El capitalismo empeora las condiciones de trabajo con el desarrollo de las fuerzas productivas

La OCDE acaba de publicar un informe (1) que no subraya otra cosa que lo que ya está en el ambiente: el capitalismo no sólo no ha mejorado la vida de las sociedades desarrolladas sino que tiene efectos perversos inevitables y destructivos como la caída de los salarios y la precarización de ls relaaciones laborales.
No obstante, la recomendación de la OCDE es muy simple: la resignación. No es posible luchar contra el capitalismo sino adaptar las sociedades al empobrecimiento crónico y la precariedad.
El informe analiza las perspectivas de empleo tras la llamada “revolución digital”: para 2020 la robotización acabará con muchos puestos de trabajo y el resto se transformará profundamente.
Las condiciones de trabajo y las profesiones siempre han cambiado con el desarrollo de las fuerzas productivas y los descubrimientos técnicos. En este sentido, nuestros tiempos no son una excepción. La historia no se detiene y las ideologías no han muerto.
Lo que cambia es el formato ideológico en el que nos presentan el fenómeno, como si fuera inevitable, una especie de maldición y como si “la culpa” fuera del progreso técnico, olvidando que sólo se descubre aquello que se busca. En otras palabras, en el capitalismo el desarrollo de las fuerzas productivas se encamina al incremento de la explotación de la fuerza de trabajo y no a la mejora de las condiciones de trabajo de la clase obrera.
Una parte del desarrollo de las fuerzas productivas es su internacionalización y el desarrollo de un mercado mundial, como ya explicó Marx en su época. Del mismo modo, la OCDE descubre la integración creciente de la economía mundial: la participación de las exportaciones en el PIB pasó del 23 por ciento en 1975 al 43 por ciento el pasado año.
Pero en el capitalismo todos los progresos se convierten en regresos en forma de desempleo, precariedad y liquidación de los derechos adquiridos. En palabras de la OCDE, “si el número de puestos de trabajo no está necesariamente destinado a disminuir, su calidad podría deteriorarse y las disparidades entre los trabajadores podrían aumentar”.
Un avance conduce a un retroceso. El auge de la industria digital deteriora las condiciones laborales de los trabajadores. La OCDE pone el ejemplo de los falsos autónomos. “Algunos autónomos que se encuentran en una zona gris […] Uno de los retos es limitar el uso abusivo de formas atípicas de empleo como el autoempleo, que no debería ser el autoempleo porque la gente tiene un solo empleador”.
Los trabajadores que -aparentemente- trabajan cuenta propia sólo tienen un cliente que es, de hecho, la empresa que los contrata. Estos trabajadores encuentran dificultades para negociar el precio de su servicio, que lo fija su único cliente. No negocian realmente sus horas de trabajo y pueden ser expulsados de las plataformas digitales en cualquier momento. “Se encuentran como empleados sin derecho al seguro de desempleo ni a la formación”, admite la OCDE.
El capitalismo ha vuelto a su punto de partida. Las nuevas condiciones de trabajo subyugan por completo al trabajador. Los puestos de trabajo son precarios, la protección social ha desaparecido, los salarios son de hambre y los obreos nunca podrán cobrar una pensión.
Las transformaciones de las condiciones de trabajo no son técnicas sino económicas, es decir, que conciernen también a las relaciones de producción que, en suma, son relaciones entre los obreros y los capitalistas.
La OCDE acaba proponiendo una mayor “formación” de la fuerza de trabajo, lo que significa un rediseño de todo el sistema escolar para fabricar a los verdaderos robots: una fuerza de trabajo dócil que obedezca mecánicamente y sin rechistar a unas condiciones laborales esclavistas.
En lo que a España se refiere, la OCDE vuelve a poner en el centro de las debilidades de las condiciones de trabajo la incapacidad para proporcionar unos ingresos mínimos a la fuerza de trabajo: una de cada seis personas en edad de trabajar (entre los 15 y los 74 años, según el estándar de la OCDE) vive con unos ingresos inferiores al 50 por ciento de la renta media (2).
(1) https://www.oecd-ilibrary.org/employment/oecd-employment-outlook-2019_9ee00155-en, https://doi.org/10.1787/9ee00155-en
(2) http://www.oecd.org/eco/outlook/oecd-economic-outlook-selected-texts-in-spanish.htm

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