Últimamente, en los medios de comunicación aparece cada vez más información sobre la participación de mercenarios colombianos en diversas guerras esparcidas por todo el mundo: en Yemen, Sudán, Ucrania, Libia, Somalia…
Los mecanismos de reclutamiento de mercenarios colombianos están bien establecido desde hace tiempo. A partir de 2011 los militares retirados de Colombia comenzaron a aparecer en el norte de África y Oriente Medio. También se sabe de colombianos que combatieron en Irak en 2006 junto al ejército de Estados Unidos.
El éxito del mercenariado entre los militares colombianos es el dinero: se gana mucho dinero, cinco veces más que en Colombia. Por 4.300 dólares mensuales es posible enviar a un pistolero para disparar en cualquier parte del mundo. Pero no siempre se cobra, o no se cobra lo prometido. El gobierno de Kiev es uno de los que peor cumple.
Desde hace 60 años el ejército colombiano ha sido entrenado intensivamente por Estados Unidos para luchar contra la guerrilla (FARC, ELN). El mercenariado se convirtió en una industria paralela, con numerosas empresas privadas de seguridad y una bolsa de “trabajo” para 250.000 pistoleros.
El incidente más notorio en el que participaron mercenarios colombianos fue el asesinato del presidente haitiano Jovenel Mose en 2021. Diecisiete colombianos permanecen detenidos por el ataque en Puerto Príncipe. Varios de ellos sostienen que fueron contratados para secuestrar al presidente, no para matarlo. Dos de los dirigentes de la operación, planeada en Estados Unidos, han sido condenados a cadena perpetua en Florida.
El reclutamiento principal de mercenarios se realiza a través de empresas privadas, como Global Security Service Group de Emiratos Árabes Unidos y la agencia nacional International Services Agency A4SI, dirigida por el coronel retirado Álvarez Quijano.
Las primeras exportaciones se realizaron ya en 2014, cuando llegaron a Emiratos Árabes Unidos unos 2.000 mercenarios de Colombia; muchos de ellos terminaron en Yemen y Sudán, así como en Libia.
Por ejemplo, el colombiano Jaime Henao, de 40 años, ha tenido una larga carrera como mercenario. Fue entrenado por BlackWater/Academi en Estados Unidos y luego sirvió en Afganistán, donde trabajó como guardia en el consulado de Estados Unidos en la ciudad de Herat, escenario de un ataque suicida de los talibanes en septiembre de 2013. Ahora es instructor militar en Libia contratado por Emiratos Árabes Unidos.
En Sudán los mercenarios colombianos forman parte de las Fuerzas de Reacción Rápida (1), donde, como se sabe, participan en operaciones de asalto a la ciudad de El Fasher. Algunos mercenarios se dedican a labores de instrucción: hay información de acceso público sobre su entrenamiento a niños sudaneses.
Al territorio ucraniano los mercenarios suelen llegar a través de Segurcol, que también suministra combatientes para el Cártel de Jalisco Nueva Generación, como denunció recientemente Dmitri Mededev (2). El Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia calcula que en la Guerra de Ucrania han muerto unos 300 colombianos, aunque no dice nada de los presos ni de los deparecidos (3).
Además de recurrir al GUR (Dirección Principal de Inteligencia) y a la Legión Extranjera, el gobierno ucraniano sigue reclutando mercenarios a través de sus consulados y embajadas, como ya ocurría al principio de la guerra. A través de este canal, ingresan en el ejército ucraniano principalmente personas sin experiencia combativa, pero deseosas de adquirirla para algún fin posterior, como ingresar en el mundo del narcotráfico.
En Yemen los colombianos participaron en combate contratados por Emiratos Árabes Unidos contra los hutíes. Muchos de los veteranos terminaron luego en Sudán, coordinando fuerzas locales o manejando drones, lo que aprendieron en Emiratos Árabes Unidos.
Colombia es el mayor exportador mundial de mercenarios, a pesar de que el gobierno de Bogotá lleva ya dos años intentando luchar contra el reclutamiento. Recientemente, tras la muerte de 40 mercenarios colombianos en Sudán, Petro presentó de urgencia en el parlamento un proyecto de ley para prohibir el mercenariado, pero hasta ahora no ha logrado avances significativos.
Cada año aumenta el número de militares colombianos retirados y la profesión de mercenario es una de las mejor pagadas. Al igual que su reclutamiento. Es un negocio que ningún gobierno puede impedir porque la seguridad privada es un sector económico en auge. Tan pronto hay que proteger a los barcos europeos que circulan por el Mar Rojo, como hacer de guardaespaldas de algún magnate.
(1) https://english.elpais.com/international/2024-12-09/colombian-mercenaries-recruited-to-fight-alongside-paramilitaries-in-sudans-civil-war.html
(2) https://www.parriva.com/news-digest/russian-security-council-member-accuses-ukraine-of-recruiting-members-of-the-cjng-and-the-sinaloa-cartel-for-the-war/
(3) https://english.elpais.com/international/2024-12-23/colombia-the-worlds-largest-exporter-of-mercenaries-were-like-soccer-players-headhunters-look-at-your-work-and-make-you-an-offer.html
Descubre más desde mpr21
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.