El fascismo, el catolicismo y la ‘izquierda’ babosilla van cogidos de la mano en ‘Santa Alianza’

El fascismo condecora a los curas
Antes y ahora, el fascismo no se puede entender sin la religión, sin ciertas religiones, como los evangelistas en Brasil, o los católicos en España o en Italia, bien entendido (por si no lo sabían) que para el materialismo histórico las religiones no son sólo creencias personales maś o menos extendidas, sino capital, empresas y grandes grupos de intereses económicos, e incluso Estados, como el Vaticano.

El “auge de la ultraderecha” tampoco se puede entender sin el de otros fenómenos paralelos, como los decididos apoyos que reciben (y prestan) las múltiples organizaciones católicas, desde las cofradías de Semana Santa hasta los colegios concertados, pasando por los movimientos contra el aborto. Esos apoyos proceden de bancos, de grandes empresas, fundaciones e incluso de las instituciones públicas de los Estados “laicos”.

Veamos algunos ejemplos que tampoco mencionan nunca los expertos en el “auge de la ultraderecha”:

1. Mussolini firmó el Tratado de Letrán que les dio a los católicos lo que ninguna otra organización tiene, un Estado, en agradecimiento al apoyo prestado por la jerarquía católica al fascismo.

2. Hitler llegó al poder gracias a un partido católico, el Zentrum, cuyas instrucciones políticas procedían del Vaticano y en agradecimiento ambas partes, nazis y católicos, firmaron un Concordato.

3. Franco recibió del Vaticano el único apoyo de masas que tuvo durante la Guerra Civil, que fue calificada como una “Santa Cruzada” por la jerarquía católica, un préstamo cuyos intereses sigue devolviendo el Estado fascista desde 1939 hasta el día de hoy.

Esto no ha cambiado absolutamente nada. Las recientes declaraciones del papa Francisco sobre el aborto (“pagar a un sicario para resolver un problema”) no han pasado inadvertidas en Verona, una ciudad del nordeste de Italia de 250.000 habitantes, que siempre ha sido un baluarte del fascismo.

En 1943 Mussolini escogió Verona para refundar el partido fascista tras haber sido restablecido por la Alemania nazi como dirigente del Estado títere que gobernó en el norte de Italia hasta 1945.

En los setenta y ochenta la ciudad se convirtió en un nido de grupos terroristas como el movimiento neonazi Ludwig y el club de fútbol local Hellas, muchos de cuyos seguidores son fascistas.

Ahora Verona sigue a la cabeza del fascismo y ha iniciado una “Santa Cruzada” contra el aborto. El mes pasado se convirtió en la primera ciudad en autoproclamarse “pro-vida” y ha prometido apoyo económico a los proyectos antiabortistas de la Iglesia Católica y sus grupos paralelos.

La propuesta procede del partido fascista Liga y fue aprobada por el gobierno municipal, pero no se lo pierdan Ustedes: la “izquierda”, el Partido Demócrata, votó a favor. Las consignas básicas que identifican al reformismo, entre ellas el feminismo, se han ido al garete. Luego se lamentan de las consecuencias, pero nunca de las causas…

En contra del aborto se ha formado, pues, una gran coalición entre los fascistas, los católicos y la “izquierda” babosilla y ya no hay quien les pare los pies: el año que viene Verona acogerá el Congreso Mundial de Familias, una coalición mundial antiabortista.

Pero prosigamos porque esto tiene mucha miga: una vez comprobado su éxito y que hasta la “izquierda” les sigue el juego, la reacción no se detiene ante nada y el ejemplo de Verona cunde en otras ciudades italianas, incluyendo Roma, Milán y Ferrara, que se han pasado al movimiento antiabortista.

Los fascistas se están muriendo de éxito. El aborto ya no les basta y de ahí pasan a la emigración: un grupo veronés con vínculos con el partido fascista Forza Nuova, Christus Rex Traditio (tomen buena nota del nombre), inicia una campaña por el regreso de la familia tradicional y, de paso, contra la emigración (por si cuela).

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