El jueves la policía india recurrió al lanzamiento de gases lacrimógenos y cañones de agua para disolver una manifestación de varios miles de campesinos que protestaban en Nueva Delhi contra la reciente reforma agraria.
En India, donde dos de cada tres habitantes viven en el medio rural, la cuestión campesina es un problema político importante. Los suicidios de campesinos se han multiplicado por miles en los últimos años debido a las malas cosechas y el endeudamiento.
El jueves, la policía trató de impedir que los campesinos que acudieron a manifestarse desde el estado septentrional de Punjab cruzaran un puente hacia Haryana a unos 200 kilómetros de Nueva Delhi.
Algunos de los manifestantes, armados con palos y piedras, arrojaron al agua las barreras protectoras instaladas por la policía, que dispararon gases lacrimógenos y cañones de agua, lo que inició una escalada de enfrentamientos cada vez más violentos.
Después de una batalla que duró dos horas y causó un gran atasco en una de las autopistas más transitadas del país, que unen a la capital con varios Estados del norte, la policía permitió finalmente que los manifestantes entraran en Nueva Delhi.
Las reformas agrarias aprobadas por el gobierno a finales de septiembre han liberalizado el campo y reducido los precios. Los campesinos no tienen ningún poder de negociación. Se ven obligados a vender sus productos a grandes empresas alimentarias a precios que no les dejan ningún margen de susbsistencia.
Incluso el Partido del Congreso, principal partido de la oposición que ocupa el poder en Punjab y que apoyó las manifestaciones, afirma que las reformas ponen a los campesinos a merced de las grandes empresas comercializadoras.
Pidió al Partido Bharatiya Janata (BJP) de Modi que no recurra a la fuerza contra los campesinos.
En Punjab, los campesinos han estado bloqueando el tráfico de trenes durante casi dos meses antes de ceder a la presión pública y del gobierno y levantar el bloqueo de las vías.