duraderas relaciones con los vecinos de Armenia, un país cristiano situado justo en medio del camino.
Lo de Putin son esos “triángulos” imposibles. El lunes con azeríes e iraníes, el martes con Erdogan y hoy con el armenio Sarkissian. Una promiscuidad muy difícil de sostener.
El plan ruso es mucho más ambicioso de lo que las crónicas dejan entrever y enlaza con la Ruta de la Seda que quieren trazar los chinos desde Pekín hasta Lisboa. Se puede decir gráficamente que si los asiáticos pretenden un tendido horizontal, de este a oeste, los rusos tienen la intención de abrir una ruta del norte al sur a través de Irán que les abra las puertas del Océano Índico. Se trata de un nuevo Canal de Suez que evite el control que Estados Unidos tiene establecidos sobre los mares.
Rusia ya ha empezado a poner en marcha 70 grandes proyectos industriales en Irán. Su ejército ha realizado maniobras militares conjuntas con el iraní. Pronto Irán formará parte de la Organización de Cooperación de Shanghai.
Indudablemente los proyectos conjuntos irano-rusos tienen un componente económico y estratégico importante, pero incluso a corto plazo para Rusia es fundamental asegurar su frontera sur, garantizar algo que hasta ha constituido un quebradero de cabeza, el Cáucaso, un foco inagotable de guerras y tensiones desde hace un cuarto de siglo.