La explosión demográfica y la contaminación ambiental se convirtieron en temas predilectos de la prensa latinoamericana en la década de los setenta.
Una aciaga ideología comenzó a surtir de catástrofes futuras las columnas del periodismo especializado primero, y del general, en seguida. Fue, por un momento, como si hubiera renacido de sus cenizas el mismo Oswald Spengler, profeta de hecatombes, que al trazar un paralelo entre la Historia y la vida de un organismo, fatalmente debía caer en el pesimismo.Lamentablemente, se supo que esta ideología emanaba de un círculo cerrado de intelectuales, el Club de Roma, que reconocía a su vez una paternidad directa en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT).
La dilatada polémica a la que dio lugar el Club de Roma está reflejada en las páginas de este libro, que abre el intelectual brasileño Celso Furtado y cierra el vicepresidente de Estados Unidos Nelson Rockefeller, paradógicamente coincidentes en que una filosofía que propone el no-crecimiento de la humanidad, es una filosofía que sencillamente niega los fundamentos de su existencia.
El idealismo con el que gran parte de la izquierda ha asumido la tesis del decrecimiento, olvidando el siniestro origen del concepto y sus autores, sin atender a conceptos como soberanía energética, liberación nacional o desarrollo para todos es un ejemplo perfecto de lo vago del término.
Es importante que pensemos no en “decrecer”, sino en preguntarnos para qué crecemos y para quién, ya que podemos crecer creando una sociedad miserable y desigual (Tailandia, Estados Unidos o Malasia, como ejemplos extremos) o podemos crecer resolviendo desde problemas ambientales o eliminando la injusta distribución de la renta bajo el capitalismo.
Descargar el libro ‘El Club de Roma: anatomía de un grupo de presión’
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